(Foto: Rolly Reyna/ El Comercio)
(Foto: Rolly Reyna/ El Comercio)
José Carlos Requena

El planteamiento presidencial para llevar a las parciales reformas política y de justicia tendrá un importante y poco resaltado daño colateral: opacar aún más las elecciones subnacionales, que se esperaba sean el principal acontecimiento político del segundo semestre del 2018.

El gran desánimo en torno a los comicios de octubre próximo estaba ya plenamente instalado en la ciudadanía antes del mensaje a la nación del 28 de julio. La encuesta nacional de GfK de julio, por ejemplo, indicaba que solo uno de cada tres electores (33%) manifestaba estar “poco o algo informado” sobre los candidatos a la alcaldía de su ciudad. Contra lo que la contaminación visual de las principales ciudades del país podría hacer creer, el dato echa por tierra la creencia de que toda política es local.

La situación en Lima puede ser ilustrativa del mayoritario sentir nacional. En julio, la medición mensual de El Comercio-Ipsos —a ser actualizada este mes, el próximo domingo 19— mostraba el gran desánimo entre los electores capitalinos. El puntero (Renzo Reggiardo, Perú Patria Segura) no superaba el 20% (16%), mientras la segunda opción con mayor preferencias era el “blanco/nulo” (12%).

Además, las distancias entre la política subnacional y la parlamentaria son inmensas y evidentes. Solo considerando los partidos con presencia en el Congreso y sus candidaturas a Lima, se puede notar la gran apatía y desconocimiento de las principales fuerzas parlamentarias en la arena municipal.

Ningún candidato a la Alcaldía de Lima proveniente de los partidos con bancada (Alianza para el Progreso, Acción Popular, Peruanos por el Kambio, Fuerza Popular, Nuevo Perú o Frente Amplio) supera el 3% de la intención de voto. El histórico Partido Aprista ni siquiera fue capaz de presentar candidato.

Además de la distancia, reina el desconocimiento. Según el mismo sondeo de El Comercio-Ipsos, al candidato de Fuerza Popular, Diethell Columbus, no lo conocen seis de cada diez encuestados (62%). En situación similar se encuentra Jorge Villacorta, el postulante del partido oficialista.

Con tal desinterés, sería un exceso atribuir a los anuncios del presidente Martín Vizcarra una relación directa con la apatía generalizada respecto a los próximos comicios. Pero el cambio de eje de debate político, consecuencia del mensaje presidencial de Fiestas Patrias, podría terminar dándole a las elecciones de octubre una suerte de tiro de gracia.

El referéndum, sin duda, tiene otras bondades. Santiago Pedraglio, por ejemplo, dice que “el referéndum permitirá acercar la política a la gente cuando, precisamente, el alejamiento ha dañado la confianza en el sistema político y el Estado” (“Perú21”, 10/8/2018). No le falta razón.

Pero el costo será, inevitablemente, la mayor pauperización de la campaña electoral y los comicios, que –como ya se dijo- estaban muy apocados aun antes del último aniversario patrio. A menos de dos meses de que tengan lugar, las del 7 de octubre bien podrían denominarse “antielecciones”.