Poderes formales sin poderes reales, por Juan Paredes Castro
Poderes formales sin poderes reales, por Juan Paredes Castro
Juan Paredes Castro

Estamos nuevamente ante algunas facetas anómalas y hasta patéticas del sistema de poderes en el Estado Peruano, sistema con el que somos complacientes y convivimos inclusive constitucionalmente.

Tenemos así poderes formales, como los de la contraloría y la defensoría, que al carecer de fuerza coactiva propia, como la que sí tiene la Sunat, no llegan a ser poderes reales, frente, por ejemplo, al Ejecutivo, al Congreso, a la fiscalía o al Poder Judicial, donde ambas instituciones ven precisamente frustradas y cuestionadas muchas de sus denuncias sustentadas.

Que el contralor haya elevado en algún momento demasiado los altoparlantes en sus denuncias no está bien, pero tampoco puede dejar de usar ponderadamente los espacios de los medios de comunicación porque estos, que igualmente no tienen poder coactivo, sirven, como en el caso de las denuncias del defensor del Pueblo, para poner en vitrina pública asuntos que de otra manera quedarían bajo el manto de impunidad de entidades y funcionarios, eso sí, con poderes reales.

Tenemos poderes como Gobierno, Congreso y Justicia, plenamente constituidos, pero lamentablemente con un alto déficit en el uso eficiente y probo de sus poderes reales. Baste mencionar el elevado índice de criminalidad y la frecuente toma violenta de carreteras para sentir la grave pérdida del principio y la ejecución de autoridad. De ahí que muchas veces se reclame el retorno de nefastos autoritarismos para establecer un supuesto orden que nuestro sistema político democrático bien puede enfrentar usando legítimamente sus poderes propios.

No podemos finalmente pasar por alto aquellos poderes que sin ser formales ejercen poderes reales. Se trata de poderes oscuros que ya en el gobierno de Alberto Fujimori detentó su asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos. Y que, salvando las distancias, detentó también, a su modo, la primera dama Nadine Heredia en el gobierno de Ollanta Humala. No se tiene que poner contra la pared al ministro Alfredo Thorne  por reflejar una evidencia del tamaño de una catedral respecto de la intromisión política de la señora Heredia en las funciones presidenciales y ministeriales. Cuando salte a la vista la verdad, quien tendrá que ser invitado a un desayuno de desagravio por el presidente Kuczynski será Thorne, acompañado por el ex primer ministro César Villanueva, quien sufrió el maltrato político de Heredia y el MEF por atreverse entonces a proponer el alza del salario mínimo, al que luego cedió Humala.

A propósito de poderes formales sin poderes reales, la próxima elección del defensor del Pueblo, entre Walter Gutiérrez, ex decano del CAL, el actual vocal supremo Enrique Mendoza y el académico Samuel Abad, debe permitir al Congreso, a la luz de la idoneidad exigida para el cargo, definir el reemplazo de Eduardo Vega, quien con dignidad y competencia ha cubierto un largo interinato que revela, en esencia, la suerte marginal de una institución fundamental del Estado.

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