(Ilustración: Giovanni Tazza/ El Comercio)
(Ilustración: Giovanni Tazza/ El Comercio)
Fernando Vivas

Marco indispensable: el gobierno hizo cuestión de confianza por reformas que incluían novedades como paridad con alternancia, elecciones primarias, adiós al voto preferencial, sanciones a los aportes oscuros, reducir la inmunidad al mínimo. El Congreso dijo sí el 5 de junio pasado.

Si el paquete no se respetaba en sus ‘esencias’ (la palabra se usó y quedó en nuestra jerga), era de esperar una decisión drástica de quien ya había planteado un referéndum y dos cuestiones de confianza.


¿Se respetaron las ‘esencias’? No todas, pero el primer ministro Salvador del Solar estuvo tete a tete con Rosa Bartra en la discusión de algunas e hizo declaraciones conciliadoras, cerrando la posibilidad de pechar por ellas. Quedaba un ítem que parecía insalvable, la paridad y alternancia, pero se concedió la vigencia del voto preferencial y un espontáneo abrazo de Marisa Glave a Luz Salgado selló el asunto.

Se mantuvo un escollo, la inmunidad parlamentaria, a la que la mayoría hizo ajustes insuficientes. He ahí una razón por la que se esperaba que el gobierno tuviera un gesto en un rango que iba desde escupir fuego hasta tragarse el sapo en aras de los planes de competitividad y de infraestructura promulgados el 28 y de las tantísimas medidas reseñadas en el mensaje a la nación. prefirió escupir fuego. ¡Planteó adelanto de elecciones!

—Varias cosas a la vez—
Por supuesto que hubo otras alternativas que el presidente caviló. La aplicación diferida de la cuestión de confianza(‘me dijiste que sí, pero ahora veo que no me haces caso’) flotó en el ambiente, pero no tenía sustento constitucional. Forzar una nueva cuestión de confianza o plantear un referéndum sobre los puntos en desacuerdo eran otras posibilidades. Pero Vizcarra quiso hacer algo más melodramático. ¡Adelanto de elecciones! Y una fuente de la PCM me dice que Salvador del Solar acompañó la decisión desde un primer momento y que el proyecto de adelanto ha sido desarrollado por el equipo del Minjus y de la propia PCM.

¿Alguien, fuera de la PCM, asesoró y/o metió carbón al presidente? Indago ante un congresista que lo conoce bien. “Él es su principal asesor”, me responde. Un exministro que también lo conoce me dice: “Esta es una decisión tomada con muy pocas personas”. Rafaella León, la autora de “Vizcarra, retrato de un poder en construcción”, me dijo que esto confirma “la necesidad de Vizcarra de demostrar su desprendimiento” y, añado, su desapego al poder limeño.

Estamos notificados de la radicalidad del presidente para tomar decisiones drásticas y contagiarlas a su equipo, pero, si ya había optado por el adelanto en su fuero íntimo, ¿cuáles fueron los condicionantes y detonantes de su decisión?

Le pregunté a una fuente de su entorno si hubo una gota que colmara el vaso y me respondió: “No, fue una suma de varias cosas”. Es más, me aseguran que el panorama de la correlación de fuerzas en el Congreso, con Fuerza Popular retomando la Mesa Directiva, no era crucial para Vizcarra y que la alternativa de Daniel Salaverry le era casi indiferente. Solo le entusiasmaba a su exigua bancada y a ministros congresistas como Gloria Montenegro y Vicente Zeballos, y al propio Del Solar, que cometió la temeridad de preguntarle a Janet Sánchez, presidenta de la Comisión de Ética, por el expediente de Salaverry, sin prever que esta se victimizaría como presionada, antes de cambiar de bando.

Como prueba de que fue una suma tóxica más que un solo detonante, mis fuentes citan el acta de la sesión de Consejo de Ministros del 24 de julio, que consigna que Vizcarra propuso el adelanto de elecciones, un día antes de la votación en el pleno sobre la inmunidad parlamentaria y tres días antes de la elección de Pedro Olaechea.

Sin embargo, sí hay un arma de la oposición a la que Vizcarra no es en absoluto indiferente: ¡Chávarry! En el mensaje del 28, le dedicó unas palabras recordando que el Congreso lo seguía blindando. Es cierto que, en la narrativa de la lucha anticorrupción, Chávarry es el enemigo emblemático de los fiscales justicieros y se le asocia a Los Cuellos Blancos; pero, además, para Vizcarra provoca un escozor adicional: bajo su gestión como fiscal de la Nación, el fiscal Walker Ríos reabrió un viejo caso moqueguano que lo salpicaba. Aunque el asunto volvió a archivarse, he ahí una razón para que el presidente sienta que el blindaje a Chávarry es la prueba de que sus enemigos quieren lo peor para él. Sumada esta espina a los otros factores, estamos cerca de entender por qué se decidió a acabar con muerte súbita una bronca que dura varias temporadas. Me contaron que el consejo del 24, en el que lanzó la idea del adelanto electoral, se remontó hasta la censura de Jaime Saavedra. Ello da una idea de que, al menos para Vizcarra, la propuesta de adelanto de elecciones resume un enfrentamiento de poderes anterior a sus conversaciones con Keiko Fujimori al suceder a PPK.

¿De quiénes se rodeó? Mis fuentes han visto a Maximiliano Aguiar, el asesor de comunicaciones, y a Iván Manchego, su amigo y asesor moqueguano, en los días previos al mensaje. De hecho, ese estrecho círculo vizcarrista, más el ministro Zeballos, el propio Del Solar y la secretaria general de Palacio, Mirian Morales, han estado en el proceso de cocción de la propuesta. A Morales, incluso, la vimos acompañar a los ministros al Congreso.

Vizcarra, por desconfiado o acaparador de poder, no suele convocar a gurúes, ni líderes de opinión ni expertos para que le den sus pareceres. Palacio monitorea opiniones y, claro, lee encuestas, pero es Vizcarra el que cavila y decide. Del Solar se ha cuidado de no dejar entrever diferencias con el presidente, pero sé, por fuentes de la PCM, que la ronda de diálogo con las bancadas para calmar las aguas y que el Congreso no responda en caliente es idea suya. Las mismas fuentes me confirmaron que ya hubo llamadas para coordinar una reunión con Pedro Olaechea, pero este tiene un pasajero problema de salud. Esperemos que le baje la fiebre al presidente del Congreso y a todos los actores de esta crisis.