ÓSCAR CASTILLA Unidad de Investigación

Por casi tres décadas, ‘Artemio’ –cabecilla de Sendero Luminoso (SL) en el Alto Huallaga– no necesitó pasamontañas para esconder las facciones exactas de su rostro, las tonalidades y acentos de su verbo y su apariencia real. Así fue hasta el 5 de abril del 2010, cuando un infiltrado de sangre fría traspasó el límite que ni espías policiales, ex mandos terroristas o sicarios del narcotráfico se atrevieron a cruzar y reveló el secreto mejor guardado por el fantasma del valle de la coca.

La historia del testigo de clave EPTM-1020 empezó a fines del 2009, cuando fue contactado por la Policía Antidrogas a través de un ex lugarteniente de Artemio. Los oficiales que lo abordaron sabían que el ‘Negro’ lo escuchaba; que ambos se conocían desde los años 80, en plena guerra antisubversiva; que se acogió a la Ley de Arrepentimiento en los 90; que seguía siendo un apoyo organizado de Sendero Luminoso en el valle, y que era respetado por el gremio cocalero de Aucayacu.

El testigo –bastará decir que nació en el centro del país y que no llega al 1,60 de estatura– escuchó la propuesta de los agentes, pensó en los riesgos y aceptó sin condiciones. El plan era esperar la convocatoria de ‘Artemio’, acudir a la cita con otros dirigentes cocaleros y testaferros de la organización, y filmarlos con una minicámara mientras recibían las órdenes del último lugarteniente de Abimael Guzmán.

‘Artemio’, luego de largo tiempo, fijó la cita para el 5 de abril del 2010. El testigo avisó a sus contactos y se reunieron en un hotel de Tingo María. Fue entrenado en el uso de la minicámara, se la colocaron en su polo y recibió un celular. Luego regresó a su casa y se despidió de su esposa y de sus hijos con el pretexto de un cónclave gremial que nunca acabó. Al salir pensó en la última frase que le dijo su contacto: “Filma, pero no apagues el teléfono”.

ESCAPE SIN RETORNO “Tenía la misión de captar el rostro de ‘Artemio’ –contó el testigo–, su forma de hablar, capacidad ideológica y apariencia, su porte y maneras para que inteligencia evaluara su estado físico y psicológico. El plan no buscaba su eliminación, solo filmar durante un par de horas y así lo hice. Me senté frente al ‘Negro’ y lo grabé, pero algo salió mal”.

“La CIA nos rastrea” fueron las primeras palabras que lanzó ‘Artemio’ a sus interlocutores. Casi acertó. El sonido procedente del cielo que llamaba su atención no tenía relación con la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. Se trataba del avión espía de la DEA –una moderna nave utilizada para localizar objetivos narcoterroristas en el Perú y Colombia– que sobrevolaba la cuenca cocalera en busca de la señal emitida por el celular del infiltrado.

“Yo estaba sereno, pero empecé a sospechar del celular cuando escuché ese avión”, contó. Una hora después ocurrió lo que temía. “Escuchamos el sonido de un helicóptero, a lo lejos; luego más cerca, pero ya eran dos. El ‘Negro’ dijo: ‘No se preocupen, solo sirven para erradicación de coca’, pero cuando volvimos la vista al cielo ya no eran dos, sino cuatro y estaban sobre nosotros”. De pronto se desató la balacera.

Algo había salido mal durante las coordinaciones entre los oficiales que velaban por la seguridad del infiltrado, los mandos policiales y los agentes de la DEA apurados por cazar a ‘Artemio’. “Me salvé de morir. Me arrastré entre riachuelos y barro en medio de la selva, hasta que llegué a un caserío. Luego llamé a la Dirandro para decir que estaba vivo. Todos me preguntaban por el video y se disculpaban, pero los mandé al diablo y solo entregué el material a mi contacto, aunque no sabía si había filmado”, relató.

DEL ALTO HUALLAGA AL EXILIO Fue un agente de la Dirandro el primero en observar el rostro actual de ‘Artemio’, ya no descrito por informantes o retratado en un video antiguo de baja resolución. “Yo lo conocí –dijo el testigo– en 1987. Entonces, se ondulaba el cabello y era joven, pero ya dirigía [a cientos de subversivos] desde Tocache hasta Aguaytía. En el video aparece trinchudo y canoso”. Ese día cayó el mito de invulnerabilidad del hombre que dirigió el frente senderista más violento desde fines de los años 80 hasta fines del 2009.

El éxito de la operación fue celebrado en la Dirandro y en la estación DEA en Lima. La grabación secreta era perfecta, pero el testigo, más preocupado por su seguridad, apenas la vio. “Temía por mi familia. Al día siguiente –indicó– el ‘Negro’ ejecutó a dos hombres de su entorno porque los creía soplones”. Aun así ‘Artemio’ celebró. Estaba alegre por haber evadido el cerco policial. No imaginaba que sus horas en libertad estaban contadas.

El infiltrado dijo que él siguió visitando al subversivo hasta noviembre del 2010 cuando los medios difundieron la filmación. “Entonces salí de la zona. Cuando estaba en el terminal de buses, rumbo a Lima, vi el video en los noticieros. Allí cambió mi vida. El ‘Negro’ fue a mi casa y me llamó traidor”, dice. No lo lamenta.

Hoy, frente a mí, mira el video y se quiebra al recordar a su familia, ausente de su vida. Nadie sabe dónde vive, está en el exilio desde el 2010. Aunque más tranquilo por la captura de ‘Artemio’ le siguen preocupando los narcotraficantes allegados a Sendero. Al término de la entrevista revela su nombre real, pero pide que lo llamen ‘Manolo’. Muestra el nuevo DNI que le tramitó la Dirandro y concluye: “Descubrí la identidad del ‘Negro’, pero perdí la mía Aun así lo volvería a hacer”.

LA ÚLTIMA NEGATIVA DEL JEFE SUBVERSIVO “Si está cansado del monte yo lo entrego a la policía, cobrola recompensa de S/.1 millón y se la entrego a su familia”. El colaborador eficaz que filmó en secreto a ‘Artemio’ le propuso entregarlo a la policía, cobrar la recompensa de S/.1 millón que ofrecía el Estado Peruano y entregársela a la familia del cabecilla de Sendero Luminoso en el Alto Huallaga. El testigo contó el diálogo que sostuvo con el subversivo, quien rechazó la propuesta.

–Compañero –dijo el infiltrado– si usted cree que esta ya no es vida y está cansado de vivir en el monte, de buscar dónde dormir todas las noches, de sus dolencias en las rodillas y de llorar a sus mandos, por qué no negocia su entrega.

–En eso estoy pensando –contestó ‘Artemio’.

–Hagamos lo siguiente, yo lo entrego a la policía, cobro la recompensa que pagan por su captura y reparto el dinero entre los miembros de su familia o las personas que usted diga.

–Ja, ja, ja. No te pases de pendejo. O sea quieres entregarme con ese cuento y yo debo creerte.

“La propuesta fue seria, pero la tomó como una broma. El ‘Negro’ no me creyó, pero yo lo hubiera hecho. Cuando se lo dije se rio de mí, pero luego se molestó mucho y comenzó a mirarme mal”, contó el colaborador. Tiempo después, el testigo fue captado por efectivos de la Dirandro que le propusieron grabar al jefe senderista.

La operación se ejecutó el 5 de abril del 2010. El colaborador grabó a ‘Artemio’ en compañía de los dirigentes cocaleros y autoridades Rosa Obregón Cárdenas y Teodosio Aquino de Aucayacu; Miguel Martínez Rivera de Yanajanca; David Salas Mariluz de Pueblo Nuevo; Margarita Pérez Gorpa de Corvina; y Ángel Magallanes Godoy ‘Lito’, de una organización de fachada de Sendero.

Esta reunión era clave porque ‘Artemio’ buscaba seleccionar candidatos para las elecciones a la presidencia del Gobierno Regional de Huánuco y a las alcaldías de Tingo María y Aucayacu.

El video, junto al aporte de la inteligencia electrónica, fue vital para aportar mayor contundencia probatoria en el Caso ‘Eclipse’, una de las investigaciones más prolijas de la lucha antisubversiva. Estas pesquisas, ejecutadas por la División de Investigaciones Especiales (Divinesp) de la Dirandro, permitieron la captura de subversivos, dirigentes cocaleros y autoridades regionales vinculadas a Sendero y testaferros de ‘Artemio’.