Hora de hilar fino, por Diana Seminario
Hora de hilar fino, por Diana Seminario
Diana Seminario

No pasó mucho tiempo para que el nuevo presidente del Consejo de Ministros, , se comprometiera, ante los peruanos que lo veían por televisión, de confrontación y provocación por uno menos radical, tal como su nuevo cargo lo exige.

No hay que ser muy memoriosos para recordar los adjetivos de todo calibre y tonos que Cateriano ha dedicado a la  oposición encarnada por apristas y fujimoristas, desde que se incorporó al Gabinete como ministro de Defensa.

Por mucho tiempo tanto él como Daniel Urresti acapararon las redes sociales y fueron una máquina incansable de titulares periodísticos. Cómo olvidar el enfrentamiento virtual entre Cateriano y Mauricio Mulder, cuando y todo lo que ello significaba, en un lapso de quince minutos.

No podemos soslayar la promesa del ex ministro de Defensa de deponer la confrontación. Sin embargo, también debería recordar el nuevo vocero del Ejecutivo que es precisamente por esta actitud mostrada en los últimos meses que el presidente Ollanta Humala decidió designarlo.

Lejos de asumir la censura a la primera ministra Ana Jara por el Congreso como una oportunidad para sacar lecciones e intentar recomponer las relaciones con la oposición, Humala está convencido de que esta sanción política no es otra cosa que un ‘ardid’ de apristas y fujimoristas, acompañados por Solidaridad Nacional y el PPC.

No se ve ninguna autocrítica desde el Ejecutivo, ni tampoco pareciera que existiera un interés legítimo –al menos por parte de Humala– de tender puentes con sus más severos críticos.

Por eso, es una buena señal que los principales líderes de la oposición, lejos de salir a crucificar a Cateriano antes de escucharlo, hayan optado por los paños fríos. Resulta incluso esperanzador escuchar decir a Mauricio Mulder que si la conversión de Cateriano es real, y a sentarse a dialogar.

Tampoco puede ignorarse la declaración de principios democráticos que hizo el nuevo primer ministro a poco de asumir la jefatura del Gabinete. “Quiero reafirmar mis convicciones democráticas. En un cargo como este, estoy obligado a dialogar, pero en democracia no existe la unanimidad. El gobierno no tiene mayoría en el Parlamento”.

Si es consecuente con sus convicciones, Cateriano no debería estar en la línea de forzar un cierre del Parlamento que nadie desea. Además, el nuevo primer ministro fue “disuelto” el 5 de abril de 1992 cuando era diputado elegido por el Fredemo de Vargas Llosa.

Queda claro, entonces, que si colocando a Cateriano, Humala optó por la provocación, la oposición no está dispuesta a pisar el palito y optaría por un repliegue estratégico y meditado.

El Ejecutivo, con Cateriano a la cabeza del Gabinete, tiene 30 días para hilar fino y llegar al Parlamento en busca del voto de confianza, entendiendo que tienen mucho por hacer, pues tanto René Cornejo como la propia Jara sufrieron para lograr la investidura, y el pasado 30 de marzo la oposición demostró que cuando quiere, logra sus objetivos.
Necesitamos paz y estabilidad. Ojalá así lo entiendan todos quienes toman las decisiones del país.

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. : historia de un político ► (por ) — Política El Comercio (@Politica_ECpe)