“La Rosa se aferra a su cartera y no ha tenido pudor en marcar distancia con Foronda”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
“La Rosa se aferra a su cartera y no ha tenido pudor en marcar distancia con Foronda”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Fernando Vivas

Hizo todo lo que prohíben los manuales de crisis: le advirtió a quien pensaba botar que la tenía entre ceja y ceja; le confirmó, al pedirle que se fuera, que uno de los motivos era su opinión amarga sobre una ex correligionaria de la jefa máxima de la institución; no dio importancia al hecho de que poco antes le había renovado la confianza a quien ahora se la retiraba bruscamente.

Elvia Campos Zavala, ex viceministra de Prestaciones Sociales del , pagó con su propia cabeza la salida de Lesly Shica, empeñosa abogada con excelencia académica de 24 años, de los que ya llevaba dos en el Midis. Lesly ya había mostrado voluntad de renunciar pero la propia Campos –sumen esto a la ristra de desaciertos– la disuadió, renovándole su contrato por dos meses más, que se cumplían el 30 de junio. O sea que, si esperaban tan solo cinco semanas a la expiración de su CAS, Shica se iba sin necesidad de que se lo pidieran ni de explicarle nada.

Le he pedido a Campos su versión sobre los desaciertos que se le imputan, incluyendo el más grave –por sus implicancias políticas– que fue darle a Shica argumentos que le hicieron pensar que era la ministra quien reclamaba expresamente su salida, pero no contestó mis mensajes. Tan solo apareció filtrada su carta de renuncia, presentada el 29 de mayo, un día después de que la ministra la defenestrara en la TV. Allí, dice algo que suena urticante: que ha cumplido “a cabalidad las indicaciones dadas por su despacho [de la ministra] sobre la evaluación de la colaboradora Lesly Shica Seguil respetando los procesos administrativos”.

Campos, aunque en otros párrafos de su carta se muestra resentida con su amiga ministra, enfermera como ella, y deja muy en claro que nunca tuvo filiación ni sesgos partidarios (como los tuvo o tiene su amiga), no la golpea tanto como a primera vista parece. No dice explícitamente que esta le pidió el despido de Shica, sino que la ‘evaluara’.

Lesly ha sido consistente en la versión dada en su carta de renuncia y en las pocas entrevistas que ha dado. También en una conversación que tuve con ella. Su certeza respecto al motivo central expresado por Campos se debe a que antes de que le pidiera la renuncia, la inquirió sobre su participación en el programa “La argolla”, del portal Político.pe. Luego de eso, participó en un programa en el que uno de los temas de coyuntura fue la contratación de la emerretista ex presidiaria Nancy Madrid en el despacho congresal de María Elena Foronda, frenteamplista como lo fue La Rosa. Según ha contado Lesly, Campos le refirió que vio el programa (o un resumen subrayado de este) y le dijo: “Te pasaste”.

Por eso, a la renunciada Shica no le quedó duda de que Campos, interpretando, bien o mal, a la ministra, le pidió que se fuera porque no toleraba comentarios críticos contra Foronda. Se configuraba entonces un caso de intolerancia de izquierda frente a un tema que aún resulta incómodo a algunos de sus cuadros: la reinserción social de los terroristas liberados.

La Rosa, en su ‘damage control’, ha salido a afirmar que ese no pudo ser un motivo de despido, pues ella piensa lo mismo que Lesly en ese punto. Que, aunque conoce y aprecia a Foronda –hay fotos y videos que muestran esa simpatía–, ella reprueba la contratación de Madrid.
Pero, entonces, ¿por qué le pidió Campos la renuncia a Lesly? Indagué en el Midis y una fuente del entorno de la ministra me dio a entender que, antes que censura, hubo desconfianza. Seguí indagando y resulta que la desconfianza no se origina en el trabajo de Lesly, del que no hay objeciones, sino en posiciones políticas. ¿Por qué?

—Ni fachos ni caviares—
Lesly no ocultó a nadie –lo dice su cuenta de LinkedIn– que colaboraba con Político.pe y con Madeleine Osterling, principal socia de ese portal y pareja del periodista Aldo Mariátegui, ambos muy críticos del arribo de La Rosa al Gabinete. Valga la mención porque fue en una discusión en RPP con el propio Aldo que la ministra le echó en cara la relación de Lesly con Madeleine, sugiriendo que el hecho de que Lesly fuera su asistenta personal condicionaba su posición.

En el LinkedIn de Shica, dice que brinda ‘asesoría’ a Osterling. En realidad, es su asistente de cátedra universitaria, con una retribución eventual y pequeña. No tiene una relación de dependencia laboral. En todo caso, sí es creíble que el pedido de evaluación o renuncia de Lesly –que, como asesora legal, asistía a reuniones de la alta dirección– se basara en motivos de política desconfianza. Pero Campos, según las reiteradas versiones de Shica, dio más importancia a sus opiniones contra Foronda.

La Rosa se aferra a su cartera y no ha tenido pudor en marcar distancia con Foronda. Sabe que el gobierno teme a los ministros que generan crisis, y que podría pasarle lo mismo que a Daniel Córdoba, ex ministro de Produce; solo que a él se le pidió la renuncia por haber ofrecido la cabeza de su viceministro. La Rosa, al revés, ha ofrecido la de su viceministra para salvar su gestión.

Por ahora, Walter Curioso, viceministro de Políticas y Evaluación Social, ha asumido temporalmente las funciones de Campos. Curioso es médico y funcionario de carrera, sin sesgo político ni estrecha amistad con la ministra. Tal vez, ese es el perfil profesional que convendría a La Rosa para mantenerse en el Midis, en un gobierno que quiere ministros con muñeca política, pero sin sesgos marcados ni anticuerpos urticantes. Pronto, otro ministro con filiación de izquierda, Christian Sánchez, de Trabajo, enfrentará el dilema de reafirmar o no su conocida posición previa contra la vigencia del régimen laboral agrario y su posible ampliación a otros rubros de la economía. Ahí sí, las posiciones políticas en el Gabinete podrían verse las caras.

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