PABLO OBRIEN
¿Se ha reunido últimamente con la alcaldesa de Lima, Susana Villarán? La última vez que la vi fue cuando tuvo el bonito gesto de recibir a los opositores venezolanos, entre los que estuvo el alcalde de Caracas. Saludé su actitud y la felicité públicamente por tener un gesto democrático.
¿Entonces no se han visto para realizar coordinaciones en torno a la conducción de la ciudad? No, conmigo no se ha reunido, pero sí con Raúl Castro, presidente del partido PPC, y con el secretario general, Rafael Yamashiro, quien participó en la última reunión del acuerdo de ancha base.
¿Qué impresión tiene de cómo se están haciendo las cosas ahora en la municipalidad? Mi sensación, con toda sinceridad, y así se lo he dicho a Susana Villarán, es que ya pasó el susto. Y por lo general, cuando pasa el susto se cae en una calma que puede ser peligrosísima.
¿Una calma chicha que, digamos, inmoviliza? Una calma chicha y con esto no quiero crearle un nuevo susto, pero la señora alcaldesa tiene que entender que está comenzando el tiempo en que pueden empezar a tirarle huevos. Así que si no se pone las pilas, los huevos van a caerle inexorablemente.
¿Y es consciente de que algunos de esos huevos les pueden caer a ustedes? Ese es el peligro, por eso estamos advirtiendo de ese escenario.
Esta semana algunos huevos han sido lanzados por regidores como Jaime Salinas, que han denunciado este contrato publicitario aparentemente excesivo que ha efectuado la municipalidad para relanzar su imagen. Creo que la tarea fiscalizadora de los regidores tiene que darse y nuestros regidores también van a hacerlo. Lo que me preocupa esencialmente es que se debe dar curso a los compromisos asumidos en la campaña, a los cambios que se deben hacer en la gestión y particularmente a lo que se había prometido a los partidos, movimientos y personalidades que apoyaron el No. Creo que la tarea fiscalizadora debe ser más ardua en estos aspectos.
¿Por qué? Es indispensable leer el mensaje de la consulta de revocación. El mensaje fue: No vamos a cambiarte porque no queremos crear un mayor caos en la ciudad, pero se deben hacer cambios. Fue un clamor de cambio. Por eso pienso que la señora alcaldesa debe revisar si todos los gerentes que tiene deben continuar en la tarea, que es la de acelerar las obras públicas. He visto que se ha empezado con las inauguraciones de Barrio Mío, ojalá se multiplicaran por doquier. Ese programa es muy importante porque es la carta de presentación ante los sectores populares que estaban muy disconformes con la gestión de la alcaldesa. Simultáneamente tiene que continuar el dinamismo de las asociaciones público-privadas. En eso creo que se viene avanzando, al igual que en proyectos como el de la Javier Prado. En buena cuenta, creo que se debe pasar de esa calma de la que hablábamos a la tensión, a la adrenalina que da el hacer cosas.
La denuncia de Salinas apunta a que la alcaldesa desea gastar 13 millones de soles en publicidad porque en realidad tiene un afán reeleccionista. ¿Está de acuerdo con esa postura? No me consta que se desee emplear el dinero para ese fin. Ella [la alcaldesa] ha señalado que esa no es su intención, pero no tiene un impedimento legal, de modo que podría quererlo hacer. Yo no veo mal que quien quiera reelegirse y se sienta con fuerzas y con respaldo para hacerlo postule. Obviamente, el PPC tiene sus aspiraciones y su plan de acción para las elecciones de noviembre del 2014 y del 2016.
¿Y en ese plan de acción está considerada su candidatura? No, para nada. Lo he dicho varias veces y lo repetiré por enésima vez, yo el 2014 y el 2016 paso. Ahora, eso no quiere decir que el partido no tenga un programa y un plan para ganar la Alcaldía de Lima. La capital es una plaza electoral muy importante. El partido tiene cuadros muy capaces aunque también se pueden ver otras opciones para competir. No me cabe duda de que estaremos en la contienda.
En síntesis, la alcaldesa debiera empezar a mostrar pronto resultados y acelerar el paso. Creo que sí. Hay que reconocer que a este tiempo ha tenido que recomponer su equipo de regidores. Esto ha tenido su costo, pues muchos de ellos son muy jóvenes y tendrán que aprender muy rápido. En eso nuestro aporte puede ser significativo, pues nuestros regidores, a pesar de ser jóvenes también, ya tienen una experiencia ganada. Además, mire cómo la vida está hecha de pequeños detalles. Uno solo escucha hablar maravillas de ese pequeño detalle urbanístico de establecer solo giros a la derecha en la Javier Prado. Eso revela que de pronto el éxito de la gestión está en multiplicar ese tipo de medidas que solucionan males importantes.
Pero sin descuidar las obras y medidas de mayor trascendencia, ¿no? Por supuesto, y ahí tenemos asuntos como el de La Parada, en el que ha estado entrampada con el Poder Judicial. Ahora que ya se resolvió ese tema tiene que demostrar que se verán resultados en el mercado de Santa Anita y en lo que se ha llamado la Tierra Prometida. En esta tarea dos regidores nuestros están muy comprometidos y trabajando con mucha fuerza. Entonces, la alcaldesa tiene una serie de retos. Tiene una agenda de trabajo bien cargada y ahora debe ponerse las pilas y trotar más rápido que el presidente de la República para cumplir con todos esos compromisos [risas].
Pasando a otro tema, el clima político está bastante enrarecido Inconvenientemente enrarecido.
Parecería que el 2016 está a la vuelta de la esquina Inexplicable, ¿no? Sobre todo en un momento en que estamos por conocer el fallo de La Haya
Un momento en que deberíamos estar más unidos. En una solidez muy grande en defensa de nuestra tesis. Es muy saludable, eso sí, este clima de distensión que se ha alcanzado con Chile, pero es evidente que en este momento la clase política debiera estar pensando y previendo los posibles escenarios a los que el país se podría enfrentar cuando se conozca la decisión de la corte [de La Haya].
Y en vez de eso, desde todas las tiendas políticas se lanzan dardos y se defienden como pueden de acusaciones serísimas. Para empezar, el presidente de la República está terminando un mes muy malo. Eso se refleja en que ha caído su popularidad. Y es que ha dado malas señales. Primero, la forma en que actuó frente a lo ocurrido en Venezuela.
A ello se sumó la intención de comprar la refinería de La Pampilla a Repsol. Exacto, porque era un mensaje económico borroso, que trajo como consecuencia una pérdida de confianza en el rumbo de la economía. Eso revela que tanto en la política como en la economía, la confianza y construir confianza son esenciales. Este ha sido un error serio del presidente, pues con su viraje había conseguido que se perdiera el temor a que durante su gobierno se abandonara el modelo y el buen paso de la economía. Entonces, ahora se ha puesto en una situación en la que debe recuperar la confianza de los agentes económicos. Algo ha conseguido con las medidas para reactivar la economía que ha dado hace unos días, pero no es suficiente.
Medidas económicas que se reclamaban desde hacía tiempo porque la economía se desaceleró, lo que demuestra que no se estaban tomando las previsiones ante la coyuntura internacional. Claro, reclamadas hasta por el propio presidente del BCR, Julio Velarde. Ahora, se han hecho correcciones y se han ajustado las clavijas, pero no podemos descuidarnos. El país tiene que seguir creciendo y para ello el presidente debe dar señales que ayuden a recuperar la confianza. El discurso por el 28 de julio es una buena ocasión para ello.