César Villanueva es congresista de Alianza para el Progreso. En el gobierno de Ollanta Humala también fue primer ministro. (Foto: Juan Ponce)
César Villanueva es congresista de Alianza para el Progreso. En el gobierno de Ollanta Humala también fue primer ministro. (Foto: Juan Ponce)
Jaime de Althaus

El primer ministro César Villanueva explica las propuestas de reforma política planteadas por el presidente Martín Vizcarra. Afirma que son planteamientos de base, que el Legislativo podrá mejorar.

—Hay unanimidad entre los especialistas en que la no reelección de los congresistas es inconveniente para la generación de una clase política experimentada en el Parlamento, los buenos no podrían hacer una carrera política. Es populista. ¿No hay manera de retirar esta parte del referéndum o de llegar a algún acuerdo con el Congreso para retirarlo?
No es una medida populista. Populista sería seguir vías no institucionales y no es el caso. Lo que hay es una propuesta que busca ganar la legitimidad ciudadana para iniciar una reforma política. Son tres los planteamientos que estamos haciendo allí, de base, pero que el Congreso obviamente podrá mejorar, aportar. Eso sin duda alguna. Lo que hacemos es poner en debate el tema, porque si no, no hay manera de discutir qué es lo mejor para el Congreso.

—¿Cabría la posibilidad de acordar con el Congreso el retiro de esta parte de la propuesta?
Yo no diría el retiro, sino mejorarla.

—¿Cómo se puede mejorar eso?
Modificarse, ver una forma distinta, pero nosotros estamos planteando una no reelección, sin duda. Hay la necesidad de alternancia. Hemos tenido congresos con gente experimentada y siempre han estado en la crítica, pero sin duda una carrera política bien planteada desde abajo siempre es saludable.

—Si el Congreso rechazara esta parte del referéndum, ¿el Ejecutivo haría una cuestión de confianza?
Nosotros no queremos modificar los cuatro puntos que tenemos allí, pero tampoco estamos en la situación de decirle “los vamos a sacar o los vamos a dejar tal cual”. Hemos planteado el debate, que el Congreso debata y vamos a ver. Que puedan tener aportes y buscar una modificación, siempre es posible. Lo que no queremos es que se cambie la esencia de las propuestas.

—¿Pero a usted le parece positiva realmente la no reelección de los congresistas?
Yo no veo que las reelecciones hayan dado un fruto tampoco. Los partidos tendrían que atraer más gente, mejorando las vallas obviamente. Sin duda. No queremos un Congreso que se enquiste, sino que se renueve constantemente.

—Ahora, claro, el problema es que esta propuesta es popular. Ni siquiera el Congreso la va a querer retirar. ¿Y si la reemplazamos por la disolución del Congreso sin expresión de causa, sin esperar a que haya dos gabinetes censurados, por ejemplo, o por la eliminación de la inmunidad parlamentaria?
Pienso que no es un problema que esta propuesta sea popular. Pienso más bien que esta propuesta busca ganar la legitimidad ciudadana. Lo de la disolución generaría más debate todavía. Por otro lado, eliminar la inmunidad parlamentaria es algo que se ha debido hacer hace tiempo, como también mejorar la calidad del Congreso. Si es una iniciativa del Congreso, me parece correcto, en buena hora.

—Ahora, parece que en octubre ya sería imposible la realización del referéndum.
¿Por qué? Creemos que se puede, si hay un esfuerzo, si hay una voluntad del Congreso de acelerar los procesos.

—Pero hay algunos temas que requieren mayor análisis…
Nosotros hemos hecho un cronograma interno para ver cuán elásticos son los tiempos y en el peor de los casos se puede hacer junto con la segunda vuelta [de las elecciones de este año], en diciembre. Lo que pasa es que hay situaciones complicadas, tanto en el tema del Consejo Nacional de la Magistratura, que no puede esperar más, e igualmente en la situación crítica en que se encuentra el Congreso, donde lo saludable es renovar.

—¿El Congreso está actuando con la celeridad necesaria?
Daniel Salaverry, como presidente del Congreso, le está dando atención y celeridad. Ahora le toca a la Comisión de Constitución. Han convocado para este martes al ministro de Justicia para que sustente. O sea que la comisión está dentro de los plazos razonables para poder realizar el referéndum antes de fin de año.

—El proyecto del establecimiento de la bicameralidad sí está bien pensado. Pero hay quienes sostienen que 130 congresistas en total, y solo 100 diputados, sería muy poco para que haya una adecuada representación…
Al contrario, el sistema de elección que hemos propuesto, en macrorregiones para los 30 senadores [el proyecto de ley del Ejecutivo habla de macrodistritos] y en microdistritos electorales para los 100 diputados, implica una mejor distribución de los diputados en el interior de las propias regiones para que haya mejor representación que en la actualidad. Por ejemplo, Áncash tiene una zona costera y tiene una zona andina, pero normalmente la elección es de la zona costera, que tiene una mayor población, y esa elección no es representativa de la zona andina. Entonces una distribución de este tipo generaría una mayor cercanía entre la población y su representante. Otro ejemplo es Lima, que tiene 36 congresistas, pero la mayor parte de los limeños no los tiene cerca. Entonces, un microdistrito electoral podría ser, por ejemplo, San Juan de Lurigancho, que tiene una población grande, que tenga una cercanía a sus diputados. Pues hoy los congresistas y los partidos políticos están alejados de la población.

—En ese ejemplo estaríamos hablando de un distrito electoral binominal en la costa de Áncash y otro distinto en la sierra de Áncash...
Pero debe quedar claro que la determinación final de los distritos electorales se realizará por ley. El Congreso lo debatirá, lo que no quita que el Ejecutivo haga llegar una propuesta que se ajuste a la Constitución.

—Moquegua o Tacna de repente tendrían que unirse para formar un distrito electoral, pero eso puede generar resistencias...
No, en el caso de diputados estamos terminando de mapear para, cuando corresponda, presentar una iniciativa legislativa al Congreso. Se trata de una distribución técnica, con todos los criterios de población, distribución o realidad geográfica, cuencas...

—Relaciones económicas también...
Fundamental, porque lo que queremos es empujar estos corredores económicos.

—O sea que no necesariamente todos los distritos van a tener la misma población, sino que se delimitan en función de las relaciones económicas y sociales.
Exactamente. Es lo que queremos potenciar. Un Congreso con diputados y senadores representativos del propio potencial que tiene el país. Un Congreso que sea una bisagra real entre la población y las decisiones políticas que se tomen en el país.

—Fernando Tuesta sostiene que debe dejarse la definición del número de congresistas a la ley orgánica y no a la Constitución, porque ese número puede variar en función de cambios demográficos. ¿Por qué poner el número en la Constitución?
Bueno, porque hay un rechazo de la población que considera al Congreso como un ente burocrático, ineficiente y hasta corrupto. Entonces, puedes decir que vas a aumentar el número con el mismo presupuesto, pero la población no te lo cree, pues. Lo que queremos es que la población participe, que vayamos a esta reforma… si no, no vamos a empujar nunca el cambio.

—Ahora, los 30 senadores se elegirían en macrodistritos. ¿Cuántos serían?
Estamos pensando en seis macrodistritos.

—Ya. O sea que habría cinco congresistas por distrito.
Más o menos.

—Ahora, para la elección de los senadores se ha eliminado el voto preferencial, lo cual está muy bien porque es fratricida. Pero se mantiene para elegir diputados, en los distritos binominales. No se entiende…
Es que la lógica de la elección para los diputados pasa por la representatividad, por lo que resulta coherente que el elector haga uso del voto preferencial para que elija a quien lo representará mejor; a diferencia del Senado, donde se busca fortalecer la gobernabilidad.

—Igual, si soy candidato voy a terminar compitiendo contra mi compañero de partido para que voten por mí y no por él. Es decir, repetimos la lucha intrapartidaria. ¿Por qué?
Si se lee así hay un error. Pero no es lo que estamos buscando con el voto preferencial. Estamos eliminando el voto preferencial en el Senado, pues allí deseamos que se fortalezca la gobernabilidad y, efectivamente, el voto preferencial no ha contribuido a ello. Es distinto para la Cámara de Diputados, donde queremos fortalecer la representatividad. Y allí sí funciona el voto preferencial.

—Bueno... Ahora, se podría agregar algunas otras reformas. Por ejemplo, que los candidatos a la presidencia puedan ser automáticamente candidatos al Senado, para convertir el Senado en un alto foro político, en donde estén las cabezas...
Por ejemplo, ese puede ser un agregado que se discuta en el Congreso. De eso se trata, de haber puesto la pelota en la cancha y vamos a jugar ahí, juntos, Congreso y Ejecutivo.

—A propósito, si tuviéramos un Senado en este momento, quizá no pasaría este proyecto de ley que se ha aprobado en el Congreso sobre Essalud que le genera un forado gigantesco. ¿El Ejecutivo lo va a observar?
Varias leyes no hubiesen pasado con un Senado reflexivo, que es un filtro de calidad y de visión nacional realista. Sería irresponsable aceptar esta ley. Genera un problema muy serio que quebraría Essalud. Tenemos que observarla.

—Ahora, me ha parecido interesante la división de funciones entre senadores y diputados. Los senadores revisan los proyectos aprobados por los diputados, salvo dos excepciones: las reformas constitucionales y las leyes orgánicas. Y, por otro lado, la Cámara de Senadores es la que aprueba la ley de presupuesto.
Tenemos que hacer un presupuesto que cierre brechas y eso significa hacerlo no por sectores, sino por grandes ejes territoriales, grandes ejes estratégicos. Porque en la discusión actual cada congresista, con razón, quiere el presupuesto para su pueblo. Y el resto de pueblos no importa. El Senado tiene una visión mucho más global, mucho más territorial.

—Y macrorregional…
Exactamente. Y eso tiene que ver con los grandes corredores económicos, con la división de las cuencas, una visión del presupuesto más relacionada con las brechas. Con el sistema actual el presupuesto se termina fraccionando para que todos puedan tener un poco. Se atomizan los proyectos.

—¿Por qué no se ha aprovechado para proponer la elección del Congreso con la segunda vuelta presidencial o después, como es en Francia, para que haya más probabilidades de que el presidente tenga mayoría y no le pase lo que le pasó a Pedro Pablo Kuczynski, por ejemplo? Es muy difícil gobernar con una mayoría en contra...
Sí, hay elementos como esos que deberían ser los agregados que se hagan en el debate en el Congreso. Los tres puntos que estamos poniendo no constituyen la reforma política total. Es el inicio de un proceso para reformar un Congreso anquilosado, ya casi oxidado en formas tradicionales. Lo mismo en el caso del sistema judicial. No todo lo que estamos planteando es todo lo que se necesita. Hay que ir caminando. Pero lo fundamental es que estas dos columnas de reformas son las que el Perú requiere con urgencia.

—Otros temas: usted anunció que el tránsito al régimen de la ley de servicio civil meritocrático en todo el Estado tendrá apoyo político. No se aprecia hasta ahora.
Estamos trabajando con Servir, con Carlos Cortés, buscando cuáles son los mecanismos que nos ayuden a mejorar la calidad de los gerentes en los tres niveles: local, regional y nacional. Porque la inversión que se haga en estos gestores va a ser largamente redituada con los resultados que debes tener. El gobierno digital es algo que se debe implementar y no es un problema de plata, es un problema de decisiones políticas que tenemos que tener a todos los niveles para que lo digital llegue hasta las comunidades. Con el mismo presupuesto lo puedes hacer. Porque van a ahorrar papeles y tiempos. Estoy ilusionado con la posibilidad de que implementemos eso lo más rápidamente posible. Un alcalde se pasa en Lima cerca de 168 días al año. ¿Cuánto cuesta eso, cuando esas gestiones las puedes hacer con un enlazamiento digital?

—Otra reforma importante es la de la descentralización. Hay ineficiencia y mucha corrupción en los gobiernos subnacionales. Sin embargo, se ha anunciado que se les va a incrementar su presupuesto de 30% a 40%, cuando en realidad ya ejecutan casi el 65% de la obra pública. ¿Vamos a transferir más dinero sin haber fortalecido la capacidad central de control, de monitoreo, de planificación?
Es buena tu observación. Lo que vamos a hacer es redistribuir presupuesto del Gobierno Central a los gobiernos locales. Y hacerlo a tiempo para que puedan ejecutar. Pero antes de esa redistribución, lo que se ha hecho es reforzar la contraloría. Las oficinas de control ya no dependen de las entidades controladas, sino que ahora son pagadas por la contraloría. Y Nelson Shack ha construido una metodología para hacer una supervisión durante y posinversión, como en la reconstrucción. Exactamente lo mismo que se va a hacer en todos los niveles.