El escándalo de la cirugía ha demorado en cobrar cuerpo. El artículo de Sonia Suyón del 3 de mayo del 2024 aparecido en “Hildebrandt en sus 13″ ya contenía las palabras clave —rinoplastia, ausencia de la escena pública por 12 días a partir del 28 de junio del 2023, cirujano Mario Cabani— pero estábamos en la estela del escándalo de los Rólex, que había estallado mes y dio antes, el 14 de marzo, y nos costaba cambiar de película (en realidad, Carlos Paredes había señalado a Cabani y a las fechas de ausencia de Dina en “Caretas” del 27 de marzo).
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En el caso de los Rolex se llegó rápido a la pista del gobernador Wilfredo Oscorima y se dibujó la figura del presunto cohecho. La intervención facial, en cambio, no era en sí misma una falta. Lo era la omisión de notificarla al Congreso, pero cuando se indagó por ello, todo el gabinete respondió contundente que la presidenta nunca cesó de trabajar. Sin judicialización no hay tormenta en el Perú. Alberto Otárola, escudo en ristre esa vez, aseguró que Dina compareció virtualmente en los consejos y chambeó duro y parejo. El martes dejó el escudo reposando al lado de una pata de la mesa de la Comisión de Fiscalización y dijo: “El día que se produjo la operación, yo tuve una comunicación al día siguiente con la señora presidenta. Se notaba por la voz que había sido intervenida evidentemente de las fosas nasales. A partir de ese momento tuve una comunicación fluida con ella, se reincorporó luego de una semana y media a los consejos de ministros presenciales”.
Lo más serio en la declaración del ex socio presidencial es que dejó a Dina con un día en blanco y con una semana y media de restricciones. No dijo más, pero viniendo de él fue bastante. Más grave es lo dicho por la ex ministra de Educación, Magnet Márquez, a “Ocurre ahora”, sobre la sesión del consejo del 5 de julio, la más próxima a la operación, en la que recuerda que no solo no estuvo presente, sino que tenía un ‘proceso gripal’ y pusieron una foto, como para que se asuma que no podía hablar pero que estaría atenta a la sesión. Varias probables mentiras y faltas para un día.
“Tuve una comunicación al día siguiente con la señora presidenta. Se notaba por la voz que había sido intervenida evidentemente de las fosas nasales. A partir de ese momento tuve una comunicación fluida con ella, se reincorporó luego de una semana y media”
Alberto Otárola en la Comisión de Fiscalización
El testimonio de Otárola, reforzado por otros personajes secundarios, todo ello amplificado en la Comisión de Fiscalización llevó a la judicialización oficial de jueves 5 en la tarde cuando la Fiscalía de la Nación comunicó en sus redes que “ha iniciado investigación preliminar contra Dina Ercilia Boluarte Zegarra, en su condición de presidenta de la República, por los presuntos delitos de omisión de actos funcionales, y/o alternativamente por el delito de abandono de cargo”. La imputación específica es que no comunicó al Congreso “el impedimento temporal” que habría tenido “del 29 de junio al 9 de julio de 2023, como consecuencia de un procedimiento quirúrgico al que fue sometida”.
El domingo 24 de noviembre “Panorama” había develado que la actual presidenta de Essalud, María Elena Aguilar trabajó años atrás en la Clínica Cabani y ello podría haber influido en su fichaje estatal ocurrido el 12 de octubre del 2023. Para apuntalar la sospecha, estaba el hecho de que Aguilar no había consignado ese antecedente en su hoja de vida. Hay que señalar en su descargo que, si bien era nueva en ese ente adscrito al Ministerio de Trabajo, no lo era en la gestión del sector Salud. Fue viceministra de Salud Pública durante la gestión de Rosa Gutiérrez, en los primeros meses del gobierno de Dina. O sea, ya estaba ligada al gobierno antes de la cirugía.
La influencia de Cabani hubiera quedado en una nebulosa de sospecha maliciosa, pero se le están abriendo muchos frentes que se remontan hasta antes de Dina. Por ejemplo, su ONG Cabani Salud, según reveló Epicentro, presentó un proyecto de convenio con Essalud el 17 de julio del 2023, aunque fue antes del fichaje de Aguilar, ocurrido en octubre. Este no fue aprobado y dio vueltas por diversas áreas del ente, que le pusieron objeciones. El cirujano está en un laberinto.
El otro cirujano
Mario Cabani ha sido citado con insistencia por otro médico cirujano, el Dr. Juan Burgos Oliveros. El congresista Burgos, ex de Avanza País y hoy de Podemos, tiene mayor experiencia como médico que como político. Tampoco tiene gran experiencia de investigador, aunque estuvo en una comisión que investigó al gobierno de Castillo. No pierde ocasión de recordar su oficio médico y reclama a Cabani -que se niega a asistir- que envíe la historia clínica de Boluarte.
Joseph Campos, uno de los abogados de la presidenta, me dijo que en el caso de que Cabani comparezca, lo asiste el derecho a guardar el secreto profesional. Ello comprendería al pedido de entregar la historia clínica, que también puede formularle la fiscal de la nación. Burgos lanzó una respuesta a esa contingencia: “Yo, como médico, siempre guardamos el secreto de los pacientes (…) pero, en este caso, es muy importante para el Perú porque son las horas que probablemente el Perú se quedó sin presidente”.
A la comisión de Burgos no le han dado facultades investigadoras (es decir, no puedo conminar a los citados bajo amenaza de arresto si se corren), pero ya sintió el calor de los flashes y de la nube de micrófonos tras entrevistar a alguno de los citados anuentes. Él mismo declara que no debe adelantar opinión, pero, como quien no quiere la cosa, habla del art. 114 de la Constitución (el que se refiere a la suspensión de la presidencia por incapacidad temporal, aunque ello no tiene sentido retroactivo) y rubrica su actitud con este mantra: “Yo no estoy buscando la vacancia de la presidenta, yo estoy buscando la verdad”.
Frente a Burgos y la izquierda anti Boluarte, fujimoristas y apepistas intentan minimizar la cirugía. Conversé con Luis Valdez, secretario general de APP y me dijo: “No vamos a apoyar una moción de vacancia por este tema [de la cirugía]. Que se investigue lo que se tenga que investigar en el fuero correspondiente”. ¿Apoyarían darle facultades investigatorias a Fiscalización?, pregunto al apepista. “No apoyamos ese show. Nuestra función es dar estabilidad y concentrarnos en la reactivación económica del país”. Le replico que podrían pasársela hablando de estabilidad mientras todo se viene abajo, pero mejor sería proponer algo para que el gobierno se mantenga en pie. “APP ya ha planteado una agenda, que sea una agenda de salida”, responde.
Similar posición tienen los fujimoristas, pero frente a la cirugía la tarea de la mayoría parlamentaria puede tornarse más más difícil que ante el Caso Rolex y el Caso Cofre. En realidad, el escándalo no demoró en estallar como dije en un inicio. Su fuego ha estado prendido desde mayo. Que recién se haya judicializado y además se investigue en el parlamento, no significa que haya estado ausente del debate público ni de la percepción sobre el gobierno de Dina como frívolo y ajeno a la crisis de inseguridad. Podemos apostar que la cirugía ha empujado la aprobación de Dina al rango del 3% (Datum) o 4% (Ipsos) en los últimos meses.
“Gustavo Adrianzén llama ‘una bajeza’ a esta inquisición sobre la cirugía. En la conferencia de prensa del miércoles estuvo más molesto que de costumbre con las preguntas al respecto ¿Podría Mario Cabani suavizar su ceño fruncido?”
Los Rolex fueron devueltos al ‘prestador’ Wilfredo Oscorima y a este se los incautó la fiscalía. La fiscalía de la nación ya formuló denuncia y ya sabemos que no puede escalar a la etapa de acusación. Pero la cirugía es imborrable, queda como una máscara que distrae del discurso o lo apaga. La comparación es para efectos de análisis, en realidad ambos casos se suman. Recuerden cuando Dina dio un mensaje a la nación para aplacar la crisis de los Rolex y las joyas. Esa vez contó que una de las razones que le dio Oscorima para que acepte las prendas es que debía lucir bien en los eventos a los que asistía en nombre del Perú. Por la manera en que lo dijo, estaba validando ese razonamiento ajeno al ideal republicano de austeridad, que es tan válido para la derecha como al afán de representación del padecer de las masas lo es para la izquierda.
En realidad ese pensamiento es ajeno a la política tercermundista de cualquier color. Fue una extraña ocasión en la que la frivolidad se coló y se sinceró en el discurso presidencial. Ni Dina ni sus voceros repiten esa especie. El primer ministro Gustavo Adrianzén, que defiende con ardor a la presidenta, y llama ‘una bajeza’ a esta inquisición sobre su cirugía, tampoco valida ese pensamiento. En la conferencia de prensa del miércoles estuvo más molesto que de costumbre con las preguntas al respecto ¿Podría Mario Cabani suavizar su ceño fruncido?
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