Odebrecht estaría trazando un plan de supervivencia tras multas
Odebrecht estaría trazando un plan de supervivencia tras multas
Enrique Pasquel

Hace unos días, el presidente de la Confiep, Martín Pérez, declaró a este Diario que “ ya fregó al Perú”. Efectivamente, este huaico amenaza con llevarse de encuentro a todo el país. Veámoslo por partes.

1) Los políticos: Según la encuesta de El Comercio-Ipsos que hoy publicamos, 94% de la población o más cree que los tres últimos ex presidentes recibieron coimas de la empresa brasileña. 78%, además, cree que Alberto Fujimori recibió sobornos. Asimismo, 76% y 79%, respectivamente, cree que Castañeda y Villarán hicieron lo mismo. Esto salpica a todas las figuras políticas importantes de las últimas décadas. La única discusión que cabe para la mayoría de gente es, en todo caso, quién se coimeó menos.

2) Los poderes del Estado: Esta situación está poniendo de relieve que para la gran mayoría de peruanos las principales instituciones estatales son inservibles o, peor aun, mecanismos de protección de los corruptos. Entre los encuestados, 72% sostiene que los parlamentarios dedicados a la investigación de Odebrecht lo hacen por encubrir a ciertas personas o por ganar notoriedad. Paralelamente, respecto del trabajo que harán en el Caso Lava Jato, 57% no confía en el Gobierno y la fiscalía, 67% no confía en el Congreso y 68% no confía en el Poder Judicial. En buena cuenta, para la mayoría, los poderes del Estado no sirven para nada útil.

3) La democracia: El caso de Odebrecht no solo se está llevando de encuentro a los políticos y a las instituciones públicas, sino también a la idea misma de la importancia de vivir en democracia. Después de Fujimori, muchos peruanos confiaron en que el retorno a un sistema democrático sería una vía para impedir la enorme corrupción que caracterizó a los 90. Si en el imaginario popular los gobiernos democráticos pueden ser tan sucios e injustos como las dictaduras, no es descabellado que exista gente que se pregunte cuál es el sentido de defender a los primeros frente a los segundos.

4) El libre mercado: Héctor Villalobos acertó al afirmar en esta misma página que “el terremoto por ahora afecta a la clase política, pero la onda expansiva amenaza con alcanzar al sector empresarial. Cuando esto ocurra, las consecuencias serán impredecibles”. Y es que la desconfianza en la empresa privada siempre trae de la mano un cuestionamiento al sistema de libre mercado. Esta situación es terreno fértil para la idea demagógica de que los grandes grupos empresariales aprovechan siempre su poder para torcer al gobierno y, por lo tanto, hay que reducirlos, limitarlos, partirlos, regularlos, castrarlos o expropiarlos. Si, en la mente de muchos, las empresas utilizan su poder para torcer al Estado en su favor, ¿por qué defender un sistema donde estas tienen amplia libertad?

5) ¿Quién gana con esto? El caso de Odebrecht y las demás constructoras brasileñas es más peligroso para la estabilidad del país de lo que se percibe a simple vista. Al ponerse en riesgo las bases del sistema político y económico, los únicos que cosechan en este desmadre son los grupos que venden la idea de que el statu quo está podrido y que, por eso, hay que tirarse todo abajo para lograr una sociedad justa. Es el argumento de los Chávez o de los Trump de este mundo. Es también el de los movimientos subversivos. El escándalo Odebrecht no es más que el sueño del antisistema en busca de tierra fértil para sus ideas. Un sueño que, para tragedia de todos, se viene haciendo realidad.

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