Víctor Reyes Parra

Acompañado por el sonido de un pututu, Pasión Dávila alza sus brazos en dirección a una gigantografía con la imagen de un sonriente Pedro Castillo portando la banda presidencial. Los mismos brazos con los que, un mes antes, le había propinado un golpe a su colega Juan Burgos en el hemiciclo del Congreso, el cual le valió una suspensión de sus funciones por 120 días.