"La noche del domingo 11 anticipa pocas certezas. Una de ellas, casi escrita en piedra, es la inminencia de una segunda vuelta. El umbral para evitar dicho escenario es muy lejano". (Ilustración: El Comercio)
"La noche del domingo 11 anticipa pocas certezas. Una de ellas, casi escrita en piedra, es la inminencia de una segunda vuelta. El umbral para evitar dicho escenario es muy lejano". (Ilustración: El Comercio)
José Carlos Requena

Tal como se avizora, los resultados de la seguramente tendrán un desenlace ajustado: numerosas candidaturas porfiando por un espacio en la segunda vuelta. Quizás, para tomar un término que este Diario anunció el sábado por la noche, lo que se vea sean “reacomodos”, sin poder descartarse evoluciones dramáticas propias de una política desestructurada.

La noche del domingo 11 anticipa pocas certezas. Una de ellas, casi escrita en piedra, es la inminencia de una segunda vuelta. El umbral para evitar dicho escenario es muy lejano.

Así, aún el porcentaje de la votación válida que alcancen —en conjunto— las dos opciones finalistas será muy bajo, comparándolo con procesos más recientes. En las elecciones de primera vuelta del 2011 y 2016 la suma de votación de los dos candidatos llegó a 55,3% y 60,9%, respectivamente. Una realidad que ahora parece tan ajena.

¿Qué emparejamientos son posibles en la segunda vuelta? Es una hoja en blanco y, técnicamente, son probables tanto una inclinada a la derecha como una de un tinte opuesto, a tono con los escenarios que postulaba Juan Carlos Tafur (Sudaca, 4 y 5 de abril).

Lo que sí debe tenerse en mente es que el 12 de abril (o la fecha en que se confirmen los protagonistas del duelo) se repartirán las cartas de nuevo. La historia empieza de cero. Los resultados de los emparejamientos que se avizoraban hace pocos días terminarán siendo una mera referencia. Serán de vital importancia los pasos iniciales que se den y los endoses de primera y última hora.

La otra certeza, aunque a medias, será que se tendrá al menos un borrador final de la composición del Parlamento 2021-2026 (¿?). Se espera que sea un Congreso con al menos una decena de bancadas, continuando el patrón iniciado en enero del 2020, con la elección del actual Parlamento. Dada la fragmentación y lo ajustado que se anuncian los resultados en este frente, tendrán que esperarse los conteos finales para terminar de identificar los rostros.

En el 2020 causó sorpresa la inclusión de las bancadas de Frepap, UPP y Podemos, listas que se consolidaron en la última semana, cuando el país enfrentaba ya el apagón de las encuestas. No debe descartarse que una evolución similar se dé en esta contienda, influida por el desempeño de las (hoy disminuidas) locomotoras que son las candidaturas presidenciales.

En todo este contexto, será fundamental el rol que jueguen los organismos electorales, tanto en brindar las garantías para el sufragio como en la etapa posterior, cuando haya que impartir justicia. El reto es aún mayor cuando el país enfrenta una pandemia, con resultados desalentadores.

Así pues, al día siguiente del domingo será fundamental una característica muy inusual en la política peruana contemporánea: la prudencia. ¿Se abrirá paso, finalmente?

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