PPK y Keiko: festival de errores, la columna de Erick Sablich
PPK y Keiko: festival de errores, la columna de Erick Sablich
Erick Sablich Carpio

Esta segunda vuelta, por el momento de relativa tranquilidad y cierta apatía (algo que de por sí no es malo), parece estar discurriendo más en el terreno de las equivocaciones de los candidatos y sus equipos que en el de propuestas y mensajes. Y es que desde que terminó la primera vuelta hemos presenciado más un conteo de metidas de pata y acciones de mitigación de daños que de aciertos de campañas conducidas profesionalmente.

ganó por lejos la partida de los desaciertos en la primera semana poselecciones. En lugar de tomar un atendible descanso para recobrar fuerzas y ordenar ideas luego de una desgastante campaña, el 11 de abril por la mañana el economista reiteraba su conformidad para que, en un gobierno suyo, Alberto Fujimori cumpla su condena en su casa en lugar de en un penal (como corresponde).

Propuesta que, como no es difícil inferir, no equivale precisamente a música para los oídos de los simpatizantes de muchos de sus adversarios de la primera fase, a los que necesita convencer de que no representa lo mismo que . Algunos de los cuales, cabe agregar, podrían seguir un tanto ofendidos por ese más lejano pero no menos relevante desliz sobre la “medio roja” y la “perra vida”.

Ese mismo día, PPK lució improvisado y oportunista al anunciar que visitaría al encarcelado ex candidato presidencial de Democracia Directa, Gregorio Santos, quien pronta y tajantemente rechazó el encuentro, dejándolo aun más descolocado.

Por el lado del fujimorismo, al principio los errores vinieron solo del equipo de la candidata. La reelecta congresista Cecilia Chacón ha replegado su presencia en medios y quizá arriesgado una presidencia del Legislativo luego de afirmar que Alberto Fujimori debe salir “por la puerta grande” de prisión y que el Poder Judicial debe declarar “nulo” su juicio por las matanzas de La Cantuta y Barrios Altos. Y si las loas al sentenciado ex mandatario de una supuesta renovada dirigente naranja generan reparos, las sugerencias sobre cómo deben fallar los jueces deslizadas desde tiendas fujimoristas ciertamente no contribuyen a borrar la imagen autoritaria y poco democrática de esta fuerza política. Percepción que, en cualquier caso, el legislador Héctor Becerril se encargó de reafirmar en un exceso de sinceridad al sostener –en referencia a la preocupación que suscita la mayoría absoluta de Fuerza Popular en el Parlamento– que el país no está pidiendo “que haya ese consenso de minorías”.

La cereza del pastel, no obstante, corresponde a la usualmente disciplinada Keiko Fujimori, quien, tratando de desvirtuar el cargo de que lidera un proyecto “dinástico”, obsequió a sus detractores un “A mí nadie me ha regalado nada”, que no necesita mayor comentario o calificación.

Minimizar errores gratuitos como los anteriores va a ser determinante en una competencia que se proyecta muy ajustada. Pero más allá de eso, preocupa sobremanera la impericia política de quienes llevarán las riendas de un país tan complicado como el nuestro.

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