(Ilustración: Víctor Sanjinez)
Fernando Vivas

Empieza por regalar una ironía: “La prensa ha sido tan generosa conmigo que creo que el Partido Nacionalista se va a ahorrar el acto donde pensaban presentarme como abogado de Ollanta Humala y Nadine Heredia”. Y acota: “Solo en el caso de lavado de activos”.

Tengo que jugarle rápido la carta del infierno. Ya se la jugó mi difunta colega Jimena Pinilla en la que él recuerda como su primera entrevista. ¿Serías abogado del diablo? “Si Satanás fuera procesado, le surgen dos derechos: al debido proceso y a tener un abogado. Y agrego, como broma, que tras haber sido el ángel Luzbel y caer al infierno, debe haber sufrido un estrés postraumático”. Buena, el diablo inimputable. Jugaré a ponerme serio, sabiendo que es católico: Si le consigues a Satanás el limbo, ¿lo sentirías como un triunfo?

Suele responder con citas librescas y se jacta de académico, profesor de Procesal Penal y de Ética en la Universidad de Lima, su alma máter. Pero esta vez prefiere desempolvar uno de sus casos: “Un modesto soldado encargado del rancho ejecutó a 11 personas. Me llamó la atención que alguien de rango menor ejecutara. Revisé archivos que nadie revisa. Era maníaco, con trastorno bipolar que en fase maníaca se vuelve psicótico. Logré que lo declararan inimputable, con tratamiento por 15 años. ¿Fue triunfo o derrota?”.

Fue un triunfo para el abogado que, ahora sí con el libro, se atiene a esta deontología: “Eduardo Couture en ‘Los mandamientos del abogado’ dice que te haces abogado cuando viene tu mejor cliente y te da tranquilidad económica. Entonces, con amistad y firmeza, le dices: ‘Eso no haré porque no tienes razón’. El abogado soluciona problemas usando exclusivamente el derecho”. Ah, y no es necesario aclarar que, en la mayoría de los casos, un penalista como Nakazaki no defiende ni a santos ni a inimputables: “No alego inocencia si no la hay”, sino que, “busco la justa pena”.

Si la culpabilidad es obvia y el fiscal pide 20 años, y el acusado quiere salir ya mismo, ¿qué le ofreces, 10, 15, 20? “Les digo a mis alumnos que sean avaros en la oferta. Digan: ‘Te puedo o no te puedo absolver’. A mi querido amigo Beto Kouri le dije: ‘Mira, viejo, el préstamo para que compres un camión y dones pescado se acabó’ [fue su primera coartada]. Y le dije que públicamente iba a renunciar a debatir si los ‘vladivideos’ eran prueba lícita, porque nos estaban haciendo bien como sociedad”. ¡Eso no te lo hubiéramos perdonado!

Invoco su caso más célebre, el de Fujimori: “Me preguntaron [el entorno] si era un perseguido político. Dije que no. Perseguido fue Haya de la Torre. ¿Hay motivos para procesarlo? Sí. [...] A los políticos no les gusta esa defensa, los únicos que tienen defensores políticos son los apristas. Pero yo soy un abogado independiente, voté por Vargas Llosa en el 90, en el 95 sí voté por Fujimori porque hizo uno de los mejores gobiernos”.

Nakazaki ha dicho más de una vez que “el proceso fue ejemplar”. “Mi gran discrepancia fue la sentencia”, agrega. ¿La teoría de la autoría mediata era inobjetable? “Hubiera sido absurdo discutirla, está en el Código Penal, art. 23. El que comete delito por medio de otro es autor mediato. Lo que yo sostengo es que no había prueba”. ¿Que el juez San Martín hiciera consultas a españoles fue importante? “Eso no se sabía en mi época. Si lo hubiera conocido, hubiera discutido la garantía del juez imparcial. Aprecio mucho al juez San Martín, más allá de que discrepe en este caso. Me hizo justicia en muchos casos. No lo veo como un enemigo político. Esos correos, y esto lo señalo por primera vez, cuando conoces tantos años al juez, sabes cómo razona. Si solo pidiera ilustrar, bueno; pero decía ‘me preocupa’, ‘la acusación es débil’”. Y repite: “Mi gran discrepancia es con la sentencia”.

—Perry Mason y Paul Newman—
Conversas con él y crees que quiso ser penalista toda la vida. No fue así. La familia viajó de Chiclayo a Lima para que el padre estudiara Pediatría. Volvieron a Chiclayo, donde acabó el colegio. Su padre le sugirió estudiar Derecho en Lima. “Sin mucha fe” entró a la San Martín y confiesa que se aburría con las clases de Luis Bramont Arias, un penalista teórico, en las nubes. Hasta que conoció a José Santos Chichizola, quien se volvió famoso con el Caso Banchero. “Fue mi maestro y padre espiritual, era un coloso, por él supe que iba a ser penalista toda la vida”.

“Perry Mason”, el ídolo de la ‘tele’, no significó nada para él. “Él trabajaba con detectives, eso acá no existe”. Claro, los gringos hacen de la justicia un thriller moral, acá somos kafkianos y melodramáticos. Se entusiasma contando, como si la acabara de ver, una película en blanco y negro con Paul Newman que lo marcó de niño. Por prurito de cinéfilo no paro hasta identificarla: “The Young Philadelphians” (1959). Newman es un joven abogado que defiende a su mejor amigo de un homicidio hasta que descubre que este le ha mentido. La ética, siempre la ética. Así lo conocí en 1998 y me obligó a resolver un dilema: Me pidió opinar a favor de Magaly Medina, su clienta más célebre antes de Fujimori, en su juicio con Gisela. No quise ir, pero escribí dando la razón a Magaly. Años más tarde, cuando Magaly fue presa y él, abstraído en el juicio de Fujimori, no estuvo presente en la audiencia, la relación se resquebrajó. Lo resume con pesar: “Magaly confió mucho en mí”.

Nakazaki era abogado de Mendel Winter, el enemigo de Baruch Ivcher en el lío del 2, lo que hizo pensar que a través de este se ligó a personajes del régimen, como Carlos Boloña, Julio Salazar Monroe, Nicolás Hermoza Ríos o Ernesto Schutz. Pero a cada caso aclara que llegó a través de profesores o alumnos. En el caso de Fujimori, lo recomendó Luis Silva Santisteban, del entorno íntimo del ‘Chino’.

Le planteo mi mayor objeción, que no es la de esos casos políticamente célebres, sino de acusados de narcotráfico y lavado de activos, como miembros de la familia Sánchez Paredes, que él defiende, o el ex alcalde de Pucallpa Luis Valdez. Aceptando que tus defensas se ajustan estrictamente a derecho, ¿cómo nos defendemos de quienes se aprovechan de las zonas grises del derecho? Por ejemplo, ¿cómo evitar la gracia del juez que pidió determinar con pelos y señales el delito fuente de lavado de activos y ha provocado que se realice un pleno casatorio? A ver qué responde el abogado que dice que si los abogados de Odebrecht hubieran sido éticos no existiría Lava Jato: “He presentado un ‘amicus curiae’ a través de la Universidad de Lima. Exigirle a la fiscalía que demuestre el acto de narcotráfico específico, de dónde salió el dinero para comprar un auto, no; pero sí precisar el delito fuente”. Pero de todos modos, en esta cadena de lavado hay quienes ni saben ni quieren saber cuál es la fuente, le replico. “Acá en el Perú no conozco ningún caso de lavadores profesionales, en todos los casos la fiscalía acusa con delito fuente”.

Nakazaki se divierte pensando en la posibilidad de que José Ugaz lo hubiera enrolado de procurador, pues, “lo reto a que diga si tuvo mejor alumno”, dice provocador. Modestia no le sobra. Pero no fue procurador porque era abogado de tremendas joyas. Este es su oficio y se atiene al libro: “Abogado es el que usa el derecho. El día que crea que el derecho no funciona, entonces habría que enseñar Coima 1, Coima 2, Lobby 1, Lobby 2. La sociedad necesita que el derecho se respete”.

MÁS EN POLÍTICA...