Reforma política, Elecciones internas, Elecciones primarias
Reforma política, Elecciones internas, Elecciones primarias
Redacción EC

Por Milagros Campos
Ex integrante de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política

¿Fortalece o debilita a los partidos esta competencia interna? Esta fue la pregunta que formulé a diversos actores políticos en Montevideo. “Vamos detrás de la candidatura que gana”, me respondió un candidato. Una joven lideresa partidaria me respondió con convicción que los fortalece, pero está muy consciente de que el esfuerzo mayor está en las elecciones generales.

Las elecciones internas en Uruguay son abiertas y simultáneas. Si bien no son obligatorias para los ciudadanos, lo son para los partidos políticos. En las elecciones de octubre, el voto es obligatorio. Los miembros de mesa son funcionarios públicos convocados por la Corte Electoral, que tiene a su cargo la organización. Por su participación, tienen seis días de licencia, el día siguiente a las elecciones y los demás en la fecha que elijan. Su presencia desde muy temprano para atender a los votantes y delegados supone también enviar informes parciales sobre la participación, varias veces al día, a través de una tablet.

Para definir la candidatura a la presidencia, se requiere que el candidato obtenga el 50% de los votos de su partido o que logre una ventaja de 10 puntos sobre el segundo. Los uruguayos eligieron en esta fecha al órgano deliberativo departamental y la convención nacional partidaria. En este proceso electoral, las listas pueden llevar al mismo candidato a la presidencia, pero presentar opciones diversas para los órganos partidarios, las mismas que representan a las distintas facciones. Los partidos se encargan de distribuir las cédulas. Los delegados están atentos para reponer las que hicieran falta, aunque los electores más comprometidos y precavidos llevarán al local de votación la cédula que recibieron previamente en su domicilio o en el partido. La maquinaria del partido no solo se encarga de esta tarea: “Llevar electores a la votación es parte de la tradición”, comentó una militante. El sistema está estructurado en la organización del partido y su capacidad de movilización.

Uruguay tiene un sistema de partidos institucionalizado en el que no parece haber mucho espacio para outsiders ni para candidaturas improvisadas como ocurre en otros países de América Latina. Quienes pierden las internas no pueden postular por otros partidos.

De acuerdo con el Barómetro de las Américas, Uruguay es el país con mayor nivel de partidismo: 44%; mientras que en el Perú, solo 15% simpatiza con un partido, uno de los niveles más bajos de la región. Por distintas razones, las elecciones abiertas fortalecen a los partidos, para dirimir disputas entre facciones o para evitar que la decisión de definir las candidaturas no quede en un pequeño grupo de personas.

Partidos con estructura y organización interna no se construyen por ley, pero puede contribuir a garantizar niveles ciertos de democracia interna y participación. Los modelos responden a las tradiciones y cultura política, pero también a los objetivos de devolver la confianza a los ciudadanos en la política y los políticos.