“El fujimorismo todavía no ha terminado de hacer su transición”

, escritor y periodista que apoyó a Ollanta Humala en la segunda vuelta del 2011, analiza el escenario político de cara a las elecciones del 2016. Afirmó que los sobrevivientes del gobierno de Alberto Fujimori aún tienen fuerza en la agrupación de su hija . Tuvo duras críticas sobre el rol de Nadine Heredia como primera dama. 

—¿Cree, al igual que su padre, Mario Vargas Llosa, que elegir entre Keiko Fujimori y Alan García es la dictadura y la corrupción? 
En este pronunciamiento, mi padre está alertando sobre dos cosas que yo creo que son importantes: tenemos en Alan García a un hombre con virtudes políticas, que hizo un segundo gobierno mejor al primero, pero al mismo tiempo lleva como caudillo de su partido tres décadas y en sus dos gobiernos hubo muchos casos de corrupción. Por lo tanto, lo de mi padre es una advertencia a un país que necesita renovar su liderazgo y necesita ser mucho más exigente con sus prácticas políticas. Y en el caso de Keiko Fujimori es innegable que es la heredera política de una dictadura que está tratando de jugar el juego de la democracia. Personalmente, [Keiko Fujimori] es lo mejor que tiene el fujimorismo, pero es inevitable hacer la vinculación con aquella matriz de la que ella salió. Si ella quiere ganarse la confianza del país, es muy importante que se ejerza frente a ella la máxima vigilancia. Así entiendo yo el pronunciamiento de mi padre y no esa caricatura empobrecedora, como la han presentado sus críticos.

—¿Cómo ve una eventual alianza entre Alan García y Lourdes Flores? 
La batalla que debe dar Lourdes Flores es primero por recuperar el control de su partido y colocar en puestos de decisión a la mejor gente. Luego debe llevar a su partido, no por la vía del Apra, sino por la vía propia hacia el gobierno. Yo creo que Lourdes está para mejores cosas, está para mucho más que ser el apéndice de Alan García. 

—¿Le cree a Keiko Fujimori cuando de la CVR? 
Es bueno que lo diga aun si es por razones puramente tácticas o políticas, porque primero eso la compromete a ella y a la gente que está alrededor de ella, eso es positivo. Ahora, lo que sí creo es que ese pensamiento no representa ni remotamente al fujimorismo en general. Es evidente que la bancada parlamentaria del fujimorismo no está mayoritariamente a favor de esa posición. Entonces, su reto es presentar en esta campaña un equipo, una lista parlamentaria e ideas que confirmen que lo que dijo en Harvard es lo que va a representar su liderazgo. Tiene que demostrar que esto fue un acto de evolución política genuina. 

—A 15 años de la caída del régimen de Alberto Fujimori, ¿está el fujimorismo preparado para gobernar otra vez? 
Todavía no han terminado de hacer su transición. Es evidente que hay algunas personas que están desde hace algún tiempo jugando al juego democrático, pero también creo que no son representativas del fujimorismo en general. El sector sobreviviente de la dictadura todavía tiene mucho peso. No puedo juzgar hasta qué punto Keiko Fujimori está dispuesta a hacer con el fujimorismo lo que hizo el Partido Popular con la herencia del franquismo en España o lo que hizo Renovación Nacional en Chile con la herencia de Pinochet. 

—Según García, Mario Vargas Llosa dijo que Kuczynski no debía ser candidato en el2011 por “ser lobbista, negociante y por tener la nacionalidad norteamericana”. ¿Alguna vez su padre se lo comentó? 
No, yo se lo pregunté y él no recuerda en absoluto haber hecho un comentario de esa naturaleza. Me parece una ocurrencia simpática de Alan [García], que está tratando de salvar las circunstancias. 

—¿César Acuña tiene las credenciales para convertirse en presidente de la República? 
En el Perú puede ganar la presidencia el candidato menos pensado. Y ciertamente, un candidato como él [César Acuña] es el clásico político clientelista latinoamericano que perfectamente podría construir una base nacional, ya tiene una base norteña muy importante. Si eso pasa, creo que es muy importante que el país reaccione frente a los riesgos del clientelismo, el Perú ya ha vivido experiencias de ese tipo y el clientelismo es una de las lacras más significativas de la historia de la repú- blica en toda América Latina. Esas son prácticas peligrosas y hay que tomar nota si esa candidatura crece.

—Verónika Mendoza, una de las opciones de la izquierda, evitó señalar como dictadura al gobierno de Maduro. ¿La descalifica como candidata? 
La izquierda está en una especie de gran dilema de conciencia. Un sector de la izquierda ya rompió ideológicamente con el populismo autoritario y el comunismo y otro sector no. Evidentemente, [su posición] da la impresión de que ella está en una especie de término medio y no se atreve a terminar de hacer esa ruptura por temor a separarse de un sector de la izquierda, al que se siente cercana. Pero una verdadera lideresa de izquierda en el Perú moderno necesita zanjar este gran debate ideológico dentro de la propia izquierda, necesita liderar una transformación de la izquierda en una fuerza moderna, liberal y que entienda que el populismo autoritario es una de las peores expresiones de esa corriente. 

—¿Respaldará a un candidato en las elecciones del 2016? 
No, yo prometí la vez pasada que en estas elecciones no participaría ni haría campaña activamente, lo que no significa que no pueda dar opiniones objetivas sobre lo que veo. 

—Su padre se pronunció a favor de la candidatura de Kuczynski. ¿Para usted qué candidato es el mejor? 
Si yo le digo por quién voy a votar incumpliría mi promesa. Sí puedo opinar sobre los candidatos. Por ejemplo, Pedro Pablo Kuczynski es un candidato interesante, porque tiene experiencia de gobierno, pero al mismo tiempo novedad en la medida de que es un aspirante muy reciente, no tiene ni cinco años de aspirante. También tiene un factor significativo a su favor, el tener las credenciales de economista lo ayudará mucho en un período en el que el Perú ha visto su economía desacelerarse.

—¿Nadine Heredia ha sido un factor desequilibrante para el gobierno? 
Al comienzo de este gobierno dije que Nadine Heredia era el mejor activo del presidente [...]. Pero, evidentemente, la primera dama no supo tener un sentido de los límites, no supo entender que al extralimitarse en el ejercicio del poder, al extralimitar el perímetro de su propia influencia política estaba debilitando al presidente, debilitando a los gabinetes, debilitando a los primeros ministros. Despertó en la oposición y en la prensa una actitud más crítica de lo normal, lo cual contribuyó a que se genere un ambiente de crispación incendiaria. ¿Por qué? Porque inmediatamente suscitó la sospecha de que [Humala y ella] estaban buscando una especie de reelección encubierta […]. Terminó siendo un factor de erosión enorme de la solvencia política del gobierno. 

—¿Qué rescata del gobierno de Ollanta Humala? 
Lo primero es que quienes dijimos que esta no sería una dictadura, no nos equivocamos. Sé que es un absurdo felicitar a un gobierno por no ser una dictadura, pero en el contexto delicadísimo que vivía el Perú en la segunda vuelta de hace cuatro años y pico, evidentemente había ese riesgo. Este ha sido un mal gobierno, pero no una dictadura. Por otro lado, también había un riesgo de que se modificara para peor el modelo económico. Hubiese sido gravísimo que el presidente y su esposa dieran marcha atrás en algunas de las reformas que se hicieron en el Perú.

—¿Y en qué falló? 
Fallaron en muchas cosas, la primera en no tener claro que estaba llegando a su fin la parte alta del ciclo de las materias primas y por tanto que les quedaba una ventana de oportunidad muy restringida para aprovechar el crecimiento para hacer grandes reformas. En segundo lugar, [el gobierno] creyó que las reformas importantes que se debían hacer en el Perú tenían que ver con los programas de asistencia social. El progreso del país no depende de sus programas de asistencia social y ellos pusieron casi todo el énfasis en eso, en cómo gastar más dinero. Por último, no supieron escoger sus batallas, se enfrascaron en batallas políticas muy menudas, muy menores y entraron rápidamente en una especie de paranoia política creyendo que sus adversarios eran más peligrosos de lo que en verdad eran. 

—“Panorama” reveló el contenido de un conjunto de agendas que son atribuidas a Heredia. ¿Son estas agendas los ‘petroaudios’ de este gobierno? 
Es imposible, sin tener conocimiento cercano de su contenido y de su autenticidad o no, hacer una conclusión de esa naturaleza, pero lo que sí está claro es que la respuesta política ha sido muy pobre, ha suscitado incertidumbre y sospecha. Y a quienes ya tenían sospechas quizá, la confirmación de que los métodos del gobierno son pocos serios y fiables. [Las agendas] han acelerado lo que de otro modo hubiera sido un proceso de desgaste más pausado. Y sí, ha infringido un daño devastador, políticamente. 

—¿Transfirió sus ahorros a bancos peruanos, como lo dijo durante la campaña del 2011? 
No, no dije semejante cosa. Dije que invertiría en empresas peruanas y eso fue lo que hice. Invierto en el Perú desde los Estados Unidos, invertí en varias empresas, no he ganado nada porque el Perú se vino abajo económicamente.

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