Castagnola: "Al inicio del gobierno se ninguneó el crecimiento"
Castagnola: "Al inicio del gobierno se ninguneó el crecimiento"
Gonzalo Carranza

La noche del martes 29 de diciembre, el presidente dio un mensaje a la nación para hacer un balance de su gestión, en el que resaltó sus políticas económicas y sociales. Ante la falta de autocrítica del discurso del mandatario, bien sirve la palabra del economista y presidente ejecutivo de Apoyo Consultoría, Gianfranco Castagnola, para evaluar qué queda entre los activos y los pasivos del nacionalismo a unos meses de concluir su gestión.

¿Deja este gobierno un país “tremendamente superior” al que recibió, como dijo el presidente Humala en su último mensaje a la nación?
En el lado positivo, ha sido un gobierno responsable en el manejo macroeconómico y con logros relevantes en políticas sociales, educación y salud.

Pero también ha sido un gobierno al que le tomó mucho tiempo entender la importancia de la inversión privada. Hubo en los primeros años un ninguneo del crecimiento, un desdén retórico desde el más alto nivel político que se transmitió hacia abajo en el aparato estatal. Ello provocó indolencia en muchas autoridades y un exceso de regulaciones absurdas, que en honor a la verdad vienen de hace 10 o 15 años, pero que se agudizaron en este gobierno.

Hoy tenemos una economía que crece menos de lo que podría incluso con los problemas que existen en el entorno internacional. El BCR estima el crecimiento potencial en poco más de 4% y estamos creciendo un punto y medio por debajo de eso. Esa diferencia provoca una menor reducción de la pobreza y una menor creación de empleo formal. En el 2012, 6 de cada 10 peruanos que entraban al mercado laboral encontraban un empleo formal. En el 2015 solo fue 1 de cada 10.

¿El próximo gobierno debería dejar de hablar de “incluir para crecer”?
Sí, es exactamente al revés. Las cifras de pobreza lo demuestran. El 85% de la reducción de la pobreza de los años anteriores fue por crecimiento e, incluso, el 15% que provenía de programas sociales se financiaba gracias al propio crecimiento económico. “Incluir para crecer” es una frase de retórica pura, no significa nada. No conozco ningún país que haya podido reducir la pobreza sin crecimiento. Que me enseñen esa fórmula.

Uno podría dudar del manejo macroeconómico al ver las cifras: el gobierno termina con déficit fiscal, inflación fuera del rango meta, devaluación del sol y caídas sostenidas en los ránkings de competitividad.
Cuando se habla de manejo responsable es porque no se han hecho locuras, en el contexto de los grandes temores que había sobre un gobierno del presidente Humala en el 2011.

Los dos ministros de Economía de esta gestión han tenido un manejo responsable. Muchas veces hemos sido injustos con ellos, yo mismo he caído en eso. Ellos se han manejado dentro del marco de un gobierno de centroizquierda, muy lejano al empresariado y centrado en políticas redistributivas. En varias ocasiones hemos exigido a los ministros que hagan cosas que están fuera del marco del gobierno y para las cuales ni siquiera tenían capital político.

La situación fiscal es preocupante, pero el Perú tiene la fortaleza para resistir dos, tres o cuatro años de déficit moderado. Somos un país con baja deuda pública y tenemos importantes ahorros fiscales, en parte por sensatez pero también por incapacidad de gasto [risas]. En cuanto a la inflación, hay razones para que esté fuera del rango meta: los precios de alimentos y el efecto de la depreciación del sol. Se estima que entre 15% y 20% de la depreciación se convierte en inflación por el componente importado de la canasta de consumo.

Este gobierno se la ha jugado por pocas cosas. Si uno revisa muchas decisiones tomadas en los últimos 20 años, como el TCL con EE.UU. o grandes inversiones de infraestructura, se necesitó capital político y liderazgo. Los funcionarios que sacaron adelante la concesión del aeropuerto Jorge Chávez o los muelles Sur y Norte del Callao terminaron procesados.

De poco sirve una reforma de la carrera pública si quienes asumen posiciones tienen miedo de ser investigados.
Es cierto, pero también es cierto que los funcionarios públicos se la juegan si sienten que tienen respaldo político arriba. Le meten pasión y ganas si saben que el partido de gobierno los va a proteger. Si no sienten esa convicción, el ‘mouse’ se les cae y dejan todo sin definir.

Se destaca el trabajo del gobierno en educación, pero ningún candidato en CADE se comprometió a mantener a Jaime Saavedra.
Esta administración aprendió a gobernar en el camino y ha terminado con tecnócratas de muy buen nivel. El problema ha sido más político que de gestión. Muchos aspiraríamos a que Saavedra se quede en el siguiente gobierno, pero el ministro ha construido un muy buen equipo, rescatando a técnicos que estaban relegados en el propio ministerio y trayendo gente de afuera. Hemos perdido a muchos chicos de Apoyo porque se han ido a trabajar allá [risas]. Una cartera como Educación necesita muchos recursos, pero hay otras entidades que han hecho mejoras con poco, sobre la base de un liderazgo que piensa en el ciudadano, como el Reniec y la ONPE.

El presidente también destacó el plan de diversificación productiva. ¿Cuál es tu evaluación de esta política?
Cualquier economista sensato te diría que es mejor tener una economía diversificada que una concentrada en pocos productos. Lo vemos en el caso de Venezuela: el 96% de sus exportaciones es petróleo y mira lo que pasa con ellos cuando cae el precio.

Las discrepancias empiezan en los instrumentos para lograr la diversificación. Creo que todos vamos a estar de acuerdo con los instrumentos transversales, que faciliten la actividad productiva y generen mayor productividad, como la inversión en infraestructura. En cuanto a lo sectorial, coincido con la mirada actual del Produce de desarrollar políticas y regulaciones especiales para determinadas actividades que no significan un privilegio o elegir ganadores. La industria forestal, por ejemplo, requiere un marco ad hoc, sin que ello signifique incentivos tributarios o exoneraciones.

Es un trabajo de hormiga que va a tomar muchos años. Cuando se anunció el plan de diversificación productiva en el 2014 y se dijo que nos iba a devolver a la senda de crecimiento del 7% o que iba a permitir triplicar el PBI per cápita al 2030, evidentemente se exageró su impacto. Pero empezar a destrabar actividades productivas es una cosa positiva.

Me sorprendió que el presidente, al hablar de la diversificación productiva, mencionara que en Francia se está construyendo el primer satélite peruano.
[Risas] La verdad es que esa parte del discurso me la perdí, pero no creo que tener un satélite peruano sea parte de la diversificación productiva. Tal vez me estoy perdiendo algo.

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