La pelota de Keiko, la columna de Enrique Pasquel
La pelota de Keiko, la columna de Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

Durante los días transcurridos luego de las elecciones, hemos podido presenciar cómo el fujimorismo, en distintos tonos y formas, ha mostrado su negativa a sentarse a la mesa con para trazar una agenda común entre el Ejecutivo y el Legislativo. De hecho, el gesto de –escoltada por sus 73 congresistas que controlarán el Parlamento– deseándole “suerte” en el gobierno a Kuczynski y a sus “aliados de campaña” fue leído por muchos como una declaratoria de la intención de Fuerza Popular de boicotear a la próxima administración.

En lo que toca al Congreso, qué duda cabe, la dueña de la pelota es Keiko. Y, si ella quiere, puede llevarse su pelota y frustrar el partido que pretende jugar PPK. Algo que podría tener mucho sentido para quien solo se concentra en la mezcla de frustración y resentimiento que conlleva perder una elección luego de tan arduo trabajo. Pero, si Keiko Fujimori logra mirar con un poco de perspectiva, se dará cuenta de que esa es una actitud por lo demás arriesgada para su futuro político.

De acuerdo con la encuesta de El Comercio-Ipsos que hoy publicamos, solo el 6% de peruanos cree que Fuerza Popular debería oponerse a las propuestas de PPK. Algo que no debería sorprender a nadie si tenemos en cuenta que, a ojos de la mayoría, ambos partidos compartían muchos puntos de sus propuestas programáticas. En otras palabras, buena parte de los votantes de Keiko esperan que se implementen muchas de las iniciativas de PPK, pues eran parte también del plan de Fuerza Popular.

Hagamos memoria. Ambas agrupaciones compartían las ideas de mantener la responsabilidad macroeconómica y de impulsar el crecimiento con inversión privada y con la ejecución de inversión pública, principalmente en obras de infraestructura. Los dos partidos, asimismo, mostraron una gran preocupación por reducir las trabas burocráticas que hoy les hacen tan difícil la vida a las mypes. De forma similar, el fujimorismo y PPK coincidieron en la necesidad de mejorar las remuneraciones de policías, reforzar el equipamiento de las comisarías y resolver el problema del hacinamiento de los penales. A su vez, Fuerza Popular y el partido de Kuczynski reconocieron en campaña la importancia de mantener los aciertos de este gobierno en programas sociales y afinar los mismos. Y, así, hay coincidencias en varios otros temas importantes.

Por todo esto, no hay forma en la que Fuerza Popular se oponga plenamente a todas las iniciativas de PPK sin terminar traicionando con ello a sus propios electores. Keiko, de hecho, se equivoca cuando dice que sus votantes le han encargado “ser oposición”. Lo que realmente le han encargado es que implemente, desde el Congreso, el programa de gobierno por el que ellos votaron y para eso, le guste o no, tiene que concertar en muchos puntos con PPK. Negarse a hacerlo significaría defraudar a los peruanos que apoyaron a su partido en estas elecciones y eso, ciertamente, muchos se lo reprocharían quitándole su voto en los próximos comicios, en caso de que vuelva a competir por la presidencia.

Keiko puede llevarse su pelota si así lo desea. Pero sería una movida muy torpe si quiere que este no sea el último partido de su carrera.

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