Ilustración: Giovanni Tazza
Ilustración: Giovanni Tazza
Fernando Vivas

Es como su apócope: ajeno a la pompa del Maximiliano, pero tampoco se conforma con el mero Max. Él es Maxi, argentino de la ciudad de San Juan, capital de la provincia homónima, y ocupante de una silla y escritorio en nuestro Palacio de Gobierno. Bueno, eso es cuando está en Lima, pues viaja constantemente a eventos de su rama y retorna con frecuencia a su terruño, a su esposa e hijos.

¿Cuál es su rama de moda? Pues el asesoramiento de imagen y la comunicación política, con Maestría en la Universidad Pontificia de Salamanca y estudios previos de Sociología en la Universidad Nacional de San Juan, en su tierra.

Prueba de su dominio en ese campo es que, hace unas semanas, cuando en un canal de TV de su ciudad el conductor le preguntó qué hacía en el Perú con el presidente , Maxi respondió que este era oriundo de “Moquegua, una ciudad parecida a San Juan”.

Así, sin meterse en honduras, como quien no quiere la cosa, definió sus cualidades y condiciones para haber hecho migas con Vizcarra.¿Es asesor personalísimo del presidente o, como informó Palacio al Congreso y reiteró César Villanueva en conferencia de prensa tras el último Consejo de Ministros, es un consultor en la estrategia comunicativa del gobierno?

¿Acaso es uno de los “asesores extranjeros inmediatistas” que urdieron el referéndum, según dijo Keiko Fujimori en su último mensaje? Para intentar responder a esto, conversé con gente muy cercana a Maximiliano Aguiar, que me contó su historia en el ‘ppkausismo’ y cómo se convirtió en uno de los hombres, no de PPK, sino del presidente sucesor.

Ay, Susana

En el verano del 2016, Aguiar estaba en Lima dictando un curso en la Universidad ESAN. Una amiga suya lo convenció de asesorar la campaña de Nelly Cuadros, candidata de Fuerza Popular por Cusco. Ironía en esta historia: el primer contacto de Maxi con la política local fue con una fujimorista.

Por ese entonces, febrero del 2016, la campaña de PPK atravesaba un terrible bache. El publicista cubano Mario Elgarresta, en pataleta insólita, renunció y denunció en su cuenta de Facebook a un “grupito politiquero” que, según él, era la perdición de PPK. Alumnos de Aguiar le comentaron a Mercedes Araoz que este podría dar ideas para reflotar esa campaña en emergencia. Meche conversó con Maxi, este le cayó bien y se lo presenta a PPK.

Aguiar se excusó con Nelly Cuadros y dejó ese modesto prospecto para enrolarse, de improviso, en la campaña presidencial cuyo jefe, oficialmente, era Martín Vizcarra. Allí hicieron clic. Maxi se puso a trabajar con la agencia Fahrenheit de Alberto Goachet y Ricardo Chadwick. De allí salieron la frase “Se acabó el recreo” y el spot “Me estoy haciendo viejo”, inspirados en spots de las campañas de Fernando de la Rúa y Ronald Reagan que Aguiar había estudiado.

La exclusión de Julio Guzmán y este nuevo aliento publicitario fueron factores que, sin duda, empujaron a PPK a la segunda vuelta.Los amigos de Maxi cambian de expresión cuando me hablan de esa fase.

Ya arrancada la segunda vuelta, los pronósticos de ganar a Keiko Fujimori eran holgados, pero Susana de la Puente, quien era el verdadero motor de la campaña que comandaba Vizcarra, cambió al equipo. Dejó el cuartel de la calle Barcelona, en San Isidro, por oficinas donde ella reinaba.

También desplazó a Maxi y contrató al español Jordi Segarra, cuya contribución no fue tan sustanciosa, a juzgar por la débil performance de PPK hasta el último debate con Keiko.A Vizcarra –sigo el relato de mis fuentes– no le supo bien ese desplazamiento y quiso mantener a Aguiar a su lado, a pesar del dominio de Susana sobre el área.

Dicen que Maxi asistió con Vizcarra a algunas reuniones del cogollo, pero se sentía incómodo. Optó por tomar distancia. Estuvo en Lima el domingo 5 de junio, en el que triunfó PPK, pero no fue a festejar al local ‘ppkausa’ de la Av. Arequipa, porque le cursaron una invitación masiva y desganada.

Las buenas migas que hizo con Vizcarra se han reanudado a pesar de que era previsible que la oposición, tratando de replicar el golpe que le significó la propuesta del referéndum que incluye la no reelección congresal, avivara la leyenda universal del maquiavélico asesor extranjero. Palacio respondió rápidamente, pues sí había tomado precauciones: Aguiar no está en planilla palaciega, sino que se pidió al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que lo contratara.

Pregunté al BID y me respondieron por escrito: “Efectivamente, el Sr. Maximiliano Aguiar se desempeña como consultor externo para apoyar al Gobierno de Perú en temas de comunicación desde el 1 de junio del presente año”. No me dieron información sobre sus ingresos, pero sí insistieron en que es usual que el BID atienda este tipo de requerimientos.

De acuerdo con esta respuesta, cuando asistió, discreto en una esquina, a la exposición que Mario Cortijo hizo sobre el plan de comunicaciones en el primer Consejo de Ministros del 4 de abril, no tenía ese contrato. Su colaboración se regularizó después. Igual, los cuidados no fueron suficientes, pues la oposición pretende convertirlo en poco menos que el autor único y mediato del referéndum.

Cuando pregunto por su relación con el caballo de batalla de Vizcarra, me dicen que, aunque es sociólogo de formación, su experiencia y oficio están volcados a la comunicación, que lo suyo “no es dar ideas de decisiones de gobierno, sino ayudar a comunicarlas”.

Por otro lado, semanas atrás, cuando indagué por la autoría del referéndum, mis fuentes apuntaban a asesores peruanos de la PCM.Pedí entrevistarlo, pero sus buenos amigos me dijeron que el estratega en comunicaciones es noticia a pesar suyo y no quiere alimentar ello. Esperará sereno a que se digiera la aclaración del gobierno y el Congreso busque otra piñata.