El fenómeno de El Niño en campaña, por Diana Seminario
El fenómeno de El Niño en campaña, por Diana Seminario
Diana Seminario

Las noticias sobre la inminente presencia del fenómeno de El Niño en nuestras costas son permanentes. Lo único que aún no se ha determinado es su intensidad: si será moderado o intenso. Es cuestión de esperar. 

Lamentablemente, El Niño y este cálido invierno no son lo único de lo que últimamente nos venimos informando y preocupando. La marcha del gobierno, las agendas de , la aún incipiente campaña presidencial y la impunidad de la que quiere echar mano la primera dama ocupan la mayor parte del espacio informativo y de análisis.

El Niño no será el único fenómeno veraniego. Tendremos lluvia de ofertas electorales y no dudamos que estas serán para todos los gustos. Devolverle al ciudadano la tranquilidad de transitar por las calles será el gran reto de los candidatos.

El desborde se centrará en la guerra de acusaciones y aquí no hay prevención posible. Más bien pareciera que las aguas se vienen calentando y la tormenta no estará exenta de truenos y de uno que otro rayo fulminante para algunos.

Mientras que en la costa las lluvias serán el pan de cada día, en el sur la sequía es lo común en estos fenómenos. Pero no habrá que ir hasta allá para ser testigos de esto. Aquí nomás en Lima habrá una seria sequía de investigaciones. La presidenta del Partido Nacionalista hará todo lo posible para no mojarse con la lluvia y preferirá la sequía, aunque esta traiga escasez.

Como suele pasar en estos casos, no basta la prevención. Siempre será tarde, pues los reflejos suelen ser lentos. Los esfuerzos por colocar los mejores diques antidesbordes son muchos: planteamientos de reformas electorales, tratar de contener el huaico de candidatos al Congreso, incidir en las propuestas antes que en los ataques, la firma de pactos de no agresión.

Todos ellos no dejan de ser iniciativas plausibles, pero cuando la nube negra se desa-ta, no hay muro de contención que resista. Y los damnificados se cuentan por miles.

El Niño también trae consigo oleajes anómalos que pueden hacer zozobrar a más de una embarcación. Si el timonel del buque insignia no tiene el liderazgo que las circunstancias ameritan, el naufragio puede ser cuestión de tiempo. Salvo que los barcos salvavidas se lancen a las aguas movidas con el fin de que la nave de la gobernabilidad no se vaya a la deriva.

Aunque, a veces, los torpes movimientos de quien se está ahogando hacen más difícil el rescate y generan que se hundan el socorrista y la víctima. Esa es la realidad.
Si bien los pronósticos no son definitivos, es fácil imaginar el escenario de un fenómeno que ya nos ha tocado más de una vez. Pero, en esta oportunidad, las defensas son más débiles que de costumbre.

Esta vez solo queda esperar la tormenta de la mejor manera, resguardarse del temporal, tomar todas las previsiones y esperar a que pase. Siempre pasa. Después viene el amanecer y el sol brilla. Aun en los inviernos más intensos, un rayo siempre se cuela.

LEE TAMBIÉN...

. no declaró ingresos ante Sunat entre el 2010 y el 2014 ► — Política El Comercio (@Politica_ECpe)