A menos de un mes y medio para las elecciones presidenciales, Yonhy Lescano, el “congresista que se oponía a casi todo”, lidera las encuestas de intención de voto. En tanto, otro de los favoritos, George Forsyth, “originalmente el candidato con mejor imagen mediática”, cae de forma sostenida, y quienes también se disputan las preferencias –Keiko Fujimori, Verónika Mendoza, Daniel Urresti y Rafael López Aliaga– continúan expectantes en medio de una campaña política atípica por el COVID-19.
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¿Qué los caracteriza y cuáles son sus debilidades? Para el politólogo y analista Omar Awapara, hay una coyuntura favorable para discursos de tintes populista. En tanto, para el analista político Gonzalo Banda, los candidatos con estos discursos ya vienen creciendo hace meses. “En todo caso, lo que se está demostrando es que se están consolidando candidatos con más fuertes identidades políticas”, señaló.
Uno por uno
Lescano tiene un discurso populista, es pragmático y está cosechando votos gracias a la imagen política que construyó en 18 años como congresista, coinciden Banda y Awapara.
“Sobre todo en el sur, ha conseguido una credibilidad basada en su autenticidad, una de ciudadano infiltrado en el Congreso, de congresista que se oponía a casi todo, que maneja un discurso contra las élites y los privilegios, pero sin un rollo ideológico innegociable”, destaca Banda. Sin embargo, tiene dificultades para crecer en las preferencias electorales en Lima, que posee un fuerte caudal de votos, señala Awapara.
Su partido, Acción Popular, es una fortaleza y al mismo tiempo una debilidad. Es una agrupación con una fuerte imagen de marca (la lampa), pero con congresistas y candidatos con discursos opuestos al de Lescano.
Forsyth, el ‘outsider’ que por varios meses lideró solo las encuestas, “fue originalmente el candidato con mejor imagen mediática”, considera Awapara. Además de representar la novedad en las elecciones, maneja un discurso sencillo y es carismático, pero eso no basta para ganar una elección presidencial. “El candidato antipolítico también debe tener ideas, y él no las tiene”, opina Banda.
“Le quedan pocas fortalezas a Forsyth. [...] Sus debilidades tienen que ver con una inconsistencia ideológica. No sabemos qué piensa realmente y si tiene ideas muy profundas de la realidad”, dijo.
En tanto, Mendoza tiene capacidad política para responder a los ataques y está rodeada de un equipo de campaña con contactos internacionales con líderes y partidos de izquierda.
“Además, mantiene una fuerte presencia a nivel rural y en las clases socioeconómicas más bajas, donde hay posibilidades de crecer [electoralmente]”, señala Awapara. Pero participar en las elecciones presidenciales pasadas le provocó un desgaste político, y su símbolo [el JP de Juntos por el Perú] es de difícil recordación.
El caso de Fujimori es particular. Cuenta con un voto fiel y una marca que llega a todos los rincones del país. “El norte y los sectores C, D y E siguen siendo sus bastiones”, señaló Banda. Pero también tiene el segundo mayor antivoto, solo superado por Ollanta Humala.
Además, sufre una crisis de credibilidad que, por ejemplo, se ve reflejada cuando se pone en duda la veracidad de las fotos y videos que publica en sus redes sociales como parte de su campaña.
En tanto, López Aliaga tiene a su favor ser un antipolítico que maneja un discurso populista de derecha similar al de Fujimori, pero sin el mismo nivel de descrédito. En sus apariciones televisivas, que cada vez son más frecuentes, “recoge muchos de los temas que a la gente le importan, como el empleo o [el rol de] la Sunat”, dice Banda.
Su principal debilidad es la inexperiencia política. Una declaración grotesca le puede costar el crecimiento, como su comentario sobre la eutanasia en el caso de Ana Estrada.
Por último, Urresti levanta la bandera de la seguridad ciudadana, pero no despega. “Intentó poner el discurso de la mano dura, pero no tiene muchas ideas políticas. Es muy populista y sin grandes ideas combativas”, dijo Banda. Además, Urresti puede vivir bajo la sombra del Caso Bustíos.
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