Levantan el secreto bancario y bursátil a Orellana y su red
Levantan el secreto bancario y bursátil a Orellana y su red
Redacción EC

En el documento del , al cual El Comercio tuvo acceso, se indica que la organización criminal que lideraba logró “amasar una fortuna que superaría los 100 millones de dólares”.

Esta bien montada mafia se apoderaba, según la fiscalía, de inmuebles de terceros  a través de diversas modalidades.

Para ello estafaban, usurpaban, falsificaban documentos o simulaban actos jurídicos con la colaboración de funcionarios públicos corruptos. Posteriormente le daban apariencia de legalidad a la apropiación irregular de esos inmuebles y los transferían a terceros, que compraban de buena fe.

Otra modalidad de enriquecimiento ilegal era el cobro de cheques del producto de esas actividades ilícitas: los cheques eran girados o endosados a nombre de testaferros o familiares de confianza. 

Una tercera modalidad a la que recurría la organización de Orellana era la ilícita emisión de cartas-fianza fraudulentas a través de

Estas cartas se entregaban a empresas privadas que participaban en los concursos públicos  para contratar con el Estado; sin embargo, en realidad, no tenían capacidad económica ni jurídica para tal fin.

Finalmente, la red de Orellana creó más de 50 empresas de fachada y realizó compras y ventas de vehículos para lavar los dineros ilícitos que ingresaban a sus arcas. 

Esta organización era compleja, extensa y altamente especializada. Tenía una estructura circular flexible,pero concentraba el poder en Rodolfo Orellana y su hermana Ludith.

Había una línea de mando medio que se dividía en dos ámbitos. Uno profesional y empresarial, que estaba a cargo de Churchil Orellana, que veía los negocios de la organización. El otro era de protección y choque, que estaba en manos de Benedicto Jiménez.