‘Brexit’: el Perú en un mundo nuevo, por Enrique Pasquel
‘Brexit’: el Perú en un mundo nuevo, por Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

Desde la caída del muro de Berlín, mucho hacía pensar que los países mayoritariamente avanzarían hacia la apertura y la integración, liderados por las democracias liberales occidentales. Y así fue por varias décadas. El ‘’, sin embargo, aunque no ha sido el primero, resulta un signo poderoso de que el mundo podría empezar a girar en la dirección contraria: la del proteccionismo y el aislamiento. Aquella misma dirección hacia la que quisieran Trump y Le Pen que viren EE.UU. y Francia. El ‘brexit’, quizá, termine siendo el evento que marcó el momento en que nos dimos cuenta de que la globalización finalmente había pasado de moda.

De ser así, no se vienen tiempos mejores. Más allá de todo lo que perderíamos en un mundo donde las culturas vivan separadas, las implicancias económicas de ir en contra de la globalización resultan clarísimas. En toda la historia de la humanidad, nunca ha habido tanta riqueza como hoy en día en el mundo globalizado. Las recientes crisis económicas, de hecho, vistas en el largo plazo, no han sido más que hipos en un camino de creciente prosperidad.

La razón es sencilla. La apertura económica consiste, simplemente, en dejar que las personas intercambien con quienes deseen, donde deseen y en los términos que deseen. Y, al facilitarse así la creación de riqueza, mejoran las condiciones de vida de las personas. Por el contrario, las barreras comerciales, como explicó Henry George, hacen lo mismo que los ejércitos que bloquean la entrada a un país: impiden el libre intercambio para dañar económicamente a la nación enemiga. Así, él decía, el proteccionismo les pide a los países que se traten en tiempos de paz como se tratarían en tiempos de guerra.

Veamos alguna evidencia. El Reporte Anual de Libertad Económica del Instituto Fraser divide a los países en cuatro cuartiles, en función a qué tan abiertas y libres son sus economías. El cuartil de las economías más abiertas (en el que se encuentra la mayoría de países de la UE) tiene un ingreso per cápita de US$38.601, que más que duplica el del segundo cuartil y que es más de cinco veces el del cuartil de economías más cerradas. Los pobres, además, están en mejor situación en las economías más abiertas: los ingresos per cápita del 10% de ciudadanos más pobres son de US$9.881 en el cuartil de economías más liberales, mientras que en el cuartil de países menos libres llegan solo a US$1.629. La apertura y la libertad económicas también están relacionadas con una mayor expectativa de vida: en el cuartil de países más libres dicha expectativa es 7 años mayor que en el cuartil menos libre.

Lamentablemente, a le podría tocar gobernar en un contexto mundial donde el proteccionismo vuelva a estar de moda, como lo estuvo por estos lares en los 70 y en los 80, décadas cuyas políticas económicas nos llevaron al punto más grave de pobreza del último medio siglo. ¿Qué debería hacer entonces el próximo gobierno si el virus del que hoy sufre Inglaterra se extiende hacia el resto de naciones libres? Pues responder con mayor apertura: abolir unilateralmente las barreras comerciales y migratorias. Habría que convertirnos en una nación que sea refugio de capitales, empresarios, trabajadores e innovadores. Como lo hicieron en su momento los países que hoy son prósperos y que, para mala suerte de todos, actualmente engendran movimientos que reniegan de aquello que los hizo grandes. En un eventual contexto de ese tipo, el próximo gobierno debería tener un objetivo claro: convertir al Perú en una luz en medio de una noche de proteccionismo global.

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