Ricardo León

Hace una década exacta, había cumplido dos meses de gobierno con una aprobación cercana al 60%, pero antes de que terminara aquel 2011 ya había renunciado su primer ministro, Salomón Lerner Ghitis, en un escenario de crisis. Es justamente la figura del actual primer ministro, , la que recibe la atención y la crítica del líder del Partido Nacionalista.

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—Semanas atrás, un periodista le preguntó de qué o de quién debía cuidarse un presidente, y usted respondió rápidamente: “De la gente que lo rodea”. ¿Qué piensa sobre el papel que ha cumplido Guido Bellido, en especial en estos últimos días?

Uno de los peores errores del presidente Castillo es mantener a Bellido y no haber sabido manejar un entorno que hoy es dañino. Las deslealtades son inaceptables en un gobierno. Y lo digo con la experiencia de haber sido gobierno, y de haber tenido este tipo de cosas. El presidente del Consejo de Ministros debe ser una persona de mucha confianza del presidente, pero este señor tiene un doble discurso y da la impresión de que obedece a las consignas del jefe del partido Perú Libre. Es insostenible la presencia de Bellido.

— Cuando hace poco usted declaró que “no podemos asegurar que el presidente Castillo va a terminar su mandato”, la crisis era ‘externa’ por las presiones iniciales del Congreso. Ahora es interna.

Estamos peor. Es inminente que no va a terminar su quinquenio. Debería hacer una reflexión: por cuidar un sombrero, Castillo puede perder el cuello. Está dándole mucha importancia al simbolismo, pero sin contenido no vale nada. La agenda que se discute hoy es la crisis producida por el propio presidente por no hacer lo que debió en la etapa de presidente electo. En mi etapa de presidente electo diseñamos el gabinete con gente intachable, con solvencia, y no necesariamente de las canteras del nacionalismo o de la izquierda.

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—Lo curioso es que el verbo ‘humalizar’ se ha vuelto despectivo en el ala dura de Perú Libre. El congresista Bermejo dijo: “Lo que han querido hacer en estos meses es convertir a Pedro Castillo en Ollanta Humala y eso no lo vamos a permitir”.

Más que ‘humalizar’, sería ‘ollantizar’. Ya quisiera este gobierno ‘ollantizarse’, porque significa tener la capacidad de liderar un equipo solvente de ministros que no necesariamente votaron por el presidente ni comparten su misma ideología, pero tocan una misma sinfonía.

"Más que ‘humalizar’, sería ‘ollantizar’. Ya quisiera este gobierno ‘ollantizarse’", dijo el ex presidente, respondiendo a congresistas de Perú Libre (Foto: Leandro Britto / El Comercio).
"Más que ‘humalizar’, sería ‘ollantizar’. Ya quisiera este gobierno ‘ollantizarse’", dijo el ex presidente, respondiendo a congresistas de Perú Libre (Foto: Leandro Britto / El Comercio).
/ Leandro Britto

—Se pueden forzar algunos paralelismos entre los primeros meses de ambos gobiernos. En su gestión estaba el conflicto de Conga, ahora es Las Bambas. Un hombre de su entorno, como Omar Chehade, y una década después Cerrón, manejan una agenda propia. Lerner le duró poco en la PCM y ahora Bellido parece tambalear. Usted no era precisamente accesible a la prensa, como hoy sucede con Castillo...

La gran diferencia es el liderazgo. Yo he tomado decisiones dolorosas, porque creo que un presidente debe diferenciar entre lo que quiere, puede y debe hacer. Hay coyunturas políticas y presupuestales que a uno lo limitan.

—Lo que en los actos fue cambiar del polo rojo a la camisa blanca, de La Gran Transformación a la Hoja de Ruta.

Ese fue un simbolismo pero con contenido. En mi gobierno sacamos a un millón y medio de peruanos de la pobreza.

—Lo cierto es que no fue un gobierno precisamente exitoso. En su segundo año ya tenía apenas 36% de aprobación, y el ruido político venía también de quienes lo habían apoyado.

Sí, y quien no comprendió eso fue el sector de la izquierda que nos acompañó. Para ellos, el simbolismo es más importante que el contenido.

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—¿Cuándo se dio cuenta?

En Conga, esa fue una ruptura. El gabinete Lerner trabajó por debajo de la mesa una segunda política que iba contra la que yo había establecido. Nosotros, ya en el gobierno, teníamos que defender la legalidad, era mi primer deber, cumplir las leyes.

—Cuando Castillo eligió a su gabinete, usted comentó que parecía “la comisión política ampliada de la izquierda que ha llegado al poder”. Pero como aliados del presidente hay antiguos colaboradores suyos, como Verónika Mendoza.

Lamentablemente, la izquierda más inmadura en América Latina es la peruana. Y es la única que no ha llegado al poder. Si nosotros hubiéramos mantenido el primer gabinete estaríamos como Castillo hoy. Teníamos a un sector extremista que no había entendido lo que es gestión pública, toda su vida habían sido críticos y opositores. Si los hubiéramos tenido adentro, no habríamos avanzado.

—Volviendo a la actualidad: ¿cuándo fue la última vez que conversó con el presidente Castillo?

Antes de la segunda vuelta. Con él solo. Hemos tenido dos llamadas telefónicas, una me llamó, luego lo llamé. Yo no soy responsable de lo que está haciendo el presidente Castillo, ni le recomiendo personas. Lo que sí creo es que tenemos que ayudarlo. Lo que tiene que hacer es tener clara cuál es la política general, de la cual él es responsable. Si tiene claro eso, que vea dónde ubica la relevancia de este gabinete. Y si no es relevante, pues no debe dudarlo y debe cambiarlo. Todo el gobierno está en crisis por un capricho.

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—En marzo, durante la campaña, reconoció a este Diario que no era una buena idea aplicar una Asamblea Constituyente en estos tiempos. ¿Cuál es su postura, concretamente?

Mi opinión es clara: estamos perdiendo el tiempo, hoy no es viable la Asamblea Constituyente. Yo soy partidario de una Asamblea Constituyente, por eso juré por la Constitución del 1979, no por la de 1993; pero no es viable porque dividiría al país. Hay que separar los simbolismos, el romanticismo, de lo pragmático. No por la Asamblea Constituyente vas a arriesgar una gestión de cinco años de gobierno. En el 2011 nos dimos cuenta de que la constituyente no tenía un arraigo en la mayoría. Cuando uno entra al gobierno ya no hay tiempo para muchas cosas.

—Cuando Bellido anunció la renegociación de Camisea, otra vez apeló a esos gestos: los tuits, la visita personal a la mesa de partes de Pluspetrol...

Eso fue lamentable. Es como cuando el presidente fue al Congreso a pedir la Comisión de Educación. Lo de Camisea está mal planteado. Se ha planteado de manera equivocada la problemática del gas. El problema es la masificación del gas natural.

Ollanta Humala opina que la crisis política actual se centra en las deslealtades en el Gabinete y a la falta de decisiones del presidente Castillo (Foto: Leandro Britto / El Comercio)
Ollanta Humala opina que la crisis política actual se centra en las deslealtades en el Gabinete y a la falta de decisiones del presidente Castillo (Foto: Leandro Britto / El Comercio)
/ Leandro Britto

— Recuerdo su primer mensaje a la Nación, cuando habló de “un Estado que sufre de mal de altura o soroche”. Castillo, en su discurso, dijo que “es la primera vez que nuestro país será gobernado por un campesino, una persona que pertenece como muchos de los peruanos a los sectores oprimidos por tantos siglos”. ¿Funcionan realmente esas dicotomías?

Bueno, yo también podría decir que fui el primer militar que entró al poder por la vía democrática. Pero eso no importante, sino saber si conoce al Estado, al país. Sea profesor de colegio o profesor en Harvard, si no tiene la menor idea... Yo lo compararía con Kuczynski, que también ha sido profesor y mira el desastre de su gobierno.

—Entiendo que usted defienda su gestión, pero entonces uno se pregunta por qué solo obtuvo 230 mil votos en las elecciones recientes. Es 20 veces menos que los que tuvo en la primera vuelta del 2011.

No conozco un caso de un presidente que después de cinco años haya vuelto a postular y haya ganado. De todas maneras hay un desgaste. A las obras hay que añejarlas, darles tiempo para que maduren. Ahora ya estamos viendo qué dicen de nuestro gobierno frente a este gobierno y el de Kuczynski...

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—La valla no es muy alta: uno duró menos de dos años y el otro va dos meses.

Nosotros teníamos problemas, pero otra cosa es hacer el ridículo.

—Acaba de decir que el suyo fue el primer gobierno militar elegido democráticamente. Es 3 de octubre, aniversario del golpe de Juan Velasco. ¿Lo admira igual que cuando andaba con polo rojo en campaña?

Hacer hoy lo que hizo Velasco no sería viable, y eso hay que entenderlo, Otra vez: el simbolismo y el contenido. Lo que hoy se tiene que hacer es un nacionalismo inteligente, y no una interpretación primitiva del nacionalismo, como muchos políticos tienen, por ejemplo en el tema del gas.

—En su libro “De Locumba a candidato a la presidencia”, se puede leer: “Las reformas realizadas a inicios de la década de 1970 por el gobierno del general Velasco Alvarado permitieron aliviar la presión social”. Pero no hay ni una línea del lado B: la dictadura, la censuras, la captura de la prensa...

Como en todo gobierno, habría que hacer un análisis. Pero lo que hoy le interesa al país es que, mientras el Ejecutivo y el Legislativo se acercan al precipicio, el pueblo tiene una agenda distinta: el kilo de pollo está creo ue está en S/10, no hay trabajo, eso le importa a la gente. El problema ahora es que un juego irresponsable del primer ministro, Guido Bellido, está perjudicando a la economía del país. Por un juego de conspiraciones al interior de ese gabinete da la impresión de que al presidente le faltan agallas.

La fiscalía solicitó 20 años de prisión para Humala y 26 años y medio para Heredia por el delito de lavado de activos por los presuntos aportes del Gobierno de Venezuela y Odebrecht para las campañas electorales del 2006 y 2011, respectivamente. (Foto: El Comercio / Archivo)
La fiscalía solicitó 20 años de prisión para Humala y 26 años y medio para Heredia por el delito de lavado de activos por los presuntos aportes del Gobierno de Venezuela y Odebrecht para las campañas electorales del 2006 y 2011, respectivamente. (Foto: El Comercio / Archivo)

-“El tema judicial ha afectado nuestra imagen”-

—En lo que usted ha llamado un “contorsionismo jurídico”, la fiscalía pide 20 años de cárcel por presunto lavado de activos, y el juicio comenzaría este año o a inicios del próximo. ¿Qué espera que suceda?

Desde que entré a la política estoy investigado. Se me está pretendiendo juzgar por algo que en ese momento no era delito. Están utilizando el lavado de activos como un cajón de sastre.

—En una entrevista reciente dijo que “los procesos en Perú son fáciles de abrirse y muy difíciles de cerrar”.

Me ratifico: no hemos cometido ningún delito, pero se nos ha tratado de la peor manera, a mí y a mi familia, afectando derechos fundamentales.

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—Su caso se enmarca en un contexto que abarca los últimos veinte años, donde varias campañas han tenido aportes cuestionados. Desde Toledo hasta Cerrón y Los Dinámicos del Centro. Parafraseando a Nadine Heredia, su esposa, ¿tan difícil es postular derecho?

No puedo hablar de los otros casos. En mi caso, se me denuncia por un supuesto delito que en esa época no lo era. O sea, podríamos juzgar a Pizarro por la muerte de Atahualpa, porque antes no había lesa humanidad y ahora sí... Estamos enfrentando todo dando la cara.

—¿Teme ir a la cárcel otra vez?

No. He asumido momentos muy duros, como ese o cuando he estado en zonas de emergencia o en la Cordillera del Cóndor...

—Fuera del drama familiar, ¿sintió que su vida política terminaba?

No, para nada. Pero evidentemente el tema judicial después del gobierno, totalmente abusivo, ha afectado en nuestra imagen.

—El Partido Nacionalista perdió la inscripción. ¿Qué viene ahora?

Hay que tomarlo con calma. Vamos a empezar a reanudar los viajes al interior del país, tener contacto con la población, establecer una nueva propuesta política de acuerdo a la coyuntura. Lo que se hizo en el 2006 y el 2011 no necesariamente es aplicable hoy.

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