"Esta campaña bien podría incluir los siguientes mensajes: todas las precauciones por tomar al acudir a un banco para cobrar uno de los bonos dados por el Ejecutivo". (Foto: Captura)
"Esta campaña bien podría incluir los siguientes mensajes: todas las precauciones por tomar al acudir a un banco para cobrar uno de los bonos dados por el Ejecutivo". (Foto: Captura)
Diana Seminario

El Gobierno lanzó ayer una campaña de comunicaciones con el fin de que la población tome conciencia del riesgo de transmisión y contagio del . Bajo el nombre de “El no mata solo. No seamos cómplices”, la Presidencia del Consejo de Ministros apela al miedo y a la culpa de una “población irresponsable” que no se cuida y, por tanto, lleva al virus a sus abuelos y familiares adultos mayores.

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La campaña incluye textos sobre comportamientos negativos y positivos, así como videos donde se visita a los abuelos, unos amigos se reúnen a tomar cerveza y otros juegan una “pichanguita”. Además, hay tres spots en los que se educa sobre el uso correcto de la mascarilla, el lavado de manos y se incentiva el uso de la bicicleta como medio de transporte

Más que una campaña de prevención, es una donde la culpa es la protagonista. El propio presidente lo precisó así ayer: [...] Es un pequeño sector que de manera irresponsable no cumple [las normas]”.

Es cierto que en toda sociedad hay un grupo de irresponsables que no cumplen las normas, pero estos no son la mayoría; sin embargo, son los únicos señalados. La población, más que cómplice de la transmisión de la enfermedad, ha resultado ser una víctima de las idas y venidas de sus autoridades. Esta misma población resistió estoicamente una de las cuarentenas más severas del mundo.

Tras el sacrificio viene el castigo, pues a un grupo de peruanos empobrecidos y sin empleo ahora el Gobierno los culpa de la posible muerte de sus padres, abuelos y demás seres queridos. Si no, cómo se puede explicar que uno de los mensajes de la campaña sea: “Si vas a visitar a tus abuelos, pregúntales dónde quieren que pongas sus cenizas”.

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Es el Gobierno que ahora acusa de cómplice a su población el mismo que insistió, pese a todas las advertencias, en realizar pruebas rápidas de forma masiva aunque las evidencias decían que daban falsos negativos. El excongresista Glider Ushñahua es un claro ejemplo de que las pruebas rápidas –al dar falsos negativos– no solo expanden el contagio, sino también pueden matar. El exparlamentario luego que le negaran la atención en un centro hospitalario alegando que no era paciente con COVID-19. Ushñahua murió clamando oxígeno.

Esta campaña bien podría incluir los siguientes mensajes: todas las precauciones por tomar al acudir a un banco para cobrar uno de los bonos dados por el Ejecutivo, o cómo actuar si hay que ir al mercado por las compras diarias, pues hay quienes no pueden abastecerse para una semana porque no tienen dinero para ello, ya que viven del día a día.

También nos gustaría ver spots sobre el comportamiento en el transporte público para evitar contagios, teniendo en cuenta que la mayoría de trabajadores utiliza este medio para llegar a sus centros de labores. ¿Todos ellos también serían cómplices si por desgracia se contagian y llevan el virus a sus hogares? Desgraciadamente, no todos tienen una bicicleta.

No somos cómplices de la muerte de más de 20 mil peruanos.

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