El Pleno del Congreso decidió ratificar esta tarde a los miembros de estas dos comisiones ordinarias para esta legislatura. (Foto: Agencia Andina)
El Pleno del Congreso decidió ratificar esta tarde a los miembros de estas dos comisiones ordinarias para esta legislatura. (Foto: Agencia Andina)
Maria Alejandra Campos

Ya solo queda un día para que se cumpla el plazo al que se acordó con el presidente Vizcarra y que Daniel Salaverry tantas veces ha declarado querer honrar. El pleno de hoy tiene en agenda debatir los dos dictámenes de las reformas pendientes: bicameralidad y no reelección de congresistas. Mientras escribo esta columna, el segundo aún no empieza a ser debatido en la Comisión de Constitución.

Lo más probable es que solo un dictamen llegue al pleno y el otro quede para el jueves. Eso significa que la no reelección va a tener a lo mucho un puñado de horas de debate en comisión y diez o doce en el pleno, lo cual da muy poco tiempo de reflexión a un tema que no cuenta con fundamentos sólidos para ser aprobado.

Hay tres argumentos en la exposición de motivos del proyecto de ley del Ejecutivo que lindan con lo falaz. El primero es que otras autoridades no pueden ser reelegidas. Ni el presidente, ni los gobernadores, ni los alcaldes. Entonces, para emparejar la cancha, proponen que los congresistas tampoco puedan ser reelegidos.

Si tomamos el ejemplo de Lima, la no reelección de alcaldes ha tenido un impacto negativo en la representatividad. El bajo nivel de conocimiento de los candidatos ha generado una amplia dispersión en el voto, con lo cual, la autoridad edilicia puede ser elegida con porcentajes muy bajos de votación. En este punto, el debate debería ser si se levanta o no la prohibición y no si se extiende a otros representantes públicos.

El segundo argumento del Ejecutivo es que la población está en desacuerdo con la reelección. Para sustentarlo citan algunas encuestas de opinión pública a nivel nacional, en las que, efectivamente, más del 70% se encuentra en contra. Sin embargo, aunque es labor de nuestros representantes tomar en cuenta la opinión ciudadana en su toma de decisiones, hay algunos temas que, por su complejidad, no deberían ser medidos con la vara de la popularidad. Por ejemplo, en el 2011, luego de que Alan García bajase los sueldos a los ministros, el 70% creía que Ollanta Humala debía volver a reducirlos. Claramente una mala idea.

Finalmente, el documento presentado por el Gobierno dice textualmente que “los porcentajes de congresistas reelegidos a lo largo de los últimos períodos, si bien ha ido decreciendo, no es poco significativa [sic]”. Añade que en este período se reeligieron 35 de 130 congresistas (27%). El texto no especifica ningún criterio con el cual se haya evaluado la magnitud de la tasa de reelección.

En contraste, según una encuesta realizada por Amcham e Ipsos en el 2013 a gerentes de RR.HH. de las 3.000 principales empresas del país, la tasa ideal de rotación es 7%. La actual tasa de rotación anual del Parlamento es de 16,6%.

El problema de fondo con este proyecto de ley es que la presión política es tal que ni el Congreso ni el presidente van a querer ponerle freno a su aprobación para profundizar el debate. Es como el juego de la gallina en el que dos carros corren frente a frente, solo que en este caso no hay freno. Una lástima.