El pecado de las venias, por Federico Salazar
El pecado de las venias, por Federico Salazar
Federico Salazar

La primera dama ha dicho que no dio ninguna venia al señor para hacer contratos con el Estado. No ha dicho por qué podría, o no, dar venias al respecto.

No ha sido prudente la señora en sus declaraciones. Ha querido librar responsabilidad en el tema de Martín Belaunde Lossio y sus contrataciones con el Estado. Ha deslizado, sin embargo, un supuesto alarmante de sus funciones.
Unas declaraciones de pasada, a la hora de ingresar al Congreso, no son formales. Sin embargo, hay que notar que la señora Heredia decidió, por ella misma, dar esa alocución al periodismo.

Ella debió decir: “No he dado ninguna venia, y no podría haberla dado, porque no me corresponde”. El énfasis de su afirmación está, no obstante, en su potestad de hacer este tipo de “venias”. Claramente dijo que “no le he estimulado, no he dado venia alguna para que este señor haga algún contrato, regular o irregular, con ninguna entidad del Estado”. ¿Quiere esto decir que si se tratara de otra persona y si se tratara de contratos regulares, habría podido dar venias?

La señora Heredia, si partiera de este supuesto, estaría profundamente equivocada. Estuvo equivocada, de hecho, en no haber escogido bien sus palabras.
También está equivocada la señora Heredia en el tono que usa para referirse a congresistas de la República.

La primera dama aludió a congresistas de la comisión investigadora sobre Belaunde Lossio. Se quejó de haber escuchado de ellos que ella debía declarar de varios temas “que nada tienen que ver con el mandato que el pleno del Congreso le ha dado a esta comisión investigadora”.

La señora Heredia tiene todo el derecho a opinar sobre lo que dicen los congresistas. Resulta inconveniente, sin embargo, que ella les señale los límites de sus tareas funcionales.

Es cierto que la comisión debe ceñirse a su encargo congresal. No le toca, sin embargo, a la esposa del presidente de la República, recordárselos.
No solo se trata de un exabrupto en el protocolo. Constituye un exceso frente a la tarea jurisdiccional de los congresistas.

Como presidenta del partido de gobierno, ella puede recordarle sus tareas a la bancada oficialista. Aun así, eso no sería lo más recomendable. Sin embargo, que la cónyuge del presidente le llame la atención a los congresistas de otras bancadas no es algo que debiera repetirse. Se trata del respeto a la separación de poderes y a la majestad del Congreso.

Alguien que no tuviera nada de qué arrepentirse en relación con Martín Belaunde no tendría problema en contestar cualquier pregunta. Su “recordatorio” a los congresistas solo revela que tiene necesidad de no hablar de sus vínculos con Belaunde Lossio en general.

La señora Heredia tiene razón desde el punto de vista jurisdiccional. Desde el punto de vista político, sin embargo, abre una duda gigantesca sobre la legitimidad de todas sus vinculaciones con el procesado.
Quizá no hubo venias en este gobierno, pero queremos saber si en esta historia hubo algún pecado original.

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