El voto no se volcó solo hacia partidos que apoyaron la disolución del Parlamento, sino también en buena cantidad a opciones diversas, algunas con serios cuestionamientos democráticos y ajenos a la disputa gobierno-Congreso. (Foto: Angela Ponce/ GEC)
El voto no se volcó solo hacia partidos que apoyaron la disolución del Parlamento, sino también en buena cantidad a opciones diversas, algunas con serios cuestionamientos democráticos y ajenos a la disputa gobierno-Congreso. (Foto: Angela Ponce/ GEC)
Eduardo  Dargent

Algunos apuntes sobre la , disculpen el estilo telegráfico. Primero, sabíamos que la debilidad partidaria iba a llevar a una alta fragmentación del Congreso. Hace un par de meses me animé a predecir seis bancadas. La debilidad era mayor a lo que esperaba. Que en un país el ‘partido’ más votado bordee el 11% de votos válidos y tengamos otros ocho grupos sobre el 5% muestra la profundidad del problema. Temo que esta dispersión, que debería llevar a más coordinación hacia el 2021, refuerce más bien la idea de que, con suerte, cualquier candidato puede llegar a la segunda vuelta.

Segundo, como se esperaba ha sido claro el castigo a quienes desde el apoyaron la agenda del fujimorismo en estos años. , Contigo, Solidaridad Nacional y el Apra han pagado su conducta abusiva, encubridora y arrogante. Pensé que Fuerza Popular mantendría más voto fiel, pero en las últimas semanas se fue licuando mientras caía el blanco y viciado.

Sin embargo, la elección también nos enseña que no hay que mirar a la política como algo que se agota en las divisiones que privilegiamos o en nuestros mundos virtuales de disputas y coincidencias. Sí, se castigó a los que controlaban el Congreso, pero ese 85% que apoyó su disolución incluye tanto a sectores ciudadanos que criticaban al fujimorismo como a un sector que detesta a los políticos. El voto no se volcó solo hacia partidos que apoyaron la disolución, sino también en buena cantidad a opciones diversas, algunas con serios cuestionamientos democráticos y ajenos a la disputa gobierno-Congreso.

Interesante también apreciar el enorme número de peruanos que decidió el voto en la última semana o incluso el último día. Personalmente pensé que ya con los favoritos claros la caída del voto blanco y viciado los reforzaría. Lo que sucedió, más bien, es que crecieron en mayor proporción varios grupos que venían atrás en la carrera. Para quienes no vieron la encuesta confidencial de Ipsos, en una semana hubo cambios grandes. Seguro esta decisión de último minuto será menor en el 2021 por la elección presidencial, pero también presente.

Sobre los casos sorpresivos. Personalmente, no vi venir lo de Podemos Perú y el . Respecto al primero, pues, pensé que Urresti tenía ya dos fracasos electorales a cuestas como para ser locomotora de su lista. El Frepap simplemente no estaba en mi radar como una opción viable y dejo a otros con más conocimiento la explicación. Y aunque en el caso de Unión por el Perú hace tiempo se habla del cuco de Antauro Humala y el sur, pensé que ya no crecerían. Crecieron y, gracias al sistema electoral, cosecharon mucho.

Se dirá que las sorpresas no se pueden prever, pero creo que, más bien, hay que evaluar seriamente si no había indicios. En los casos de y Podemos Perú, considero que sí había indicios que miradas informadas, locales, seguro percibieron. UPP, con una prédica muy dura y cierta organización, fue el ganador en el sur. Urresti, por su parte, ha sido una figura habitual en noticieros matutinos en temas policiales, lo que reforzó su imagen de mano dura. Además, es antifujiaprista, un combo inusual.

El voto de ambos es relativamente bajo como para ser concluyente, pero creo que UPP y Podemos Perú tienen más potencial en el 2021 que el sorprendente Frepap. Parecen ocupar espacios políticos buscando candidatos que los representen. Con la dispersión antes mencionada, no necesitan mucho para ser opción electoral. Ojalá el resto de partidos se dé cuenta.