(Foto: AFP)
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Diana Seminario

El Perú se ha puesto en la primera fila en la lucha contra la dictadura de tras desinvitarlo a la Cumbre de las Américas y anunciar que no podrá pisar suelo peruano, lo que ha enfurecido a la izquierda nacional que no puede desligarse de su filiación chavista.

“Entiendo que está ejerciendo su derecho como presidente electo. La cancillería peruana está manoseando política e ideológicamente este tema. Los cuestionamientos que se tengan que hacer al régimen de Maduro deben ser firmes y claros por la vía diplomática”, fue el comentario de Marco Arana.

Antes, el ex gobernador de Cajamarca Gregorio Santos no solo ensalzó al Gobierno Venezolano calificándolo de “lindo” por su “lucha indesmayable contra el imperialismo”, sino que expresó su deseo de reunirse tanto con Maduro como con Evo Morales “para conocer sobre sus procesos de cambio en América Latina”.

Es esta izquierda que no puede sancionar a Maduro la misma que nuevamente busca la vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski. Son los mismos que en diciembre pudieron defenestrar a PPK de la presidencia de la República, pero que abandonaron el hemiciclo a la hora de votar “para no sumarse a la actitud golpista del fujimorismo”.

Pero el tan mencionado “golpismo” naranja no pesa mucho, cuando tienen que reunirse con ellos para buscar adhesiones a su nuevo pedido. Incluso afirman que han llegado a “acuerdos comunes”. Y aunque el indulto de Kuczynski a Fujimori fue una de las principales causas para replantear la vacancia, son capaces de remover ese móvil con tal de conseguir los votos de la mayoría naranja.

Y como los extremos se unen, resulta una deliciosa paradoja que Mario Vargas Llosa, reconocido y autodenominado liberal y ajeno –ahora– a cualquier posición de izquierda, tenga el mismo criterio que la más rancia izquierda peruana cuando de Kuczynski se trata.

Según el Nobel, en entrevista a este Diario: “Si se prueba que es verdad que él [Kuczynski] se ha beneficiado, siendo ministro, siendo presidente del Consejo de Ministros, porque prestó favores a Odebrecht, sin ninguna duda la presión para que renuncie a la vacancia hay que apoyarla, en nombre de la democracia, para sancionar a un presidente que, por lo visto no solo sería un traidor a sus principios y a sus electores, sino además un corrupto”.

Lo que olvida el escritor es que el escenario respecto al flagrante conflicto de intereses del mandatario no ha variado desde diciembre, cuando se debatió la vacancia.

Al igual que sus amigos de la izquierda, esta súbita indignación vargasllosiana obedece más bien a que PPK indultó al ‘Chino’: “Cuando los demócratas estaban dando una batalla contra el fujimorismo para defender a Kuczynski y mantenerlo en la presidencia, él negociaba con el fujimorismo por lo bajo. Si hubiese dicho que iba a indultar a Fujimori, jamás hubiera apoyado esa candidatura como lo hice […]. Es un mentiroso que ha decepcionado a muchos amigos como yo”.

Como se ve, la izquierda de Maduro también madura y se pone a la altura de Vargas Llosa. A esta impensable alianza la mueven los mismos motivos. Lo que el antifujimorismo unió que no lo separe ningún principio.

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