(Ilustración: El Comercio / Giovanni Tazza)
(Ilustración: El Comercio / Giovanni Tazza)
Fernando Vivas

El cariño era sincero. Maiman ya era pata de Toledo antes de que este fuera monedita de oro con su banda presidencial. Tenían cosas en común: ambos fueron peruanos con más aspiraciones que las que el establishment de cuatro décadas atrás les concedía a un judío y a un cholo con cartón de economista. Además, les gustaba la farra y aunque diferían en gustos musicales –a Maiman le vacila el criollismo y Toledo fue desarrollando un gusto obligado por lo andino–, el tan humano deporte de conversar con un vaso en la mano fue superior a cualquier otra afición compartida. Véase para el recuerdo el video de Las Brisas del Titicaca y los cubos de hielo entre los dedos. Eso es amistad.

Lo que no queda claro es cuándo empezó y cómo se afianzó la patería. Maiman no ha podido precisar, ni en la reciente entrevista que dio a Efe ni en una que me dio en abril, cuándo hicieron clic. Esa vez dijo: “Lo conozco, hasta donde recuerdo, cuando vuelve de su primer título [Economía y Administración de Empresas en la Universidad de San Francisco]. Nos encontramos en un partido de fulbito, jugando ambos, una conversación de camerino [...] Mantuvimos un contacto no muy cercano. Él se fue a Stanford, yo a Cornell”.

Ese breve encuentro debemos situarlo en 1970, cuando Toledo hizo una visita familiar al Perú antes de mudarse de San Francisco a Silicon Valley, 40 km al sur, a la Universidad de Stanford. Pero es muy difícil que se generara una amistad aquella vez, pues Alejandro pasó luego varios años en EE.UU. y Europa, y Maiman se fue a Israel alrededor del 72. Durante el primer gobierno de García, Maiman y su empresa de asesoría financiera (su representante local era Víctor Joy Way, futuro primer ministro de Fujimori) fueron encargados de comprar bonos de la deuda externa por el entonces ministro de Economía Luis Alva Castro. El asunto acabó en escándalo cuando García decidió ajustar cuentas con los autores de una operación que, al parecer, se hizo sin su venia. Maiman se esfumó.

Saltemos a la década del 90: “En el 95 [cuando Toledo se lanzó por primera vez a la presidencia] no estuve cercano a él. El contacto habrá sido cada tres años. Era como si nos hubiéramos visto ayer pero no era para vernos mañana. Pero había cariño mutuo. [...] En el 2000 no estuve en el Perú”, relató Maiman.

Por lo tanto, podemos confiar en que la profunda amistad que sí consta en fotos y testimonios es palpable solo desde la caliente campaña del 2001. Antes solo fue empatía. A Eliane Karp, Maiman contó que la conoció en Jerusalén, cuando ella era ‘roommate’ de una novia suya y él hacía su servicio militar. Se reencontraron en Tel Aviv, en los 90, cuando estaba separada de Alejandro y trabajaba en un banco. La amistad profunda, según Maiman, no era con ella, sino con él.

Es en el 2001 cuando Maiman cobró fama de amigo de Toledo gracias a una infidencia de Álvaro Vargas Llosa, quien contó que, en un yate en República Dominicana, Alejandro le sugirió que comprara el Canal 2. Al respecto, Maiman me respondió que le dijo a su pata: “Ya tengo un dolor de cabeza [era dueño de un canal en Israel], ¿para qué voy a tener otro?”.

Por supuesto, es más que probable que Maiman, que ya tenía experiencia en combinar negocios y tratos con políticos en América Latina y el Medio Oriente, buscara hacerlo con el favorito en las encuestas. Admite que se frustró un negocio petrolero que quiso hacer entre Ecuador y el Perú, y niega que tuviera que ver, como se denunció, con compras de armas.

—Todo fue por vacilón—
Para cortar las preguntas sobre los negocios pasados y posibles, Maiman insiste en que su relación con Toledo presidente fue, básicamente, “por vacilón”. Y rebosa en anécdotas de lo bien que la pasó en el quinquenio de su pata: “Ser amigo del presidente cuando está gobernando es casi mejor que ser presidente”, comentó a Efe. En entrevista a este Diario, narró la famosa vuelta al mundo de Toledo en el avión presidencial, cuando le dio el encuentro en China. La sola invitación a reunirse en medio del boato de las visitas de Estado con Alejandro y el ‘Gordo’ Adam Pollack era la dicha total. Recordó, riendo, que la prensa había bautizado a Pollack el ‘primer amigo de la nación’. Los otros dos le pusieron a él el ‘segundo amigo de la nación’.

Pasaron los años y las revelaciones de Ecoteva y Lava Jato con los US$20 millones que, según Jorge Barata, recibió Maiman en nombre de Toledo, cual cajero y cómplice. Y llegamos a febrero de este año, cuando el Ministerio Público allanó la residencia de Toledo en Camacho y el juez Richard Concepción le dictó orden de prisión preventiva. Entonces Maiman y su abogado en el Perú, Julio Mazuelos, consideraron seriamente la figura de la colaboración. Un amigo de Maiman me comentó que conversó con él y le dijo que –al margen de qué fuese lo que más le convenía a su defensa– era lo menos que podía hacer por haber contribuido a un caso histórico de corrupción en el Perú. Maiman habría sido receptivo al consejo.

Entre fines de marzo y comienzos de abril empezaron las negociaciones con el fiscal Hamilton Castro (con la fiscal Manuela Villar, del Caso Ecoteva, no hay ese trato). Castro envió a Tel Aviv un médico del Instituto de Medicina Legal, ente del Ministerio Público. Luego viajaron funcionarios de la fiscalía y, recientemente, el propio Castro. ¿Por qué la primera visita la hizo un médico? La presunción es que Maiman necesita viajar a Francia para seguir un tratamiento médico (lo operaron unos meses atrás) y no podría hacerlo con una orden de captura. Esa sería otra razón para animarlo a negociar prerrogativas judiciales en lugar de complicarse la vida.

Cuando en abril le consulté sobre el contenido de la colaboración eficaz, se negó de plano a hablar sobre ello. Tampoco mencionó el contenido de esta en el par de entrevistas que tuvo con Gustavo Gorriti ni en la que dio a Efe. Pero es obvio que ya empezó a ser elocuente con Castro, pues el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, ha confirmado que ya está inmerso en la colaboración eficaz. Y si bien es presumible que confirme que recibió millones de Odebrecht y de otras fuentes como Camargo Correa en nombre de Toledo, y que la inversión en Ecoteva y en el dinero para pagar las hipotecas de las casas del ex presidente está relacionada con ello, no sabemos cuánto más cantará.

¿Cuántos terceros envueltos en la trama serán cubiertos por el silencio selectivo de Maiman?, ¿cuánto llegaremos a saber sobre negocios de este con Odebrecht y Jorge Barata?, ¿Toledo tuvo participación en todo ello? Esas son preguntas que dependerán del cuchareo de la colaboración eficaz y de cuán dispuesto o urgido el ‘segundo amigo de la nación’ está en convertirse en el primer acusador de su ex amigo.

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