Héctor Becerril, vocero alterno de Fuerza Popular, se presentó junto a Castillo y los otros manifestantes para pedir que se reciba en Palacio de Gobierno a estos señores. (Foto: Juan Ponce/El Comercio)
Héctor Becerril, vocero alterno de Fuerza Popular, se presentó junto a Castillo y los otros manifestantes para pedir que se reciba en Palacio de Gobierno a estos señores. (Foto: Juan Ponce/El Comercio)
Enrique Pasquel

En estos últimos días, muchos políticos han actuado según dos versiones contradictorias entre sí acerca de la presencia del en la huelga magisterial. Por un lado, tenemos la versión relatada por el viceministro de Seguridad Pública, Ricardo Valdés. Según él, las facciones senderistas Conare-Movadef y Conare-Proseguir se han aliado para promover la huelga magisterial, aprovechando el comprensible descontento de los profesores por los bajos sueldos. Buscarían convertirse en el vehículo más efectivo de sus reclamos para quitarle el liderazgo del magisterio a Patria Roja. Con este fin, señaló Valdés, eligieron a Pedro Castillo –el hoy dirigente más visible de las protestas– como el jugador político que encabezaría esta estrategia. Existe una foto que daría cuenta de esta situación. Esto, además, se presentaría en un contexto en el que habría 253 profesores o servidores del sector educación contratados por el Estado a pesar de haber cumplido sentencias por terrorismo. La versión de Valdés es respaldada en privado por algunos miembros de Patria Roja, quienes incluso sugieren que el dinero que financiaría las manifestaciones vendría del Vraem.

Paralelamente, otros políticos han participado de una versión distinta de la historia, según la cual Pedro Castillo y los dirigentes que lo rodean son legítimos y pacíficos representantes de los maestros que solo han venido para transmitir una serie de reclamos justificados, por lo que deben ser aceptados como interlocutores válidos.

Entre estos políticos están los congresistas Marisa Glave, del bloque Nuevo Perú, y Wilbert Rozas, vocero del Frente Amplio, quienes gestionaron el ingreso al Congreso de Pedro Castillo y otros 18 representantes de los huelguistas con la intención de que participen en la exposición de la ministra de Educación en el Parlamento. Asimismo, se encuentran dos congresistas de Fuerza Popular, uno del Frente Amplio, otro de Nuevo Perú y uno del Apra, quienes votaron en la Comisión de Educación para que se permita que Castillo y sus acompañantes debatan con la ministra en su presentación. Y también está Héctor Becerril, vocero alterno de Fuerza Popular, quien se presentó frente a la prensa junto a Castillo y los otros manifestantes para pedir que se reciba en Palacio de Gobierno a estos señores, a quienes llamó “los verdaderos representantes” de los docentes.

Preocupa que dentro del Estado puedan convivir las historias de que Pedro Castillo es, por un lado, un lobo y, por el otro, un cordero. Entre otras cosas, porque, según fuentes de inteligencia del Estado, solo en el 2017 diversos militantes del Movadef se habrían infiltrado en doce protestas sociales importantes de distinta naturaleza. Entre ellas, la protesta de los trabajadores de la empresa Solvi que reclamaban por despidos arbitrarios, la marcha contra el peaje de Puente Piedra, la movilización de la Asociación Nacional de Fonavistas contra la corrupción, la marcha contra la Ley Universitaria o la protesta en Cerro de Pasco contra la contaminación ambiental. Asimismo, estas mismas fuentes han documentado la infiltración de integrantes del Movadef en varios otros conflictos sociales desde el 2013. De acuerdo con esta información, los remanentes de Sendero Luminoso vienen intentando tomar protagonismo en numerosos reclamos ciudadanos, con la finalidad de convertirse en los más efectivos canalizadores de los descontentos populares y lograr así liderazgo en el pueblo.

Aún está en la cancha del ministro del Interior mostrar pruebas fehacientes de que Pedro Castillo es un agente del Movadef. Por lo pronto, ha prometido llevar evidencia este lunes al Congreso. Pero si Carlos Basombrío está en lo correcto, varios integrantes de la mayoría de los principales partidos políticos le están abriendo las puertas del Estado al principal enemigo de la democracia peruana. Esta debería ser la principal preocupación ciudadana hoy en día, pues ya una vez ese lobo entró a nuestra casa disfrazado de oveja. Y eso nos llevó al episodio más trágico y sangriento de la historia de nuestro país.

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