(Ilustración: Giovanni tazza para El Comercio)
(Ilustración: Giovanni tazza para El Comercio)
Alexander Villarroel Zurita

Después de la tormenta viene el control de daños. El ayer dio oficialmente de baja y nombró los reemplazos de cuatro ministros tras una crisis interna desencadenada tras conocerse, entre otros, encuentros con directivos de momentos antes de la polémica demanda ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) por el Gasoducto.

Al menos dos ministros salieron de sus carteras (Energía y Minas y Justicia) por estar vinculados a este caso. Sin embargo, el Gobierno no ha explicado con claridad todavía las salidas de los otros dos. En lo que sí , que ciertamente en la víspera puso en aprietos a más de uno al interior de Palacio de Gobierno.

El Comercio trasladó cuatro preguntas a los analistas políticos Mabel Huertas y Enrique Castillo, a fin ensayar el impacto que ha generado esta crisis interna del Ejecutivo.

1. ¿Cuánto afecta al Gabinete Zeballos la baja de cuatro ministros en sectores claves como son los de Energía y Minas, Justicia, Transporte y Educación?

Mabel Huertas: No creo que haya ningún impacto negativo en los sectores porque estamos hablando de, en su mayoría, viceministros que están asumiendo ministerios. Lo que vamos a ver es continuidad y eso de cierta manera es positivo. Es un modus operandi del presidente Vizcarra. Si nos damos cuenta, es muy conservador para elegir ministros. O es desconfiado y no quiere llamar a nadie de afuera o no hay gente de afuera que no quiera asumir. El resultado de esto es que si bien va a haber continuidad, lo que sigues teniendo son ministros bastante opacos, bastante grises, que no son líderes. Son técnicos que no necesariamente son políticos. Y, por lo tanto, cuando se vean en una situación difícil como en la que se vio la exministra Ana Revilla pues no van a tener la pericia para manejar la situación.

(Foto: Juan Ponce / El Comercio)
(Foto: Juan Ponce / El Comercio)
/ JUAN PONCE VALENZUELA

Enrique Castillo: El impacto no necesariamente es negativo, si es que los reemplazos de los ministros son mejores que los que se han ido. La pregunta es si es que esos cambios son suficientes para evitar un impacto negativo en el Gabinete Zeballos. Porque se han sido los cuatro ministros y, sin embargo, son muchas las interrogantes que todavía quedan sobre el primer ministro y la ministra de Economía, por ejemplo. Y lo otro es que el impacto puede ser negativo si es que los cambios que se han hecho no son los adecuados. ¿Los ministros que se han ido son los que deberían haberse ido o debiste haber sacado a más? Es la gran pregunta. El impacto también lo vas a medir en el corto y mediano plazo si es que los ministros que han ingresado no tienen cuestionamientos y si es que hacen una mejor gestión que los que se han ido. Y ya hay cuestionamientos.

Enrique Castillo. Analista político. (Foto: GEC)
Enrique Castillo. Analista político. (Foto: GEC)

2. ¿Era el momento para hacer cambios en el gabinete, a poco de las elecciones y cuando todavía no asume el nuevo Parlamento?

Mabel Huertas: No es que si era o no. Ellos se vieron obligados y tomaron esa decisión. Ellos han pensado que tanto la renuncia del ministro de Energía y Minas, de la destitución del procurador Ramírez y de la ministra de Justicia finalmente iban a acabar con una serie de cuestionamientos. Me parece que eso no ha sido así. En todo caso también pensaron que si se demoraban en hacerlo, pues la bola de nieve iba a ser muchísimo más grande. Y esto podía hacer que la situación sea mucho más crítica aún. Odebrecht es una papa caliente, un nombre con el que el Gobierno no quiere estar relacionado. En esta narrativa del presidente de la República, para él la mejor solución ha sido ‘muerto el perro, muerta la rabia’, sin embargo, dudo que eso haya sido suficiente para aclarar las dudas y para borrar la falta de transparencia que ha tenido el gobierno.

Enrique Castillo: Creo que el ingreso de un nuevo Parlamento sí que implicaba un cambio. La oportunidad no es mala. Pero el tema es que era la oportunidad para hacer una reestructuración general del Gabinete. Y lo que ha hecho es parcharlo. El argumento de que un nuevo Congreso ameritaba una reestructuración del Gabinete es positivo. No necesariamente cambiar a todos pero sí hacer una evaluación real de quiénes habían aportado en cada sector y ahí entonces hacer el cambio. Y también se tenía que cuestionar si es que el primer ministro Zeballos con toda la carga que tiene, era la persona adecuada para justamente enfrentar esta nueva etapa en el Congreso.

3. El Ejecutivo ha perdido ya siete ministros en el interregno parlamentario. ¿Qué tan beneficiosa le fue esta medida al Gobierno?

Mabel Huertas: El presidente ha ganado legitimidad gracias a su discurso de lucha contra la corrupción. Y este discurso le ha funcionado muy bien y digamos que ha encontrado su clímax con la disolución del Congreso, que se ganó el rechazo y la ilegitimidad. Se lo ganó a pulso. Pero de ahí cuando ya no hay en ese momento un enemigo, lo que el público hace es ver qué otra cosa, si ya no es la lucha contra la corrupción, si ya venciste a un gran enemigo, qué otra cosa te legitima ante la sociedad: las obras, salud, seguridad ciudadana. No hay nada de eso. Entonces el tema de la lucha anticorrupción le regresa como un boomerang. Y por eso es que se cuestiona que haya tenido a personas con atisbos de haber cometido faltas éticas o algo ligado a la corrupción. Vamos a ver qué es lo que va a pasar cuando tengamos un nuevo Congreso ya instalado. En conclusión, lo que ha demostrado esto es que exclusivamente el gobierno de Vizcarra se basa en la lucha anticorrupción y en nada más porque no tiene de qué más agarrarse. Y el otro punto es que en realidad este Gobierno es bastante débil, y eso es lo que se está desnudando en este momento.

Enrique Castillo: En el corto plazo, el quedarte solo como único responsable de la gestión y de la decisión política, no le ha sido nada beneficioso para el Gobierno. En el interregno parlamentario, esto no ha sido positivo para el Gobierno. Porque no lo ha aprovechado para impulsar con decisión su gestión. Ha dado decretos de urgencia y no se ha visto ningún cambio real en la gestión gubernamental. Ahora, terminado el interregno, y con el nuevo Congreso, eso sí le puede convenir al Gobierno, porque ahí ya va a compartir los reflectores con el Parlamento. Seguramente van a comenzar las críticas a los parlamentarios, en fin. Y eso va a jalar la atención de la población y van a dejar de mirar al Ejecutivo.

(Infografía: El Comercio)
(Infografía: El Comercio)

4. Como control de daños, desde Palacio de Gobierno se ha intentado minimizar estos cambios en el Gabinete, que dio sensación de crisis para algunos. ¿Fue negativo el impacto para la opinión pública? ¿Qué tanto?

Mabel Huertas: Si bien el control de daños fue destituir a los ministros y al procurador ad hoc, lo que ha venido después es aún peor. Porque cuando se le ha pedido explicaciones, el primer ministro no ha sabido responder la pregunta. Además, queda la sensación de opacidad, que nada ha sido transparente. El hecho de que todos se sorprendan ante una situación que ya todos sabían es como para pensarlo, claramente están engañando a la población. Ellos sí conocían de estas reuniones, de la demanda de Odebrecht ante el CIADI. Y el control de daños no ha sido aceptar que hay un problema sino maquillar una realidad. Ellos mismos se han colocado estándares que no están cumpliendo.

Enrique Castillo: Para la gran mayoría de los observadores políticos y la población, ha quedado claro que esta crisis -no resuelta todavía del todo- nace del propio Ejecutivo. El propio Ejecutivo genera una crisis en la cual se ahoga. No solo no la resuelve sino que se ahoga y estalla en las manos y no sabe cómo manejarla. Entonces, sin oposición, sin Congreso, el Gobierno sufre una crisis generada desde el interior como ha sucedido con todos los ministros desde que se instaló el Gobierno después del 30 de setiembre. Todos se han ido por errores propios y denuncias. El Gobierno tiene que hacer una profunda reflexión sobre la manera y la forma cómo elige a sus colaboradores, porque el problema está ahí. Y problema no es menor.