“Si cerraran el Congreso, el país se volvería un polvorín”
“Si cerraran el Congreso, el país se volvería un polvorín”
Mariella Balbi

— Ha visto de todo: gobiernos, parlamentos, golpes de Estado. ¿Cómo ve al actual gobierno?
El Perú de ahora no es ni siquiera el de 10 años atrás. Cuando veo Lima me cuesta trabajo reconocerla. Borges decía: Yo nací en una ciudad, que tenía el mismo nombre que esta, pero que no se le parece en nada [ríe]. Esto le debe pasar a muchos en el Perú: hay miles de cambios. Los militares ya no se atreven a dar un golpe. La podredumbre de la época de Fujimori nos ha liberado del golpe de Estado. Los presidentes se suceden. Este es un presidente militar…

— Esto le da una impronta al gobierno…
No es problema que sea militar, sino que tenga esa mentalidad. Por eso el presidente tiene esos ademanes toscos y agresivos. Ha puesto a su promoción en cargos importantes en las Fuerzas Armadas y se ha apoyado en ellas. Tengo la ilusión de que ya hemos pasado la etapa de los golpes de Estado y que es el voto lo que manda.

— ¿Hemos retrocedido con respecto a los gobiernos de Paniagua, Toledo y García?
Creo que sí. No se siente una relación del Ejecutivo con la gente del pueblo. Esto es una cosa completamente secreta, impenetrable. Es muy desagradable, por ejemplo, esto que ha pasado con Chile. Han perdido a un magnífico canciller. Al final todo fue una cortina de humo: una vez que Cateriano obtuvo el voto de confianza, desapareció el problema con Chile. Es muy frustrante: la falta de transparencia, que no hayamos conocido el tenor de las cartas…

— Se supone que las notas diplomáticas son reservadas.
No digo que las publiquen, pero en un gobierno democrático el presidente explica e informa al ciudadano qué es lo que pasa. No dictamina, sino comunica. Lo que ha pasado con Gonzalo Gutiérrez es escandaloso. Lo hostigaron con el tema de Chile.

¿Que el Gabinete Cateriano haya obtenido el voto de confianza nos garantiza estabilidad hasta el final del gobierno?
Creo en lo que se ha dicho: El peor enemigo de Cateriano está en Palacio.

— ¿Observa fisuras en el gobierno?
Es que el enemigo más artero está en Palacio. El presidente socavó la relación armoniosa que buscaba el primer ministro con la oposición con aquello de “jauría de cobardes”. No es el único caso.

— ¿Cateriano ha tomado mucho protagonismo? Se rumorea que la pareja presidencial le habría dicho que se está endiosando.
Estoy seguro de que les molesta el papel protagónico. Es natural porque, en realidad, lo está haciendo mejor que ellos. Cateriano ha dado más pasos que el presidente y su esposa.

— ¿La confianza del Congreso al Gabinete es un primer escalón?
Cateriano es una persona inteligente que debe sentir qué ocurre. Si un político no siente el estado de espíritu de sus ciudadanos, está perdido. No es político.

— Pedro Cateriano le dio un rapapolvo porque usted criticó al presidente.
Fue desagradable. Me atribuyó un ataque que yo no hice, yo critiqué al gobierno y él saltó. Quizá fue muy palaciego. No volví a hablar con él. Pero cuando estuvo acercándose a la oposición le envié unas líneas diciéndole que los desencuentros son olvidables y que hacía lo correcto. A mí lo que me interesa es el país, no Cateriano.

— ¿Las facultades extraordinarias que pedirá son un Rubicón? 
No es un pedido tan sorprendente. Pero ahí se aclarará cómo está la relación de Cateriano con la oposición. No creo que vaya a desperdiciar lo que ha ganado. La oposición está crispada. Siente que ha ganado con la censura a Ana Jara. No es un Parlamento del cual podamos enorgullecernos.

— Sobre el cierre del Congreso si no obtienen las facultades extraordinarias, el presidente dijo: No especulemos sobre ello, el Gabinete está unido.
Tuvimos la esperanza de que la aspereza vivida se recompondría, que dejaríamos atrás lo confrontacional. Las facultades extraordinarias fueron un conejo sacado de la manga en el debate sobre la confianza. ¿Pensaron acaso que con la confianza vendrían las facultades?

— Bueno, lo intentaron…
Pero si Cateriano las buscaba, pudo bien plantear esto cuando conversó con la oposición.

— ¿Le jalaron la silla?
Parece, ¿no? La verdad es que me da un poco de angustia que regresemos al estado anterior, con ese ministro Urresti y Cateriano insultando a la oposición.

— ¿Cree que Cateriano pueda volver con los insultos?
Espero que no. Sería totalmente suicida. Destruiría su imagen. 

¿Lo dicho por Fredy Otárola sobre el cierre del Congreso fue un globo de ensayo?
Sus expresiones ponen en duda la capacidad de quienes manejan el gobierno. Sus declaraciones son traídas de los cabellos, absurdas, retorcidas, amenazadoras, chantajistas. Es inaceptable que un congresista diga que pueden cerrar el Parlamento. El presidente parece haber dicho que no será así.

— ¿Le cree al presidente? 
Honestamente, no. Creo que es una estrategia para lograr que le den las facultades. Su “no”, es ambiguo. Sus razones, que los congresistas empezarían la campaña, no tienen sentido de realidad, son ridículas, injustificadas. Parece un pretexto para conservar la amenaza. En fin, faltan 86 días para que pueda cerrar el Congreso. Después de ese lapso ya no es posible.

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