Entre la prudencia y el desborde, la columna de Fernando Tuesta
Entre la prudencia y el desborde, la columna de Fernando Tuesta

Interpelación, censura, voto de confianza y disolución del Parlamento son algunas de las figuras de las relaciones Ejecutivo-Legislativo que nuestro muy particular e híbrido régimen presidencial tiene plasmadas en nuestra Constitución. Por lo tanto, todos son mecanismos democráticos. Sin embargo, no hay régimen presidencial latinoamericano que tenga tantas figuras de los parlamentarismos europeos como el peruano pero, a su vez, qué lejos estamos de alcanzar los mismos resultados.

Hay varios escenarios que pueden presentarse y que constituyen etapas de un conflicto que puede desbordarse. Un primer escenario es que la interpelación al ministro termine con la satisfacción del Parlamento. El ministro permanecería en el cargo, pero seguiría siendo blanco de la oposición, pues el tema de fondo es la Ley Universitaria, con la que se quiere acabar.

Un segundo escenario es que luego de la interpelación la oposición presente una moción de censura, con la que la suerte del ministro estaría echada, pues esta se aprueba con el voto de más de la mitad del número de congresistas, que la oposición la supera largamente. En este caso el ministro debería renunciar. Sería el cuarto caso de un ministro censurado en los últimos 36 años, desde el fin del gobierno militar, pues antes cayeron censurados Enrique Ross Link (1991), Fernando Rospigliosi (2004) y Ana Jara (2015). Se trata de una medida extrema que debilitaría fuertemente al gobierno y a su política educativa. La oposición también mellaría su imagen, pues se trata del ministro con mayor apoyo de la opinión pública.

Un tercer escenario se presentaría si el gobierno, a través de su primer ministro, ejerciera su derecho de solicitar al Parlamento un voto de confianza, con el propósito de salvar a su ministro de Educación. Utilizaría un recurso también extremo, pues si el Parlamento le otorga el voto de confianza, el ministro Saavedra permanecería en su cargo pero si se lo niega, el Gabinete Zavala debe renunciar. No existe precedente de esta naturaleza.

Pero si esto ocurre, ingresaríamos a un cuarto escenario, en el que el gobierno podría, en el extremo, nombrar a Jaime Saavedra primer ministro y a Fernando Zavala ministro de Educación, manteniendo a la totalidad de sus ministros. Este nuevo Gabinete se presentaría al Parlamento para solicitar un voto de confianza (investidura). Si no se le otorga, el presidente puede ejercer su derecho de disolver constitucionalmente el Parlamento y llamar a elecciones parlamentarias. Esta situación límite supondría un gobierno con iniciativa y dispuesto a descomponer a una mayoría opositora. Este mecanismo nunca se ha usado en nuestra vida republicana.

El gobierno debe poder gobernar y el Parlamento controlarlo políticamente, para eso la Constitución les ha otorgado mecanismos que están contrapesados. El tema es que las malas decisiones pueden hacer trepar el conflicto hasta llegar a un punto límite, como el aquí reseñado. Por eso, la prudencia, tantas veces ausente, debe ser invocada con mayor énfasis.

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