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Los presidentes viajeros en la historia [INFORME] - 1
Alejandro Cavero Alva

Ayer el presidente Pedro Pablo Kuczynski () emprendió su primera gira al exterior. Los destinos elegidos son China y Estados Unidos, países con los que busca estrechar lazos comerciales.

Nuestra memoria colectiva aún recuerda el viaje a Europa del ex presidente Mariano Ignacio Prado en plena guerra con Chile, o la renuncia por fax desde Japón del ex mandatario Alberto Fujimori. No todos los viajes, sin embargo, han sido tan polémicos. La verdad, la gran mayoría han sido positivos y muchos de ellos con resultados tangibles para el país, como por ejemplo los que permitieron la firma del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos.

Algunos presidentes han sido más viajeros que otros: en su segundo período, Fernando Belaunde lo hizo solo seis veces y Alan García en su primera gestión 23, mientras Alberto Fujimori en sus dos períodos viajó al menos 109 veces. Valentín Paniagua nunca salió del territorio en su breve etapa de transición.

Asimismo, según consta en las resoluciones que se encuentran en el archivo digital del Congreso de la República, Toledo fue autorizado a viajar al exterior en total 58 veces, García en su segundo período 43 y Ollanta Humala 64. Este último –en promedio– fue el presidente más viajero de la historia del Perú en un solo período de gobierno.

Los viajes presidenciales han tenido distintos momentos en nuestra historia. Según plantea el especialista en derecho parlamentario César Delgado-Guembes en su libro “Los viajes del presidente”, se han vivido cuatro etapas. La primera de carácter militar (1821-1879), donde los viajes de los jefes del Estado rara vez eran al exterior y, sobre todo, tenían como objetivo consolidar el territorio dirigiendo a sus ejércitos o enfrentando las revueltas.

Luego, vendría una etapa que él llama de “inhibición externa” (1879-1942), donde el enlace directo de nuestros presidentes con el exterior fue muy escaso y estuvieron enfocados, sobre todo, en reconstruir el país luego de la guerra con Chile. Posteriormente, vendría un período diplomático (1942-1967), donde los mandatarios básicamente fungieron de grandes relacionistas públicos del Estado. Por último, una etapa de integración económica, desde 1967 hasta nuestros días. En esta, lo primordial es obtener ventajas y beneficios concretos para los pueblos.

Estos viajes, además, no pueden darse en cualquier circunstancia. Requieren una autorización especial del Parlamento que debe contener el objeto del viaje, el plazo y el destino. Estos requisitos, sin embargo, no siempre se han cumplido escrupulosamente.

—Una ‘escapadita’ a Ecuador—
Era el 3 de febrero de 1998 y el entonces presidente Alberto Fujimori había viajado a Huaquillas, en Ecuador. Sin embargo, lo había hecho de improviso y sin pedir autorización al Congreso, lo que, según el artículo 113 de la Constitución, es causal de vacancia. Esto despertó un encarnizado debate en el Parlamento, que era de mayoría fujimorista. A su regreso, el ex presidente solicitó una autorización ex post para “regularizar” esta situación y el hecho no pasó a mayores.

—Paradas sin aviso—
Otros casos más frecuentes son los que tienen que ver con el cambio inesperado de las rutas de viaje de los jefes del Estado. Por ejemplo, en 1989, un grupo de parlamentarios pidió la vacancia del entonces presidente Alan García por incluir a Polonia en su gira europea sin haber tenido autorización para ello en el Congreso.

En otro viaje que realizó García a Zimbabwe, el mandatario incluyó en su ruta la ciudad de Luxor, en Egipto, de lo que tampoco dio cuenta. Se dice que en aquel entonces se reunió con el comerciante de armas libanés Abdul Rahman el Assir, con quien tenía una relación bastante cercana. Ambos temas fueron materia de investigación en el Congreso; sin embargo, al igual que en el caso de Fujimori, la mayoría aprista de aquel entonces trató este tema con hermetismo y nunca se sancionó.

—Francia y el satélite—
Otra polémica la desató el presidente Ollanta Humala durante su visita a la cumbre APEC en Indonesia, en el 2013. Durante la cita, el mandatario decidió adelantar su regreso a Lima para, de esa manera, tener tiempo de hacer una escala en Francia, donde se reunió con su homólogo François Hollande. Nada hubiera ocurrido si la autorización hubiese contemplado ese destino. Pero no lo hacía.

Así, el entonces congresista Juan Carlos Eguren sostuvo que el presidente había cometido una infracción constitucional al incluir este destino sin autorización y que, de no regresar en el plazo establecido, podría ser vacado. Por aquella época se especuló que la visita de Humala a París tuvo que ver con las negociaciones que, posteriormente, concluyeron en la adquisición de un satélite. 

—El “avión parrandero”—
En los viajes presidenciales no todo han sido problemas jurídicos. Durante el gobierno de Alejandro Toledo, se acusó un uso indebido del avión presidencial en estas giras, e incluso se lo bautizó como el “avión parrandero”. Esto a raíz de que un video mostrara que durante un viaje entre Málaga y Madrid un funcionario de la cancillería, en aparente estado de ebriedad, se puso a cantar la popular canción “Pásame la botella”. En ese entonces, el primer ministro Pedro Pablo Kuczynski acudió al Congreso a explicar el incidente.

Con su primer viaje al exterior, el ex jefe de Gabinete y hoy presidente PPK inaugura una nueva etapa en la que tiene dos grandes retos: hacer un uso mesurado de esta prerrogativa y cumplir a su vez la normativa a cabalidad para representar al Perú en el exterior. Veremos cómo le va.

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