Las últimas semanas trajeron buenas noticias respecto de la reducción de la pobreza en el Perú. El INEI estimó que, entre los años 2011 y 2012, la pobreza monetaria se redujo en dos puntos porcentuales; es decir, ha pasado a afectar del 27,8% al 25,8% de la población. Esto, en cifras absolutas, quiere decir que en tan solo un año el número de pobres en nuestro país se redujo en 509 mil personas. Además, otro aspecto interesante y positivo del anuncio del INEI ha sido que, a pesar de que la pobreza sigue afectando más al área rural del Perú, ella se ha reducido en mayor cuantía –casi el doble– en dicho sector si se le compara con el urbano (3,1 puntos porcentuales versus 1,4).
No todas las regiones, sin embargo, han reducido la pobreza con la misma intensidad. Cajamarca y Apurímac son quizá los casos más preocupantes porque resultan ser las regiones con mayor población bajo la línea de pobreza (y junto con Huánuco las que exhiben una mayor tasa de pobreza extrema) y ambas han tenido una reducción de la misma por debajo del promedio nacional.
El caso de Cajamarca, además, es particularmente grave porque el gobierno regional presidido por el señor Gregorio Santos no está trabajando para construir las condiciones para que la inversión privada siga generando desarrollo y aumente la velocidad con la que la pobreza se reduce. De hecho, parece trabajar en lo contrario.
Según un reciente ránking elaborado por “Perú Económico”, la ciudad de Cajamarca ocupa el último lugar en la lista de mejores ciudades para hacer negocios del Perú. Dentro de los rubros que componen el ránking también ocupa el último lugar en capital humano y el penúltimo en estabilidad política y en marco legal y empresarial. La revista, además, concluye que la extensión del efecto Conga en otros proyectos mineros ha tenido como consecuencia un deterioro de la imagen regional como destino de inversiones. Y esta misma publicación ya había advertido estos problemas en ránkings anteriores. El año pasado, por ejemplo, calificó a Cajamarca como una de las cinco regiones más riesgosas para invertir del país y como la ciudad número 21 de 24 en su ránking de ciudades con mejor calidad de vida.
Similares luces da el reciente Índice de Competitividad Regional 2012, elaborado por el Instituto Peruano de Economía. De acuerdo al mismo, Cajamarca ocupa el puesto 16 de 24 en competitividad y ocupa los últimos puestos en varias importantes subcategorías relacionadas con la gestión del gobierno regional. Por ejemplo, el puesto 21 en conflictos sociales, el 20 en analfabetismo, el 23 en población con educación secundaria, el 22 en escuelas primarias con acceso a Internet y el 24 en escuelas secundarias con acceso a Internet. Y no olvidemos que el principal conflicto social de la localidad y las huelgas de profesores que impiden la modernización del sistema educativo de la región han sido organizadas o alentadas por el mismo presidente regional.
Estos estudios, además, se ven confirmados por el anuncio que hizo del Gobierno Central hace unos días de que, en la región del señor Santos, en los dos últimos años han caído los indicadores de la producción, turismo, inversión privada, educación, salud y empleo. Por solo citar algunos ejemplos, según el Gobierno Central, mientras en el 2011 el PBI del país creció 6,9%, Cajamarca tuvo un desempeño cuatro puntos por debajo de esa cifra. Asimismo, mientras que a escala nacional el empleo aumentó 1,9% en el 2012, en Cajamarca disminuyó 9,6%. Y, mientras la llegada de turistas extranjeros al Perú crece en 10%, Cajamarca presenta una disminución en las estadías de extranjeros en hoteles del 28%.
¿Y qué viene haciendo el señor Santos mientras su región enfrenta esta profunda recesión? Pues anda de gira por el país, buscando apoyo para inscribir su candidatura presidencial y acusando a sus opositores de organizar una conspiración para sabotear su trabajo. No estaría de más que, antes de denunciar una supuesta campaña en su contra, el señor Santos se tome un buen tiempo para quedarse en Cajamarca y que se concentre en enmendar los problemas que ha ocasionado la campaña que él –como muestran los datos– viene emprendiendo contra su región.