(Foto: Presidencia)
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Diana Seminario

Quiero un para antes de fin año, si no, cierro el Congreso… Aquí tiene usted su referéndum. Quiero que a las propuestas que envié al Parlamento no se les cambie ni una coma: tenga usted sus propuestas... Hay una que ya no me gusta, porque le han cambiado el sentido a lo que yo quería, me opongo. ¡Bravo, presidente! ¡Pero qué se habrán creído estos congresistas, cambiar un proyecto de ley de reforma!... ¡Ganamos! ¡Bravo, presidente !, ahora tiene usted el país a su disposición para hacer lo que quiera… Y si puede gobernar, también.

Perdonarán la licencia, pero eso es más o menos lo que como país hemos vivido en los últimos meses. Con un Congreso desprestigiado y sometido a la voluntad de un mandatario a quien le dijeron que si “pechaba” al Parlamento ya no sería un presidente que nació débil y con respirador artificial, sino que se consolidaría como un mandatario fuerte.

Vizcarra, con el 85% de la población que respaldó sus propuestas, se tomó ayer un respiro para decir que con los resultados oficiales en unos días dará un mensaje a la nación para explicar y detallar cómo se van a ejecutar las reformas aprobadas en el referéndum. Como anotaba ayer Juan Paredes Castro en estas páginas, “estamos frente a cuatro reformas que –por ajustes aquí y allá– llevarán a más de 50 cambios en la Constitución”. Así que hay mucho por explicar y detallar.

Para nadie son una sorpresa los resultados de ayer, pues la oferta del Ejecutivo corrió sola en un país sin oposición de ningún tipo. Vizcarra supo capitalizar a su favor un sentimiento ciudadano de rechazo a toda clase de corrupción, pero ¡cuidado! No vaya a creerse que con este resultado hemos renacido como país, que con la nueva Junta Nacional de Justicia todos los jueces serán buenos y probos, que con la no reelección de congresistas los nuevos parlamentarios serán todos intachables y que con regular el financiamiento de las organizaciones políticas los partidos peruanos serán un ejemplo para las democracias de América.

Son demasiadas las expectativas generadas en una población impaciente que reclamará por lo que le prometieron, que ya se cansó de que le sigan marcando el camino los mismos que después piden que les “devuelvan su voto”. No juguemos con fuego.
Esperamos, sinceramente, que ahora se pueda pasar a un período de calma y que el mandatario empiece a gobernar y a ocuparse de los temas pendientes del país. Queremos ser optimistas con esto, pero lamentablemente no hay indicios de que esto sea así. Confrontar a una casi inexistente oposición da réditos.

Se acabó el recreo, señor presidente, ahora que ya logró su objetivo y se siente un presidente legitimado por las urnas, a ver si empieza a gobernar y se apura en completar su Gabinete, que le han renunciado dos ministros en menos de una semana, por temas bastante delicados. Pero no pasa nada, ganó el Sí, Sí, Sí, No del referéndum y la aprobación del presidente Vizcarra es de 71%. Tranquilos, que todo lo demás puede esperar.