"Esta elección es lo más desconcertante y decepcionante"
"Esta elección es lo más desconcertante y decepcionante"
Fernando Vivas

El pintor ha vuelto a Mendieta, la playa en la reserva de Paracas, donde, en sus palabras, “el paisaje se parece a la creación”. Allí renovó motivos para los cuadros de su próxima exposición en Los Ángeles. A sus 90 años, sube y baja las escaleras de su taller con envidiable agilidad. Nos sentamos en su sala, rodeados de una biblioteca que más parece la de un hombre de letras que la de un artista plástico. Fernando de Szyszlo es fiel a la tradición del intelectual humanista, informado y metomentodo.

¿Qué preocupaciones le suscitan estas elecciones?
Pensé que estábamos camino al desarrollo, que habíamos dejado atrás todas esas trampas, esa politiquería, esas criolladas y estábamos metidos en desarrollar nuestro destino. Para mí, estas elecciones son lo más desconcertante y decepcionante. En materia de política, yo creí mucho en la propuesta de Mario Vargas Llosa.

No solo creyó, sino que participó en ella, ¿no?
Fue la única vez que participé. Aquí [en su sala] se fundó [el Movimiento Libertad], con Mario, Hernando de Soto, Ricardo Vega Llona. El único que se apartó fue Hernando de Soto cuando se dio cuenta de que no iba a ser él el candidato [ríe].

¿Sus cuadros reflejan sus preocupaciones?
La pintura la comparo con la música. Beethoven dedicó su tercera sinfonía a Napoleón, pero justo este se autoproclamó emperador y tachó la dedicatoria. Pero sientes en la música una cosa soterrada. Siempre está lo que sientes en tu obra y yo he elegido vivir en el Perú. 

Entre los dilemas de esta campaña, está el que protagoniza Acuña con sus plagios.
Es terrible. Después de esa humillación, uno se lo imagina avergonzado, escondido, huido. No solo ha plagiado, sino robado un libro.

Y esto lo hacía por lograr un reconocimiento.
Ese es el viejo problema: querer una cosa sin tomarse el trabajo de aprenderla y trabajarla. Saltarse todo a la garrocha. Yo no le creo que quiera algo bueno. Quiere vanidad o algo así, pero nada bueno para el Perú.

¿Le plantearon darle un honoris causa de la Universidad César Vallejo?
No, felizmente. Hubo un intento de unos muchachos en Trujillo, me hablaron de un honoris causa de una universidad, no dijeron de dónde. Pero yo dije “no de la César Vallejo” y se quedaron en silencio.

El Estado ha permitido que la educación sea negocio y trampolín político.
Es repugnante ver esos sueldos de rectores de dos millones de soles. Creo que la ley que ha sacado Daniel Mora es una buena base. Seguramente, hay que hacerle unos ajustes.

Otro dilema complejo es el caso de Julio Guzmán, a quien podrían tachar por irregularidades en sus elecciones internas.
Miro con mucha desconfianza al señor Guzmán. No me gustan sus declaraciones. No me gusta que diga que está en contra de la consulta previa en la minería y que se desdiga, que diga que está en contra de la unión civil y se desdiga, que el Perú debe ser el representante del Estado de Israel en la región.

¿O sea, optaría por lo viejo conocido?
Sinceramente, considero que solo hay dos candidatos que me parecen respetables. PPK y Alan García. Keiko Fujimori, en absoluto. Dice que carga una mochila muy pesada de cosas que no ha hecho. Pero esa mochila es lo único que tiene. ¿Ella qué ha aportado si no es una oscura y discutible función de primera dama? Esa mochila es su tesoro. Eso no da experiencia de gobierno. Sus declaraciones son de una banalidad aterradora.

Se queda con PPK y Alan.
A PPK lo quiero mucho y tengo una gran estima por él. Hablamos hace dos semanas. Él es de un grupo en el que almorzamos algunos jueves. Le hemos dado licencia [ríe]. El sueño de un gobernante es tener a PPK de ministro de Economía, pero no lo veo de presidente. Tengo mucho respeto por él y por su honradez. Alan es otra cosa. Tiene experiencia y ha ido modificando su conducta, sus posiciones, con coraje.

El electorado lo castiga.
Duramente. Pero hay que reconocer que ese castigo ha sido fomentado implacablemente por este gobierno. Se han comprometido en hundirlo.

Y el misil para hundirlo fueron los narcoindultos. ¿Cree que debe afrontarlo de una manera contundente?
Es un problema tan complicado, tan delicado. Cualquier movimiento que haga allí puede ser terrible. No tengo idea de lo que pueda hacer. Son infracciones graves, en un segundo gobierno en el que Alan ha hecho tanta labor, y dejó un teatro, la biblioteca, crecimos hasta en 8%.

Volviendo a PPK, ¿es un incomprendido?
Es difícil sentir a PPK. Toda su manera, su forma de ser es de un peruano. Recuerdo que cuando era ministro de Energía y Minas [en el segundo gobierno de Belaunde] ganó la maratón y dio como solista un concierto de flauta con la Sinfónica Nacional. Era un renacentista. Lo que pasa es que hay un lente deformado, que es la economía.

Frente a ese lente, usted se reclama un humanista.
Sin duda. Lo que pasa es que hay una división en el hombre.

¿Alan es un humanista?
Por lo menos, tiene curiosidad de todo. Siempre me desconcierta. Cuando hice una exposición retrospectiva en el MALI, lo invitaron a hablar y habló sobre pintura abstracta. No le conocía ese lado.

¿Y tenía sentido lo que habló?
[Ríe] Totalmente.

¿Ha hablado recientemente con Mario Vargas Llosa?
Sí. Mario está atravesando una época complicada, ha dicho que es la época más feliz de su vida. Un amigo, el crítico [José Miguel] Oviedo, me contaba que cuando pasó todo esto llamó a Carmen Balcells, todavía estaba viva, y le dijo: “¿Qué pasa con Mario, cómo está?”. Y Carmen le contestó: “Inmensamente feliz” [ríe]. El hecho es que es doloroso para personas que él quiere y todos queremos, como Patricia y sus hijos. Felizmente, Álvaro ha servido de puente.

La felicidad es complicada. ¿Han hablado del Perú?
No, hace tiempo que no hablamos del Perú. Como él estaba defendiendo al gobierno de Humala y yo soy crítico, ambos hemos preferido obviar el tema. Y no vive acá, pues. Ahora vienen los festejos por sus 80 años. Yo fui cuando le dieron el premio Nobel. En Estocolmo estaba Gallimard, el editor francés. Allí le propuso a Mario editar su obra en Pléiade, que es la colección más severa que existe. Solo hay tres latinoamericanos en Pléiade: Borges, Octavio Paz y Mario. Allí en Estocolmo, Mario me dijo: “Para mí esto es más importante que el premio Nobel”. Ha dicho que va a volver este año de todas maneras. Que las cosas se calmen y que las pasiones se aquieten.

Su “Intihuatana” [escultura en el malecón de Miraflores] está afectada por las obras del puente Villena.
Ya me parecía una lástima que el arquitecto que diseñó el área haya cortado cinco metros del cerro donde está el “Intihuatana”, antes de instalarlo. Yo pensé que iba a estar más arriba, que el sol se le iba a agarrar.

Debiera haber más obras de arte en espacios públicos.
Y así el artista perdura. Siempre digo que el acto plástico por excelencia es de los enamorados que graban su nombre en la corteza de árbol, porque es una manera de sacar de la fugacidad del tiempo, de la destrucción del tiempo. La obra de arte es una protesta frente a la muerte. Pero el arte contemporáneo se ha banalizado, no quiere conmover. [...] Ahora, en las exposiciones tiene que haber un texto en el que el crítico describe lo que el pintor quería decir [ríe]. Los curadores son casi más importantes que los pintores.

Volviendo al pretexto de esta entrevista, no ha perdido la esperanza.
Votemos por la experiencia, votemos por el Perú, por lo que nos importa a todos. Nos importa desarrollar, crecer, que no haya gente pobre, que no haya gente que diga que no ha leído un libro y que gana 56 millones de soles.

¿Va a votar o hará uso de su derecho a no votar [por ser mayor de 70 años]?
Cuando fue Keiko o Humala, no voté; esta vez sí voy a votar.

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