Ayer, el señor Alejandro Toledo acudió al Congreso para tratar de explicar las transacciones inmobiliarias realizadas por su suegra por alrededor de US$5 millones. La versión del señor Toledo (por lo menos la última) es que la compra de la casa en Las Casuarinas y de la oficina en Surco constituirían una inversión efectuada por la señora Fernenbug junto con el empresario Josef Maiman, quien habría garantizado la operación. Según el ex presidente, este último no se encargó de conseguir el capital porque es “un buen samaritano” ni por amistad. Más bien, lo habría hecho porque se trata de un inversionista que estaba buscando un buen negocio en el cual colocar su dinero. Prueba de esto último sería que el valor de la casa ya habría aumentado en 15%.

Esta historia, sin embargo, no resulta verosímil porque el señor Toledo no respondió claramente la pregunta del millón (o, más bien, de los US$5 millones): ¿cuál es la ganancia que obtendría el señor Maiman con esta operación?

Al señor Maiman, como socio capitalista de esta inversión (o quien obtiene el financiamiento), le hubiese convenido hacer la compra sin la señora Fernenbug. Precisamente, si no se trata de las acciones de un buen samaritano sino de las inversiones de un hombre de negocios, le hubiera ido mejor ahorrándose el costo del intermediario. El ex presidente, sin embargo, no se detuvo a explicar por qué el señor Maiman se asociaría con su suegra en un negocio donde ella, aparentemente, no hace un aporte significativo pero termina con los dos inmuebles a su nombre.

Por otro lado, si, como dice el señor Toledo, el señor Maiman obtuvo un crédito bancario para financiar parte de la operación, se esperaría que los inmuebles estén alquilados para pagarle mensualmente al banco las cuotas del préstamo. Los inmuebles, sin embargo, se encuentran desocupados. ¿Qué tipo de negocio es este? ¿Uno que se hace para que el señor Maiman pierda dinero? Esto, claramente, no tiene mucho sentido, por lo menos si, como dice el ex presidente, el dinero no lo puso un buen samaritano.

La explicación de que se trata de una inversión inmobiliaria de la señora Fernenbug y el señor Maiman, además, tampoco es verosímil por una serie de contradicciones en las que incurrió el señor Toledo en las varias veces en las que ha intentado explicar sus detalles. Primero, recordemos que entre enero y febrero sostuvo que la casa de Las Casuarinas se adquirió con dinero de su suegra y, hace unos días, se desmintió indicando que se trataba de un financiamiento bancario obtenido gracias al aval del señor Maiman. Por otro lado, el ex presidente inicialmente indicó que su suegra viviría en dicha casa y hoy sostiene que la intención es alquilarla.

A eso hay que sumar sus respuestas contradictorias a la pregunta de por qué coincidentemente viajó a Costa Rica un par de días antes de la constitución de la empresa mediante la cual se transfirieron los fondos para esta operación. El 21 de mayo, en Canal N, dijo que él pasó por ese país porque viaja por el mundo dando conferencias. El 23 de mayo en ATV+, y el 26 de mayo en el programa “Cuarto poder”, señaló que fue acompañando a su suegra. Y en la entrevista que publicamos ayer indicó a Milagros Leiva que “ahora que me haces recordar no he ido con mi suegra” (coincidentemente, el programa “Panorama” presentó información de la oficina de migraciones de Costa Rica que muestra que la señora Fernenbug no estuvo en esa fecha en ese país).

El señor Toledo trata de explicar algunas de estas contradicciones diciendo: “No conozco los negocios de mi suegra y dije lo que sabía en ese momento”. Sin embargo, la información presentada por dos programas periodísticos muestra que el ex presidente sí parece haber sabido de los negocios de la señora Fernenbug. El anterior propietario de la casa señaló que fue la señora Karp la que lo buscó y negoció la compra. Y, según el gerente general de la empresa que vendió la oficina, sería Toledo quien los habría contactado con una oferta.

La lista de cabos sueltos es larga para este espacio. Lo único que queda claro, en fin, es que el ex presidente aún tiene mucho por aclarar.