Primeros movimientos, la columna de David Rivera
Primeros movimientos, la columna de David Rivera
David Rivera

La iniciativa de de haber llamado a Alfredo Barnechea para hacer suya la renegociación del gas de Camisea muestra hacia dónde dirigirá parte de sus esfuerzos para intentar atraer el voto de las regiones adversas en primera vuelta. Ello asume que en dichas zonas no hay necesariamente una corriente antifujimorista que sea irreversible, sino más bien la búsqueda de un candidato que reivindique sus aspiraciones.

Tal vez sea el principal, pero el gas tendrá que ser apenas uno de los temas que usará con el fin de apropiarse de dichos sentimientos. ¿Funcionará? Difícil saberlo. Es ahí, en el sur, donde reside el mayor rechazo a su candidatura (y el menor hacia ). Pero también es cierto que, en la primera vuelta, el rechazo contra Keiko se movió en apenas mes y medio hasta en 10 puntos porcentuales en el ámbito nacional. Había bajado puntos importantes hasta que las decisiones de las instancias electorales avivaron la sensación de que todo estaba podrido y el fujimorismo terminó absorbiendo ese ánimo.

Sin el liderazgo de la izquierda o de los movimientos sociales alimentando el sentimiento antifujimorista, a Keiko se le podría abrir una ventana de oportunidad que sea suficiente como para revertir los pocos puntos que PPK le lleva de ventaja. Porque la izquierda no podrá endosar sus votos, pero, en este caso en particular, tendría más fuerza y convicción que Peruanos por el Kambio para transmitir los riesgos del regreso del fujimorismo al poder y más aun con mayoría en el Congreso.

PPK, por su lado, parece haber decidido hacer lo que Keiko en primera vuelta (hasta que el ánimo electoral se encendió y el rechazo a su candidatura aumentó). No arriesgar. Apostar porque el antifujimorismo se sostendrá y le permitirá ganar la elección sin tomar mayores riesgos. Y que si Keiko levanta cabeza, ese mismo ánimo se reavivará. No es que no haya tratado de marcar distancia contra el autoritarismo que podría representar el fujimorismo, pero digamos que si no se la termina de creer, podría ser él mismo quien termine transmitiendo a los electores que tal vez la elección de Keiko no sería tan grave. Si para PPK el problema es haber apoyado a Keiko en la segunda vuelta del 2011, para ella lo es haber movido ya su ficha de la hoja de ruta democrática en el debate de la primera vuelta.

Paradójicamente, en este campo PPK puede terminar teniendo de su lado al propio fujimorismo. Cecilia Chacón y Héctor Becerril han sido los primeros en manifestar (pero no son los únicos) lo que el fujimorismo entiende de los resultados electorales y lo que piensa hacer con ese poder. No importa que hayan obtenido el 27% de los votos emitidos, sino ese 40% que muestran los válidos y esa mayoría en el Congreso sustentada en la misma lógica estadística.

Si esa es la estrategia de PPK, corre el riesgo de que la de Fuerza Popular comience a tomar cuerpo lentamente, y que llegado el momento de reaccionar, sea ya muy tarde.  

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