10% es el porcentaje de aceptación que Keiko Fujimori obtuvo en el mes de agosto, cifra cercana a su promedio anual de 9%. (Foto: GEC)
10% es el porcentaje de aceptación que Keiko Fujimori obtuvo en el mes de agosto, cifra cercana a su promedio anual de 9%. (Foto: GEC)
Paolo Benza

El capital político de se apaga rápidamente. El pico de 33% que alcanzó en la primera vuelta de las elecciones del 2016, tras un ascenso sostenido de ocho años, hoy está más cerca de los siete puntos que logró Martha Chávez cuando el fujimorismo volvió a las urnas en el 2006.

Esta parábola invertida, según los politólogos consultados, tiene un factor clave: el proceso penal por lavado de activos que se le sigue por el . Muy cerca en importancia, además, está la retórica confrontacional que ha sostenido su bancada en los últimos tres años.

— Tendencia o resiliencia —
Keiko Fujimori ha borrado en tres años el respaldo político que construyó en más de ocho. Si en las encuestas del 2008 –cuando era congresista– tenía un respaldo promedio de 16%, el año pasado cayó por debajo de esa barrera y en el 2019, a tono con la tendencia, ha marcado una media de apenas 9%.

Aunque desde marzo del 2018 las encuestas elaboradas por Ipsos para El Comercio han preguntado por simpatías políticas y no por intención de voto, la marca resulta un buen valor aproximado para comprobar que la caída continúa.

El Comercio.
El Comercio.

Según el politólogo Carlos Meléndez, ese 9% estaría representando al corazón más profundo del votante fujimorista.

“El fujimorismo duro también estaba alrededor de 10% en el 2011. Es un error considerar que tuvo más voto permanente que ese. Ahora lo que está quedando graficado con la simpatía de Keiko es ese núcleo duro fujimorista”, explica.

Esto, sin embargo, encarna un problema: por más de una década, el corazón del fujimorismo no había sido desnudado de esa manera. “Ese ‘voto duro’ siempre ha estado ahí, desde que Martha Chávez obtuvo 7% en las elecciones del 2006. Pero el fujimorismo siempre era capaz de crecer [en las encuestas] en función de los no fujimoristas. Hoy esos indecisos están más lejos que nunca”, dice el politólogo Paolo Sosa.

Pero incluso entendiéndolo así, la fidelidad hacia el fujimorismo ya es ligeramente mayor hacia el partido (FP) que hacia su lideresa. En agosto, FP obtiene una simpatía política de 13% y una intención de voto de 16%.

“Un sector más racional, que está de acuerdo con las ideas que representa el fujimorismo, parece ver que Keiko lo está haciendo muy mal. Antes era al revés, Keiko superaba el 30% y tenía más respaldo que su partido. Eso significa que este es un juicio muy duro a su desempeño como política”, explica el politólogo Iván Lanegra.

— “Una mala palabra” —
La reducción del respaldo hacia Keiko Fujimori permite observar con más claridad las características que comparten sus seguidores más fieles. Aunque ya no es una sorpresa que su bastión se ubique en los sectores más populares, sí lo es que lo haga de forma tan marcada: 1% en el A, que se convierte en 16% en el E.

“Donde más ha perdido es en la élite, hoy mucho más reticente a apoyarla. Ahora el fujimorismo es una mala palabra en las altas esferas”, explica Sosa.

Para el politólogo, esto encarna un problema importante, pues el fujimorismo era capaz de arrastrar votos en estratos de mayores ingresos frente a supuestas amenazas de izquierda.

A ello se suma un giro mucho más marcado hacia lo conservador, que reduce la capacidad del partido de consensuar con sectores más mesocráticos. “Es otro tipo de conservadurismo [el actual]. Ahora tienes a personajes como Madeleine Osterling horrorizada con el conservadurismo de Tamar Arimborgo”, dice Sosa, respecto a un reciente tuit de la excandidata a la alcaldía de San Isidro.

Para Sosa, el giro ultraconservador sería una estrategia de supervivencia que solo le alcanzaría para resistir desde la marca partidaria.

— ¿Qué queda? —
Pese a todo ello, FP todavía tendría espacio para recuperar parte de su capital partidario previo. 

“Keiko puede estar desvirtuada como candidata, pero la marca del fujimorismo lidera todavía las preferencias. Esa marca tiene que encontrar un candidato que le permita capitalizar de la mejor manera esa resiliencia”, concluye Meléndez.

En las encuestas de Ipsos que este Diario publica regularmente, se observa un bolsón de electores que podría ayudar en esa tarea.

Por ejemplo, está el 24% que rechaza el adelanto de elecciones propuesto por el presidente Martín Vizcarra, el 27% que respalda la vacancia presidencial y el 24% que consideró que Vizcarra quiere dejar antes el poder por no haber logrado resultados de gestión.

Resta ver si el fujimorismo –en un mal momento para su candidata natural– es capaz de capitalizarlo.