La Casa del Pueblo, sede del Partido Aprista, reúne a diario a estudiantes y beneficiarios de servicios sociales. Ayer, el testimonio de Atala generó un ambiente de incertidumbre entre los simpatizantes. (Foto: Manuel Melgar / GEC)
La Casa del Pueblo, sede del Partido Aprista, reúne a diario a estudiantes y beneficiarios de servicios sociales. Ayer, el testimonio de Atala generó un ambiente de incertidumbre entre los simpatizantes. (Foto: Manuel Melgar / GEC)

No todos los días se conoce a un aprista decepcionado de su propio líder. Pero en la Casa del Pueblo, en Breña, hay muchos que lo están.

Uno de ellos es Mercedes, una mujer mayor que recibe atención médica en el Policlínico del Pueblo, ubicado en la misma sede del partido político vigente más antiguo del país: “Esta situación ensucia toda una historia. Nos mancha a todo el ”, sostiene.

Mercedes lo dice con una Biblia entre las manos. Debe haberla leído una docena de veces en su vida porque no demora ni un minuto en encontrar la frase que buscaba: “Profesando ser sabios, se hicieron necios en semejanza [...] de imagen de hombre corruptible”. Mercedes cree que el poder y el dinero corrompieron al ex presidente .

¿Cómo actuar cuando uno se siente defraudado por quien se comportaba como hermano mayor, como padre? Mercedes cierra la Biblia y responde: “Separarse debe ser difícil, pero este ya es un golpe muy fuerte para nosotros”. Todos los demás pacientes que rodean a Mercedes, sentados en la sala de espera, asienten con la cabeza.

Son las 10:30 a.m. En uno de los televisores de la Casa del Pueblo se escucha al fiscal José Domingo Pérez repetir las declaraciones de ex vicepresidente de Petro-Perú confesando que el dinero que Odebrecht le depositó era en realidad para el ex mandatario: US$1,3 millones en varias entregas.

—Cara opuesta—
Al otro lado de la pared, en el patio principal de este bastión aprista, ocurre todo lo contrario. Un grupo de cocineros y comensales del ‘menú del pueblo’ cree que Miguel Atala solo busca obtener beneficios penitenciarios con sus declaraciones vinculadas al dinero de Odebrecht.

“No pueden manchar la imagen del presidente Alan García sin pruebas”, coinciden los ahí presentes.

A las 3:00 p.m. los televisores de la Casa del Pueblo muestran a un grupo de congresistas apristas defender la imagen de su ex líder.

“Declaraciones de ese tipo tienen que ser corroboradas, contrastadas y estar acompañadas de pruebas, puesto que el solo señalar a una persona que está muerta como la autora de un delito sería sumamente fácil para cualquier otro inculpado”, declaraba Mauricio Mulder.

Su colega Jorge del Castillo atribuye la declaración de Atala a una versión para liberarse de responsabilidad.

Más temprano, el ex canciller y militante aprista Luis Gonzales Posada confesaba su pesar, desconcierto y hasta dolor por la información, aunque dijo que está a la espera de una confirmación probatoria. “No puedo negar que al recibir la noticia me ha impactado de manera enorme, desde el punto de vista emocional”, reconoce.

—Fojas cero—
Aunque decepción y negación conviven en la misma sede del Partido Aprista, inaugurada en 1970, hay algo en lo que sí coinciden todos los apristas en la Casa del Pueblo: en que el partido está en crisis y debe reestructurarse.

“No es que el partido necesite una renovación. Si no realiza una profunda reingeniería va a desaparecer. Es como reconstruir una ciudad después de un terremoto. La crisis del Partido Aprista es estructural y moral. Es todo un trabajo de reagrupamiento”, dice Daniel Parodi, historiador y docente de la Universidad de Lima y la PUCP.

Con él coincide el analista político y periodista Pedro Tenorio. “Los simpatizantes apristas están golpeados, desorientados. Obviamente no esperaban la noticia del suicidio, y luego de que ocurrió, menos aun esperaban escuchar lo que confesó Miguel Atala, a quien consideraban amigo de García. Este es uno de los golpes más fuertes que ha sufrido el Apra en los últimos años. Sería la ratificación de una leyenda, de una sospecha que acompañaba a García durante décadas”.