El indulto en tiempos de PPK, la columna de Enrique Pasquel
El indulto en tiempos de PPK, la columna de Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

El pedido de un indulto a Fujimori ya venía convirtiéndose en un ruido cada vez más fuerte en las tiendas naranjas. Hace unos días, Julio Gagó señaló que sería necesario “para que haya gobernabilidad”. Este viernes hubo una marcha de las “bases” fujimoristas exigiendo la liberación de su histórico líder. La flamante congresista de Fuerza Popular Tamar Arimborgo, por su parte, se convirtió en uno de los centros de atención de la instalación del nuevo Congreso cuando juró “por el indulto humanitario a Alberto Fujimori”, lo que su bancada celebró con frenéticos aplausos. Ayer, finalmente, se supo que ya se había presentado un nuevo pedido de indulto humanitario. La facción albertista del partido, así, podría estar jugando con la idea de un armisticio: si libera al expresidente-reo, ellos no le harían la vida imposible en el Congreso.

Dicho intercambio podría ser políticamente conveniente para PPK. Después de todo, además de permitir una reconciliación con Fuerza Popular, alrededor de la mitad del país piensa que Fujimori debería dejar la cárcel. Y quienes se oponen vehementemente a ello, de todas formas, no son aliados del nuevo gobierno.

El problema, sin embargo, es que en este caso lo político y lo legal apuntan en direcciones distintas. Salvo que hayan cambiado las circunstancias que verificó la junta médica que lo examinó en su momento, la salud de Fujimori no se encuentra en una situación de gravedad terminal que justifique un indulto humanitario, de acuerdo con la ley. E indultarlo como un simple favor presidencial supondría que PPK use su poder para regalarle un privilegio que implicaría un tratamiento preferencial frente al resto del reos, lo cual violaría el principio constitucional de que el Estado debe tratar a todos por igual.

Entre lo conveniente y lo legal, PPK ha apostado por lo último. Ha sido contundente cuando, varias veces, ha indicado que no indultará a Fujimori. Y, a la vez,  ha señalado una vía ajustada a derecho para su liberación: que el Congreso dé una ley que permita que todas las personas de edad avanzada puedan cumplir su sentencia bajo prisión domiciliaria. Elegir la ley por encima de la conveniencia política, por supuesto, habla muy bien sobre el nuevo presidente.

La pelota, así, está en cancha del fujimorismo. Ahora, este partido tiene que elegir entre usar su mayoría en el Congreso para caminar por la vía legal que PPK le ha mostrado o usarla para extorsionar al nuevo gobierno con boicotearlo si no indulta a su líder. Esta elección será un acto elocuente. Dirá mucho sobre Fuerza Popular si elige el chantaje sobre la ley. Después de todo, quien no tiene problemas en secuestrar la gobernabilidad del país para usarla como un rehén que intercambiar por la liberación de su líder preso deja en claro cuál es su concepto del Perú y cuál es su concepto de sí mismo.

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