Verónika Mendoza a contracorriente [CRÓNICA]
Verónika Mendoza a contracorriente [CRÓNICA]
Héctor Villalobos

aterriza en el aeropuerto de Tarapoto el miércoles a las 10 de la mañana y recibe una noticia que marcará el rumbo de los 30 días de campaña que restan: el Jurado Nacional de Elecciones acaba de sacar de carrera a Julio Guzmán y a César Acuña, dejando en la orfandad política a casi la cuarta parte del electorado. 

De inmediato, en una breve conferencia de prensa, la postulante del Frente Amplio critica y rechaza la decisión del órgano electoral. Pero, mezclados entre el público que la escucha, sus simpatizantes ya empiezan a hacer sumas y restas. 

Un grupo formado en su mayoría por jóvenes de polos blancos y corazones rojos la recibe en el aeropuerto. Lo que les falta en número les sobra en entusiasmo. Los gritos de “¡Vero! ¡Vero!” encienden aun más el ya caliente ambiente tarapotino. 

Verónika Mendoza sube a la tolva de una camioneta. Rechaza todas las manos masculinas que se extienden para ayudarla. Ella puede sola. 

Una pequeña caravana, formada por algunos autos y varias motos y mototaxis, adornados con la flor de la cantuta, el símbolo de su agrupación, recorre el trayecto desde el aeropuerto hasta el centro de Tarapoto. Verónika saluda a todos. Algunos la reconocen y le responden el saludo. Otros la miran sorprendidos tratando de ubicarla. “¡Viva el Apra!”, le grita un ‘pulpín’ faltoso. 

La candidata presidencial eligió visitar esta semana una región en la que, curiosamente, el Frente Amplio no ha podido inscribir a su lista de candidatos al Congreso por problemas con la acreditación de su personero. Sin embargo, los precandidatos que ganaron la elección interna le brindaron apoyo logístico y la acompañaron en sus actividades. 

La candidata llega a su siguiente destino, Moyobamba. Saluda a sus bases y hace un breve recorrido en caravana por la ciudad. Luego, ella y su comitiva hacen un alto para el almuerzo: chaufa amazónico y refresco de guanábana. 

Diálogo y promesas
Nuevo Cajamarca es un distrito de la provincia de Rioja, en el valle del Alto Mayo, a 45 minutos de Moyobamba. Ese es el próximo destino del recorrido de Mendoza. 

En el local de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, donde se dicta, entre otras carreras, Ingeniería Ambiental (uno de los temas bandera del Frente Amplio), la espera un auditorio formado por aproximadamente 300 jóvenes. 

“Diálogo electoral presidencial y congresal”, se llama el conversatorio en el que Verónika Mendoza es la invitada estelar (y también la única de la jornada). 

La autoridad universitaria que la presenta pone el parche antes de que le caigan encima la ONPE, el jurado electoral especial de la región y la Sunedu. “Hemos permitido que coloquen un banner de la candidata, pero no que repartan volantes ni griten consignas”, explica. Por si acaso.

El discurso de Mendoza ya es conocido, pero es el que esperan oír los jóvenes que le prestan atención. Ella les explica todo en palabras fáciles, con tono de miss de primaria: agua sí, oro no, aplausos; defensa del medio ambiente, aplausos; si el pueblo no lo quiere, Conga no va (o sea, no va), Tía María tampoco, aplausos; no a la televisión basura, aplausos; fortalecer la Ley Universitaria, aplausos. También anuncia la creación de un ministerio de ciencia y tecnología. Una nueva tanda de aplausos. 

Verónika luce cansada. La jornada ha sido larga e intensa. Pero aún no termina. Le pide a uno de los integrantes de su comitiva que para la próxima vez no se olvide de traer su CD con “música alegre y huainitos” para acompañar sus recorridos. 

En el anfiteatro de la plaza de Nuevo Cajamarca, la candidata realiza un mitin. Ante curiosos y simpatizantes, Verónika Mendoza repite algunas propuestas del discurso anterior y agrega algunas nuevas. “¡Keiko, Keiko!”, grita un borracho solitario. Nadie le presta atención. Sus gritos son tapados por las ovaciones a Verónika. Con la tribuna en contra, el fuji-fan, derrotado, sigue su camino. 

Las cifras se reacomodan
En su segundo día en la región San Martín, Mendoza recibe, en lo que va de la semana, la segunda noticia positiva para su campaña. Una encuesta de Datum, esta vez sin Guzmán ni Acuña, la coloca en el cuarto lugar de las preferencias electorales: tiene 8 puntos, uno encima de Alan García y uno abajo de Alfredo Barnechea. 

Esta vez le toca visitar Chazuta, un distrito situado en las riberas del río Huallaga y cuyos diez mil habitantes se dedican, en su mayoría, al cultivo del cacao y a la artesanía. 

En este lugar, el recibimiento es más bullicioso y numeroso que en los otros puntos visitados. Esta vez, Mendoza baja de la tolva de la camioneta y recorre la localidad a pie, saluda a los vecinos, entrega volantes con sus propuestas, conversa con la gente, les hace una ‘V’ de Verónika con los dedos. 

Una mesa colocada para la ocasión la espera. Mendoza se sienta y escucha los problemas que la gente, micrófono en mano, le va exponiendo. “Usted es la candidata que va a poner ‘juin’ a la corrupción”, le dice una de las autoridades locales. 

No faltan quienes le cambian el diminutivo y la llaman “señora Vera”. Otros ensayan una traducción al español de su segundo apellido (Frisch) y la llaman “señora Verónika Mendoza Frías”.

La candidata del Frente Amplio recibe documentos, firma cargos, escucha y responde. Luego, para finalizar la ronda de diálogo, se toma una foto grupal con la comunidad. 

Antes de dejar Chazuta, Mendoza decide hacer un recorrido en bote por el río Huallaga. Es en esos momentos en que tiene una breve conversación con El Comercio. 

Nos dice que no piensa modificar su discurso para atraer a los electores de Julio Guzmán. “No vamos a hacer lo que hacen otros candidatos: acomodar su discurso según lo que la gente quiere escuchar”. Es decir, no habrá hoja de ruta de Mendoza. 

“Vamos a mantener nuestras propuestas, más bien haciendo mayores esfuerzos para que puedan llegar a más peruanos y peruanas”, añade. 

Verónika Mendoza baja del bote, se despide de la gente y sube a su camioneta. Su recorrido aún no termina.

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