(Foto: GEC)
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José Carlos Requena

La aprobación de la Ley Orgánica de la ha dejado como saldo un recompuesto panorama parlamentario, marcado por la palpable fragmentación (casi el doble de las bancadas que iniciaron las acciones en julio del 2016, 37 congresistas que abandonaron las bancadas por las que fueron elegidos) y la recuperación de peso específico del Parlamento, arrinconado hasta hace algunos meses por la embestida plebiscitaria presidencial, disfrazada de reforma.

n este escenario, es importante notar algunos aspectos que podrían repetirse en lo queda hasta julio del 2021, cuando cese la actual representación parlamentaria. Contra lo que se pensaba hasta hace algunos meses, el ha recuperado terreno, quizá motivado por la decoloración del naranja.

En primer lugar, es importante notar el rol que toma el presidente del Congreso, Daniel Salaverry, quien lideró los esfuerzos por consensuar un texto unificado, tras el fracaso del dictamen de la Comisión de Constitución, que no logró los votos requeridos. Salaverry propició una reunión en la que participaron los presidentes de las comisiones de Constitución y Justicia, Rosa Bartra y Alberto Oliva, respectivamente.

En segundo término, también es posible notar el poco peso que logra el Ejecutivo en el Congreso. Hace algunas semanas tuvo que bajarle el volumen a su propuesta para declarar en emergencia al Ministerio Público. Ahora tuvo que ceder en un tema valorado en su propuesta: la paridad. De poco parece valer que dos ministros (César Villanueva y Vicente Zeballos) sean también congresistas. De hecho, Zeballos –con licencia oficial– no participó en un debate que era crucial para su sector, a pesar de que el reglamento se lo permite.

Tercero, es importante notar la relevancia que, pese a su deterioro, mantiene la aún numerosa bancada de Fuerza Popular. A pesar de que ha perdido el control de la Mesa Directiva y de que su incómoda posición denota aislamiento, aún puede hacer valer sus más de cincuenta votos cuando quiera aprobar u oponerse a una iniciativa (de hecho, por poco evita la sanción a su integrante Luis López Vilela). Es cierto que, a diferencia de hace algunos meses, Fuerza Popular no puede imponer su voluntad con su sola participación. Pero aún será necesario algún nivel de acercamiento con este grupo parlamentario para sacar cosas adelante.

Finalmente, es necesario resaltar lo complicado que será plantear alguna posición irreductible, como fue el caso de la paridad. Las bancadas de izquierda (Frente Amplio y Nuevo Perú) se quedaron solas en la lucha por este punto que, en la fase de oradores, incluyó a representantes de las bancadas de APP, Bancada Liberal y hasta AP. Hasta los vocingleros cruzados pro paridad de la Bancada Liberal marcaron el sí a la hora de votar por el texto final de la norma.

El Congreso parece haber vuelto a ser el espacio privilegiado de la negociación: un complejo desafío para un Ejecutivo que no tiene precisamente la paciencia para el diálogo largo y tedioso.