La cutra madre, por Jaime Bedoya
La cutra madre, por Jaime Bedoya
Jaime Bedoya

- Si el honor fuera rentable, todos serían honorables. Tomás Moro.

En estos momentos hay tres calzoncillos presidenciales sometidos a irregulares ajustes anatómicos. La tirantez se debe a la millonaria confesión de coima de parte de , US$29 millones de dólares pagados durante sus gobiernos. Lo que arroja, según arbitrario cálculo, un promedio de US$9,6 millones por trusa.

La “Divina comedia” ubica a los funcionarios coimeros en la quinta fosa del octavo círculo del infierno. Su castigo es vivir hundidos en brea hirviendo, situación para la que los calzoncillos, si no alivian, aportan decoro.

Este soborno sistemático remite al peruanismo bisílabo de origen ignoto conocido como cutra, que se supone deriva de contra. Nos inserta por la puerta grande en una práctica fluida de la deshonestidad que históricamente ha acompañado a la humanidad amamantando sus indecencias. Una madre viciosa.

Hay cohecho desde Egipto: tremenda tentación los sobrecostos de una pirámide. En Roma los funcionarios caminaban rodeados de una corte de sus clientes. Y en la Biblia Judas Iscariote cotizó en treinta monedas de plata la transacción por entregar al salvador del mundo, una ganga.

Dos grandes como Napoleón y Churchill coincidieron en encontrarle un lado viable a la inmoralidad. El corso era un pionero moderado de un dogma peruano cuando decía: “Roba poco pero sé eficiente”; mientras que el inglés reconocía en la coima los beneficios amables atribuidos a un lubricante.

Los tejes y manejes de la administración colonial, expoliación a un océano de distancia, fue un delicioso caldo de cultivo nacional para una cultura de la cutra, léase cutrura. Pero, al margen de determinismos históricos, la corrupción macro se asienta en una corruptela micro, cotidiana y de a pie. Es el momento de soltar la piedra que siempre se lleva a mano.

En un estudio intitulado “Evolución del pago de coimas a la policía en el Perú y su impacto en la economía familiar” (Universidad Católica San Pablo, Arequipa 2015), los estudiosos Riesco, Alpaca y Arias, además de diseccionar quirúrgicamente el tema en cuestión, presentan una ecuación sobre el monto posible de un soborno policial:

Coima relativa = B + B  (gasto del hogar) + B  (ámbito geográfico) + B  (características del hogar) + Lamba (factor de control de Heckman) + u

Elevada a ciencia, al lego que no entiende esta ecuación del todo solo le queda corroborar cómo la cutra se desenvuelve con escalofriante plasticidad natural en la vida diaria. En ese sentido era conocido un venerable uniformado que tenía como base de operaciones la nocturnidad miraflorina. Alguna vez detenido en aparente estado de etc. por el susodicho, este, ceremonioso, me ofreció un dispositivo diciéndome: Sople aquí por favor.

Una reserva de lucidez me hizo ver que se trataba de una linterna de bolsillo en forma de llavero.

-Jefe, con todo respeto, esto es una linterna…
-Mi estimado –respondió él–, usted sabe que esto es apenas una formalidad.

Tenga la amabilidad de soplar para luego ver la mejor manera de entendernos como caballeros: ¿ha notado usted cómo ahora hay cajeros por todos sitios?

Siempre es agradable encontrarse con alguien educado en un momento apremiante.

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