"Se soluciona el atraso menstrual", por Enrique Pasquel
"Se soluciona el atraso menstrual", por Enrique Pasquel
Enrique Pasquel

Probablemente usted ha visto pegado en un poste algún aviso que ofrece el servicio de “solucionar el atraso menstrual”. O quizá lo ha visto en Internet. De hecho, basta que busque en Google estos términos para que encuentre una decena de lugares en Lima que utilizan este eufemismo para ofrecer abortos. La web atrasolima.es.tl, por ejemplo, ofrece la atención de “ginecólogas con muchísima experiencia” que “regularizan la menstruación al instante sin complicación ni dolor alguno”. Y la página de Facebook de “Atraso Menstrual Solución Médica Inmediata” promete resolver “el retraso del ciclo menstrual en 10 minutos sin daños colaterales”. Y como esas hay varias.

El martes, la Comisión de Constitución del Congreso decidió archivar el proyecto de ley que buscaba despenalizar el aborto en casos de violación. Martha Chávez, integrante de esa comisión, resumió la posición de la mayoría: “Maten al violador, ¿por qué al concebido? […] los que quieren matar a una criatura inocente, si quieren satisfacer su sed de ver muerte, deberían dirigirla contra el violador, no contra un ser inocente”.

Creo que el grupo que se autodenomina pro vida hace mal en plantear la discusión en los términos en los que la presenta Martha Chávez. Y es que, una vez que vemos dos datos fríos de la realidad, nos damos cuenta de que, incluso quienes buscan salvar la mayor cantidad de vidas posibles, pudieran tener razones para legalizar el aborto en casos de violación. Veamos.

1. La penalización del aborto en caso de violación no salva la vida de los concebidos. Es prácticamente imposible sancionar a quien incurre en el delito de aborto. Por eso, prohibirlo no equivale a impedirlo, sino solo a desviarlo al mercado negro, como muestran los avisos de los que hablamos al inicio. En efecto, si bien es difícil encontrar data al respecto, distintos especialistas estiman que anualmente en el Perú se producen entre 80.000 y 370.000 abortos clandestinos. La penalización en caso de violación es aun más inútil. En este supuesto la pena máxima es de tres meses de cárcel, lo que en la práctica lleva a que nadie pueda ir preso por ello. La ley es letra muerta. La prohibición de abortar en caso de violación, por eso, no disuade a ninguna madre de hacerlo y, en consecuencia, no salva la vida de ningún concebido.

2. La penalización del aborto pone en riesgo la vida de las madres: de acuerdo con el Ministerio de Salud, el 20% de muertes de gestantes se produce por abortos mal realizados (son la tercera causa de mortalidad de gestantes). Por supuesto, los abortos más riesgosos son los clandestinos, que se realizan a mujeres pobres y en condiciones poco salubres. Muchas veces, de hecho, no los realizan especialistas o los llevan a cabo las mismas madres con métodos caseros, como la introducción de objetos por la vagina.

La prohibición del aborto por violación, entonces, no salva la vida de ningún concebido y, más bien, cuesta vidas, pues un porcentaje de las abortantes muere durante la operación. En otras palabras, la denominada opción pro vida, en el supuesto que se discutió el martes en el Congreso, lleva a más muertes que su alternativa.

¿De cuánta gente estamos hablando? Según cifras del Ministerio de la Mujer, en el 2012 se reportaron unos 400 casos de mujeres violadas que terminaron en un embarazo. Este es, aproximadamente, el número de madres que podrían optar por realizarse un aborto clandestino al no querer tener en su vientre al fruto de un abuso sexual (aunque presumiblemente el número sea bastante mayor pues muchas violaciones no se reportan). La discusión sobre la legalización del aborto en casos de violación no debería plantearse como la posibilidad de que se mate a 400 concebidos. Esa posibilidad no la impide la actual prohibición, como vimos. De lo que realmente estamos hablando es de si existe una buena razón para que, además de esas 400 vidas, fallezca un porcentaje de esas 400 madres en abortos clandestinos.

Nuestros congresistas pueden estar a favor del principio de la libre elección de la mujer o del de la protección a rajatabla de los derechos del concebido. No es una discusión sencilla. Pero lo que no deben hacer es ignorar cuántas son las vidas que, realmente, se encuentran en juego en cada alternativa y caricaturizar a uno de los grupos de la discusión como una banda de asesinos.

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