César Villanueva, Martín Vizcarra
César Villanueva, Martín Vizcarra
José Carlos Requena

Al cumplir cien días en el cargo, el presidente Martín Vizcarra brindó una entrevista al programa “Punto final”, desde Áncash. Indicó entonces que solo le faltaban visitar tres regiones: Tumbes, Amazonas y Apurímac. Un signo distintivo, sin duda, frente al tinte capitalino que caracterizó a su predecesor.

¿Cuál es el balance de su gestión, más allá del kilometraje acumulado? Uno de los aspectos positivos es sin duda una aparente ambición mayor por trascender que la de Pedro Pablo Kuczynski, sobre todo en momentos iniciales. El pasar de las semanas, sin embargo, mostró que ambición sin claridad de objetivos diluye rápidamente cualquier entusiasmo.

El voluntarismo mostrado desde el primer día por Vizcarra bien podría ser un capital importante, si fuera acompañado por cosas más tangibles que gestos o inauguraciones. Tangible no necesariamente se refiere a obras o infraestructura, sino a una dirección que se muestra ausente en la actual presidencia, plena más bien en vaivenes.

Un signo de estas idas y venidas se dio hace casi un mes, cuando David Tuesta abandonó el MEF, tras solo dos meses de gestión. Tuesta, se recordará, se esforzó en mostrar que los pasos planteados (siendo el más controversial el ISC) eran fruto de un acuerdo al interior del Ejecutivo, que sin embargo tuvo poca duración. Si bien el ministro Carlos Oliva no ha desandado lo planteado por Tuesta, es muy temprano para descartar fisuras, si es que Vizcarra vuelve a mostrarse ambiguo en decisiones trascendentales.

Otro espacio de creciente incertidumbre es el parlamentario. Vizcarra parece contentarse con no tener una bancada propia. Quizás tenga la ilusa pretensión de que puede satisfacer a todos los grupos parlamentarios.

La reciente cita entre el presidente y la bancada de Peruanos por el Kambio, en la que la manzana de la discordia brilló por su ausencia, significó solamente cierta cobertura noticiosa y unas calorías más en la dieta de los comensales. Acuerdos políticos: ninguno. Salvo una nueva reunión para hoy. Si la anunciada reunión tiene el mismo perfil, seguramente los resultados serán los mismos.

Su relación con Fuerza Popular es cordial. Sus críticos le atribuyen “un temor muy grande a incomodar” a Fuerza Popular (Augusto Álvarez Rodrich, “La República”, 30/6/18), aunque no se ha llegado a un pacto concreto que asegure acuerdos mínimos.

El mayor déficit, sin embargo, es el poco contrapeso que significa César Villanueva, el presidente de su Consejo de Ministros. Con Villanueva, Vizcarra optó por una decisión similar a la que tuvo Kuczynski en su momento respecto a Fernando Zavala: confiar una función tan importante en alguien que se parece mucho a él.

Como las hermanas Foncuberta –las señoras que añoran los tiempos aristocráticos extintos en la novela de Alfredo Bryce Echenique, cuyo título parafrasea esta columna–, el ex gobernador Vizcarra al lado del ex gobernador Villanueva corre el riesgo de solamente evocar tiempos pasados: continuar con un gobierno que ve una región y no un país.

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