MILAGROS LEIVA GÁLVEZ El Comercio / Octubre del 2004

Tiene 68 años y sigue vigente en la vida pública del Perú. Javier Silva Ruete se va del Banco Central de Reserva diciendo que la economía del país está fuerte y que él también. Orgulloso, anuncia que se aleja con el nivel de reservas (internacionales) más alto de la historia. En noviembre se convertirá en director alterno en el FMI y asegura que vendrá de visita. Antes de partir advirtió que las reservas han crecido a 12.224 millones de dólares gracias a las intervenciones que realizó. En un período corto hemos tenido un incremento de 2.165 millones de dólares, asegura satisfecho de su obra.

¡Usted se graduó de ministro! El otro día un amigo me comentó lo mismo y en total he sido ministro cinco años, pero como lo he sido varias veces parece más. He jurado siete veces el cargo. Dos veces con Belaunde, en su primer gobierno, también con Morales Bermúdez, Valentín Paniagua y Alejandro Toledo.

Fue uno de los ministros más jóvenes de Belaunde. Tenía 28 años cuando juré como ministro de Agricultura.

Y también estudió Derecho Sí, en esa época ya había estudiado Economía, el posgrado, y también Derecho, pero nunca ejercí esa profesión.

¿Su primer round como ministro fue exitoso? La primera vez fui un tío lleno de entusiasmo que recorrió el país tratando de resolver los temas que en esa época eran menos difíciles que los actuales. En el campo ideológico me he manejado siempre cercano al centro.

¿Y hoy cercano a quién está? Mis relaciones con los distintos líderes son buenas, creo que todos tienen virtudes y creo que el país, después de todas las experiencias que ha tenido, necesita un gobierno de concertación, de largo plazo.

¿Qué le contesta a la gente que dice que usted está con Dios y con el diablo? Creo que en el Perú hay una enorme diversidad ideológica, pero eso mismo la enriquece. No veo en un divergente político a un enemigo; lo veo como una voz discrepante con la que debo estar dispuesto a dialogar.

¿Por qué un hombre que dice ser demócrata aceptó trabajar en una dictadura? Por una razón muy clara. La propuesta del presidente Morales Bermúdez fue transparente: Necesito hacer la transferencia a la democracia y tengo un programa económico difícil y quiero que me ayudes a resolverlo para no entregar a la democracia una situación grave, me dijo. Y el programa se cumplió como reloj suizo. Yo juré un 10 de mayo y a la semana siguiente ya estaban las elecciones en la Asamblea Constituyente. Por eso digo que no trabajé para una dictadura, yo colaboré en el armado de la democracia. Con Velasco nunca participé.

¿Le sugirieron no aceptar? Mis amigos me decían que no aceptase porque no duraría ni tres meses. Pero yo siempre he sido un hombre de resultados, de objetivos. Para trabajar por el país con una situación en contra, lo primero que hay que tener es coraje. ¿Lo segundo? Ganas de hacer cosas. Uno echa mano a la gente de la mejor calidad posible. Yo creo en la gente competente y no importa que no comulgue con su ideología, no me importa si es mujer, hombre, homosexual; no le pregunto ni religión ni política. Me interesa que además de su probada competencia sea absolutamente honesto, en eso no hay transacción. Creo en la eficiencia, no en la patería.

¿Cómo así decidió estudiar Economía en una época que nadie elegía esta carrera? En realidad también me gustaba Arquitectura, es más, comencé a estudiarla, pero me di cuenta de que no era bueno y mediocre nunca he querido ser. Mi afición por la economía comenzó leyendo la historia del Perú. Cuando lees que en nuestro país se hizo una obra de ingeniería tan extraordinaria como la del ferrocarril central, comprendes que lo único que hace falta es poner orden.

Me extraña que no haya intentado ser presidente del Perú Nunca quise ser presidente porque la gobernabilidad es una cosa muy compleja. Se requiere liderazgo y dedicación para armar el aparato ; yo he preferido la especialización.

¿No es temor al fracaso? Bueno, a mí no me gusta fracasar. No me gusta perder.

¿Y eso no le genera estrés? Definitivamente, siempre ando exigiéndome. Para manejarlo hago deporte, juego tenis, camino.

¿Qué es lo que más le ha gustado de la función pública? Aprender. Creer en el trabajo en equipo. Quien se cree dueño de la verdad es una persona absurda.

¿Por eso no trabajó con Alan García? Ideológicamente estábamos en sentidos contrarios.

¿Conversaba con él? Hemos conversado con mucha claridad de todos los temas. Una de sus virtudes es saber escuchar.

Que haga caso es otra cosa Exactamente, ese es otro tema.

SILVA RUETE EN LOS 90 ¿Y por qué se acercó a Hurtado Miller en los primeros días de Fujimori? Yo no me acerqué. Él me pidió asesoría, él había trabajado conmigo en el Banco Central y nos hicimos amigos, cuando fue primer ministro me dijo que él no sabía nada de privatización. Nunca le di el programa del Fredemo, pero sí le hice algunas sugerencias.

¿Fujimori quiso seducirlo? Sí, pero desde el comienzo no tuvimos química. Me pareció que no era la persona adecuada para dirigir el país.

¿Y qué pensó cuando en los vladivideos escuchó a su amigo Dionisio Romero hablar de usted? Bueno, él es un amigo de la infancia y ya lo aclaró: dijo que me podían llamar por mi experiencia.

¿A los amigos se les perdona todo, incluso cercanía con gente tan corrupta? Depende de qué se trate, lo que he visto ha sido una parte en la que aboga por la deuda de los bancos. Si uno lo ve desde el punto de vista empresarial, quizá se justifica.

Pero Dionisio Romero es un hombre poderoso y no era ningún ingenuo como para no saber a quién se estaba acercando En estos casos hay que examinar las cosas cuidadosamente, sobre todo porque se trata de personas y de honras. Yo tengo discrepancias, pero jamás me he metido en la cosa personal. A mí me han dicho de todo e incluso insultado, pero yo no caigo en lo mismo. En determinados momentos ciertas cosas pueden parecer de otra manera. Mientras no exista una investigación seria no puedo tener una definición categórica.

¿A usted lo llamó Montesinos? Nunca. Con Fujimori y Montesinos he tenido buen radar. En esos años fui un opositor permanente. No me equivoqué.

SU AMISTAD CON VARGAS LLOSA Usted y Mario Vargas Llosa son muy amigos. ¿Qué tienen en común? La disciplina, las ganas por luchar contra la mediocridad, el entusiasmo por el país, el cariño por las cosas buenas. Eso nos ha mantenido unidos.

¿Es verdad que cuando eran niños, usted fue el que le enseñaba malas palabras? Ja, ja, ja. Eso es lo que él dice, pero yo no lo recuerdo bien. En todo caso abrimos los ojos juntos.

¿Está en Los cachorros? No, en ese libro no. En La tía Julia y el escribidor sin ninguna duda, yo lo ayudé a fugar para casarse.

Usted fue el alcahuete No. Yo solo lo ayudé, me parecía una barbaridad lo que iba a hacer, era demasiado joven para casarse, pero él estaba convencido y por mis amigos estoy dispuesto a todo. Teníamos 18 años, tomamos un taxi y enrumbamos a Chincha, dos campesinos fueron los testigos, una locura.

¿En El pez en el agua también está con nombre y apellido.. También en La casa verde y en Los jefes

¿Y qué pensaba cuando leía su nombre en las historias? Me reía mucho, porque además hay mucho de invento. Mario es uno de mis mejores amigos.

Sus amigos dicen que usted es un caballero Esa ha sido mi pretensión.

Y galante con las chicas Voy a morir galante.

¿En el amor usted ha sido aventurero como su amigo Mario? No, yo he tenido historias más reposadas. Hoy he cumplido cuarenta años de casado y tengo seis nietos, pero no soy un abuelo chocho.

¿A usted lo chochearon? Mi abuela sí, y mi madre siempre, era muy cariñosa. Mi padre, en cambio, era un poco más duro, un hombre muy severo que me exigía terriblemente. Yo era el mayor de tres hermanos.

Peor, más exigencia Exigencia total, a veces llegaba al colmo. Recuerdo cuando estudiaba Anatomía en el colegio, mi padre me extendía los libros con los que estudiaban los médicos y yo apenas era un muchacho de segundo de media. Él era muy exigente, quería que estudiara para manejarme en el mundo. Era un hombre que imponía mucho respeto, severo en sus formas de expresarse. Por él había una mezcla de cariño, admiración, pero también temor. Mi padre murió cuando tenía 19 años y su ausencia me sirvió para endurecer el carácter. Entendí que ante su partida yo era el jefe de familia.

Por eso estudió y trabajó Desde siempre y lo hice con gusto. Me acostumbré a estar ocupado y me pareció muy bueno. Además, nunca he trabajado en algo que no me ha provocado entusiasmo, ese es el secreto; lo otro puede enfermar.

¿Su corazón cómo está? Perfecto, después de la operación todo bien. Lo bueno es que sigo en la línea del fuego, como me gusta.

¿Y la dieta? Soy disciplinado: de lunes a viernes almuerzo pescado con verduras y ceno fruta. Y no me aburro. Mi problema es que los fines de semana engordo porque me libero. No se olvide de que yo peso 20 kilos menos de lo que acostumbraba. La verdad es que yo era un gordito feliz, pero por la salud no podía seguir así.

Cuando usted asumió la cartera de ministro en el gobierno militar dijo que asumía el activo y el pasivo. ¿Sigue haciéndolo? En todo lo que hago. Si uno solo asume el activo se queda con lo bueno y no es así. Uno siempre tiene que preservar lo bueno. ¿Y lo malo? Arreglarlo. Yo siempre he asumido mis activos y pasivos, de eso se trata la vida.