"[...] este entusiasmo inicial se fue desvaneciendo al comprobar que el impulso del primer momento no iba de la mano con medidas acertadas, sino muy por el contrario. ¿Cómo se explica que recién la semana pasada se haya decidido hacer pruebas de detección en los mercados?". (Foto: GEC)
"[...] este entusiasmo inicial se fue desvaneciendo al comprobar que el impulso del primer momento no iba de la mano con medidas acertadas, sino muy por el contrario. ¿Cómo se explica que recién la semana pasada se haya decidido hacer pruebas de detección en los mercados?". (Foto: GEC)
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > MANUEL MELGAR
Diana Seminario

No hay que ser un observador muy perspicaz ni un agudo estudioso para concluir que –desgraciadamente– el aislamiento obligatorio no ha dado los resultados esperados, que se han cometido varios errores en el camino y que, lamentablemente, el seguirá en aumento.

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También se ha dicho que es urgente un cambio de estrategia, la pregunta es cómo. Hoy se inicia la primera etapa de la reactivación de actividades, todo un reto en momentos que la curva de infectados y fallecidos no se aplana.

Si bien las medidas anunciadas por el presidente Martín Vizcarra el domingo 15 de marzo tuvieron un respaldo unánime, este entusiasmo inicial se fue desvaneciendo al comprobar que el impulso del primer momento no iba de la mano con medidas acertadas, sino muy por el contrario. ¿Cómo se explica que recién la semana pasada se haya decidido hacer en los mercados?

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Esta columna no pretende ser un listado de “lo que no se hizo”, o lo que “pudo hacerse mejor”. Estamos a tiempo de retomar el impulso de primer día, pero para ello es imprescindible una buena dosis de autocrítica y un espíritu de apertura a quienes piensen distinto, pero que pueden aportar desde su conocimiento. No podemos volver a escuchar del jefe del Estado frases como “no sean frescos queriendo dar lecciones cuando tuvieron su oportunidad”, refiriéndose, obviamente, a gobiernos anteriores y a funcionarios de esas administraciones.

Haría bien en recoger algunas de las recomendaciones publicadas ayer por Alfonso de la Torre, Piero Ghezzi y Alonso Segura en el artículo “Y ahora que el martillo no chancó ¿qué hacemos?” en la web . Se puede discrepar políticamente de sus autores y del gobierno para el que trabajaron, pero no se pueden ni se deben desdeñar sus conocimientos.

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Por eso, es bueno recordar las palabras dichas por Pilar Mazzetti el 9 de abril en Arequipa: “Tienen que unirse hasta con su peor enemigo político. Si no se unen, las consecuencias las pagará Arequipa y la ciudadanía. Acá están los líderes, todos somos líderes acá. Esta es una oportunidad única de cambiar nuestra sociedad y de dejar de lado las diferencias”.

¿Seríamos capaces de poner al costado diferencias y convocar a los mejores de cada especialidad? No basta con formar comisiones de amigos, todos de la misma tendencia, es hora de formar consensos. Eso es lo que hace un estadista.

Vizcarra ya cambió a dos ministros en plena crisis, pero eso no es suficiente. Se requiere un cambio integral que exija consensos.

No es descabellado empezar por un cambio de primer ministro por una personalidad que genere confianza, convoque y que fomente un mínimo de unidad. Por ejemplo un personaje de la talla de Ántero Flores-Aráoz, por dar un nombre. Un nuevo jefe de Gabinete tendría que tener toda la autonomía necesaria.

En este escenario, tampoco es momento de que el Congreso le acepte a Mercedes Araoz su carta de renuncia. No solo es inoportuno, sino que la experiencia de la exministra también suma en este momento.

Si no es ahora, ¿cuándo?

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